Tres.

2078 Words
Giulia no podía creer lo que estaba a punto de hacer, mucho menos Tyna, su mejor amiga, quien comenzaba a hartarse de los planes descabellados de la castaña, y aunque quisiera apoyarla en su posible amorío con Boris, quizá eso iba mucho más allá de cualquier violación a la privacidad. Se cambió más de tres veces, sin lograr decidirse por un solo outfit que le ayudara a lucir increíble, aunque la mayoría de las veces lo hiciera, ya que su belleza era casi etérea. Al final se quedó con la idea de un vestido largo y pegado algo escotado, este tenía un diseño un tanto noventero, pero le encantaba, por eso colocó en sus pies unos tacones bajos aguja que quedaban muy bien con el look. Tomó un pequeño bolso blanco que combinaba con los zapatos y así fue que salió por el mismo lugar que sus hermanos, pero esta vez allí se encontraba la ama de llaves, quien la miró de arriba a abajo con cierto aire de confusión. ─¿Qué hace aquí, señorita? Ya es muy tarde, y sabe que sus padres no le han dado el permiso de salir a ningún lugar─ comentó la mujer, sinceramente preocupada. ─Vamos, Noelle... ¿No puedes dejarme siquiera esta vez?─ suplicó la chica, y es que a pesar de ser la dueña en parte de la propiedad, las reglas que ponía su padre debían cumplirse al pie de la letra en ese lugar. ─Mi nombre es Nadia, señorita... Además, sabe bien que me gustaría dejarla, pero esta vez su padre me ha pedido que mantenga especial atención en su comportamiento, está a prueba desde ya hasta que entre en la universidad...─ comentó la mujer, con las cejas alzadas, como si supiera que le estaba hablando a una pared cuando se trataba de Giulia. ─No es justo, me tienen encerrada en estas cuatro paredes mientras las demás chicas salen y se divierten, incluso mis hermanos ¡Y lo sabes!─ comentó con tristeza la de tez avellana. ─Y usted sabe que ellos son mayores, así que no me ponga en esta situación, se lo pido, ya es bastante difícil todo en esta casa como para sumarle otro peso más... ¿Qué podría hacer en caso tal de que le ocurra algo malo? Me matarían, y al personal entero si se enteran de que la dejé salir de noche...─ habló la mayor, defendiéndose de todo lo que le decía la de apellido De Verna. En ese momento, se escuchó el claxon de un auto en el portón de la residencia, el cual fue abierto con rapidez, y entonces en un auto color vino tinto descapotable llegó su mejor amiga, quien se hallaba vestida para impactar a cualquier persona en la tierra con solo una mirada. Estacionó en el parking destinado para tales fines y comenzó a caminar hasta la parte de atrás de la casa, sabiendo el camino que tomaría la castaña. Una vez que sus tacones de plataforma avisaron que había llegado, Giulia la miró como a su salvadora. ─Tienes que dejarme ir ¡Sabes que no puedes negarle nada a la familia Clark, y su hija está aquí para buscarme!─ se defendió la chica, con una sonrisa victoriosa en la cara, por lo que la cara de Nadia se volvió un poema de los más horribles jamás contados. Dejar ir a la menor de la familia era simplemente una muy mala decisión, mucho más tomando en cuenta que su comportamiento no era el de una dama de alta sociedad. A veces podía ser muy impulsiva y además terca, cosas que no concordaban con la descripción de una chica de su edad en el mundo millonario, pero por mucho que habían intentado corregirla, nada había servido. Tyna sonrió con algo de vergüenza ante el comentario de su amiga, ya que la empleada se hallaba en una posición bastante delicada, y la entendía, pero Giulia no se daba por vencida una vez que comenzaba algo. Era del tipo de personas que se salía con la suya sin importar nada. ─Nadia, prometo que la traeré de vuelta en unas horas ¿Sí? Sus padres no se darán cuenta─ dijo por fin Tyna, y entonces fue que la preocupación bajó un poco en el rostro de la mujer. ─Por