-Me duele -contestó en voz baja, sin ánimos de discutir.
-¿Que te ha pasado? -preguntó mientras la sostenía de las caderas para que no se moviera.
-Te dije que me dolía... me estaba clavando tu lujosa pluma de oro, pero como ya va siendo usual en ti, no escuchaste -le reprocha sin mucho ánimo.
— Yo…, creí que estaba siendo muy brusco y bajé la intensidad pero…
— Me gusta cuando eres rudo… —admitió en voz baja
— Es un agujero, está muy inflamado y es peligroso que no lo cures como es debido —estaba tan preocupado que pasó por alto aquella confesión, le dolía al caminar, eso no podía ser bueno.
— Ya me encargo yo de eso no es necesario que finjas preocupación —soltó enfadada por su preocupación, ni ella entendía por qué.
— Nunca finjo contigo..., tengo un botiquín en mi baño t