favor, no vayan demasiado lejos, no se metan en problemas─ pidió ella, aunque fuera en vano teniendo en cuenta la situación tan absurda que se había formado. Ambas asintieron y emprendieron camino hacia el club, en el cual Tyna estacionó el auto en el lujoso aparcamiento que tenía, pero esa no era garantía de que les dejarían pasar. Las chicas bajaron con toda la confianza y caminaron hasta la entrada principal, en la cual le atendieron dos hombres altos en traje de etiqueta, preguntando por sus invitaciones, a lo cual Giulia respondió mostrando el golden pass que obtuvo de su hermano, y aunque no supo si fue por equivocación o porque quiso ayudarla, le estaba siendo de mucha ayuda. Al mostrar aquello, los hombres se miraron las caras un momento y acto seguido las dejaron entrar sin siquiera mirar los papeles de identificación de las chicas, así que aunque fueran menores de edad, las dejarían pasar al tener un pase de esos. Lo primero que vieron sus ojos fue un pasillo largo que guiaba a tres puertas, cada una de ellas con seguridad incluida. Tenían nombres y colores distintivos, por lo que una de ellas decía Golden, de modo que allí tenía que entrar, mientras que las demás puertas estaban abiertas, esa era la única que permanecía con el secretismo de que tendría dentro. Ambas pensaron que sería un lugar cualquiera con una sola sala amplia en la cual había una isla de tragos, pero no se parecía a nada de lo que habían imaginado, dentro de las salas que vieron apenas, había un montón de gente bailando lo que parecía ser tecno. La música retumbaba en las paredes, pero de alguna manera, el pasillo tenía mucho eco. Mientras avanzaban hacia la puerta señalada, se dieron cuenta de que un chico salió de la primera acompañado por una pareja ebria y entró en la segunda, que decía Silver en letras con relieve, así que los estaba guiando, como si fuera parte del equipo de trabajo. La de ojos oliva no había captado todavía lo que estaba sucediendo, cuando de repente sintió que el chico olía similar a quien fuera su amor de secundaria. Tragó saliva, rogando al cielo para que lo fuera, sin embargo, al tener gorra, no se distinguió bien y pasó de largo. Tyna miró a Giulia, entonces ambas supieron lo que tenían que hacer, y aunque a la primera no se le diera muy bien aquello de andar de fiesta, no podía quejarse, pues ya estaban allí. Se adentraron en lo que sería la sala plateada, y al hacerlo, supieron que no querían ir a ninguna otra, ya que tenían comunicación desde adentro. Eso allí era un paraíso completamente, la decoración con estatuas de hielo y además modelos mujeres y hombres pintados de ese color lucían espectaculares en la tarima que era tan larga que iba desde la primera hasta la última sección del club. Las puertas delanteras eran la manera oficial de adentrarse en aquel mundo, y fue así como ambas chicas localizaron a los personajes anteriores, ya que la pareja ebria hacía mucho ruido, a pesar de que la música estaba a todo dar. El chico se hallaba explicando algo con mucha seriedad, pero ellos no querían entrar en razón, solo balbuceaban como bebés malcriados. En eso, un hombre alto se acercó a Tyna, era su tío paterno, por lo que ella se quedó sin habla cuando le preguntó qué hacía allí. Giulia tembló desde sus adentros, pero fue incapaz de mantenerse en silencio cuando la pareja aquella muy adinerada estaba maltratando a un chico del personal. Tuvo que decirles su más sincera opinión, así que empezó a gritar también, comenzando una pelea mucho mayor en la cual varios hombres se acercaron a gritarle obscenidades y que no se metiera, que callada se veía más bonita. Uno de ellos le dio una nalgada y otro se propasó a niveles desmedidos, y para esto, el tío de la chica de rizos se la llevó consigo sin mayor miramiento, pues tenía prohibido estar en ambientes como aquellos. Giulia se sentía muy mal con su amiga por haberla metido en tal situación, pero en serio estaba desesperada por encontrar a Boris y hablar con él aunque fuera por unos segundos, nunca pensó que todo terminaría así de mal. De repente, estaba dentro de un círculo de hombres que le gritaban guarradas, mientras que ella solo quería llorar, pues la ansiedad la estaba comiendo viva, quizá sus padres tenían razón en prohibirle salir, ya que la gente puede ser muy mala, y lo estaba corroborando. Ella solo quería defender al empleado que estaban humillando y mal poniendo, no tenía ninguna otra intención más que esa, pero no la comprendieron. Observó al chico con cara de preocupación intentando llegar a ella, pero no se lo permitían, de modo que creyó que ese sería su fin, aquello llegaría a oídos de su familia y sería papilla de hija cuando llegara a casa. Sintió el terror cuando uno de esos hombres quiso golpearla, cosa que no tenía ningún tipo de justificación, pero parecía que a nadie más aparte del empleado le importaba la situación, así que colocó sus brazos por encima de sus cabellos en un intento de protegerse, pero el golpe nunca llegó. De pronto, todo se quedó en silencio y una mano la tomó para guiarla lejos de allí, cosa que agradeció, pensando que el chico desconocido era su héroe de la noche, sin embargo, cuando salieron por la puerta de atrás del club, pudo ver cara a cara a quien era el amor de su vida, el mismísimo Boris. Ella se quedó sin aliento, pues sabía que el chico de adentro no era él. Pensó que no lo vería en aquella oportunidad, pero se equivocó por completo. Tragó saliva, y entonces el chico le hizo señas para que caminara consigo al asegurarse de que no tenía ninguna herida. El trayecto fue silencioso, sin embargo, ella cayó en cuenta de que Boris tenía una mochila y ropa de calle, no el uniforme que tenían los demás, cosa que le sorprendió de verdad. Se quedó aún más sorprendida cuando vio que la llevaba hasta una pequeña moto parecida en modelo a una vespa, la cual no se veía del año, por supuesto, pero de seguro funcionaba, aunque le hiciera falta alguna que otra mano de pintura. ─¿Se puede saber qué haces aquí?─ preguntó el más alto, haciendo que las piernas de la chica temblaran de anticipación. ─Yo... La verdad es que quería hablar contigo, alguien me dijo que trabajas aquí...─ comentó ella, sin miedo a lo que pudiera responder él. ─¿Y? ¿De qué querías hablar? Porque no tengo mucho tiempo─ le hizo saber, subiendo una de sus cejas, al tiempo que se colocaba un casco. Ella se quedó sin aliento una vez más, como si le hubiesen robado todas las palabras de la boca. ─Verás... Hay un proyecto que nos enviaron en clase, debes saber de eso...─ dijo ella. ─No te haré ningún trabajo, si eso es lo que piensas. No soy ratón de biblioteca, ni sirviente tampoco ─ expresó, encendiendo la moto, como si la chica no tuviera la mayor importancia. ─No es eso, de verdad─ rogó la de vestido largo. ─¿Entonces?─ quiso saber el de cejas espesas. Por alguna razón, no fue capaz de decirle algo relacionado con su posición económica, se sentiría muy mal si tuviera que hacerlo, por lo que las palabras no le salieron. El chico la miró por unos segundos y entonces empezó a acelerar la moto. ─Cuando te decidas a hablar, puedes decirme, pero no tengo tiempo ahora─ fue lo que dijo, y puso en marcha la moto, sin esperar siquiera alguna confirmación de su parte. Giulia se sintió humillada, como si fuera una niña de diez años suplicando por atención, sin embargo, no se rindió, así que entro de nuevo al club y se emborrachó hasta decir basta. Lo que pasaría más adelante era un misterio, pero disfrutaría cada segundo de su pequeña libertad, y si Boris no le quería, entonces nadie más tendría que hacerlo, ni siquiera ella misma.
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