Capítulo 2

1423 Words
Por supuesto que quiero a mis dos padres, pero mi papá dejó de ser mi héroe en el momento que engañó a mamá, aún no se han divorciado porque mamá no se encuentra bien, pero siento que debería hacerlo, él ya tiene a otra familia, solo nos visita los fines de semana que recuerda de vez en cuando. Mi padre lo arruinó todo, mi madre está triste, lo sé, pero no lo quiere admitir, la admiro, es toda una guerrera. Ellos se casaron muy jóvenes, éramos felices, una familia ejemplar hasta que mi padre destruyó todo eso, hasta el corazón de mi mamá, no sé cómo entender a mi padre, lo quiero, pero arruinó todo. Después de almorzar entre nosotros tres, subí a mi habitación y me di una ducha, luego me vestí y me instalé en mi cama, siempre tenía algunas cosas aquí, pues como había dicho antes, vengo todos los fines de semana a descansar pasándola con mi familia. Me acerco a mi ventana y abro la cortina, mi vista daba al frente de la calle, podía ver mi auto. Esto aquí es verdaderamente tranquilo, no había nada que chismosear o por qué debería vigilar mi auto, la casa tiene cámaras de vigilancia por todos lados, así que no era necesario, un cuerpo muy conocido me llama la atención. Dahiana estaba en su jardín, traía un overol muy sexy diría yo y lo que para mí era broma hace un momento, ahora era realidad, tenía un buen culo, estaba como para partírselo. Ella se inclina dándome una buena vista y hasta me podría hacer la paja mientras la veo. De repente ella se incorpora y se voltea, yo rápidamente cierro la cortina, no quiero que crea que la espío o algo así, bueno sí, pero no quiero que se lo imagine. Camino de un lado a otro mortificándome por si me ha pillado que la estaba viendo, yo espero que no, pero en vez de estar aquí haciéndome un ocho mentalmente, saldré a averiguar algo sobre ella, mi plan comenzaría justo ahora. Salí de mi habitación, baje las escaleras y salí de mi casa, me dirigí a su jardín y de cerca se veía tremendamente sexy. —¿Deseas que te ayude? —me ofrecí con amabilidad y ella levanta su mirada. —¡Dios mío! ¿Será que me hiciste damisela en apuros? ¿Desde cuándo tengo pegado a mi frente un “necesito ayuda” —dijo mirando al cielo—. ¿Escuchaste eso? —Me mira. —No, nada —respondí algo inseguro, no sé que lo que realmente quería escuchar. —Exacto, por lo tanto no necesito tu ayuda —usa un tono frío y sonríe. —Vamos… —Me interrumpe. —Supongo que lo que traes puesto es tan costoso como el traje que tenías hace un rato, que no siquiera dañar tu vestimenta ni tus uñas. —Sigue a la defensiva que no sé cómo mierda lograré enamorarla. —Solo es un camisón y unos shorts, no tengo problema ni de ensuciarme las manos. —Traté de convencerla. —¿A qué se debe tanta amabilidad? ¿Mi abuela te debe dinero y deseas recuperarlo a las malas? ¿Necesitas trabajo? ¿Acaso eres un vago que finge ser millonario? —Se cruza de brazos y me hace reír. —¿A qué se debe tanta odiosidad? ¿Acaso crees que todos se acercan con una intención mala? Siempre estás a la defensiva. —Aunque trataba de ser gracioso, ella aún me miraba como si fuera su enemigo. —Hace unas horas hasta podíamos discutir por nuestra comida, suelo ser algo rencorosa, simplemente no me gusta las personas que se creen los reyes del mundo como tú. —Iba a objetar muy molesto, ¿cómo se atreve? Pero me contuve, todo esto pasará a mejor, muy pronto la veré a mis pies. —Discúlpame, comenzamos mal, no suelo ser así, solo que tuve un día muy ajetreado, no tengo intención de nada y tu abuela no me debe nada, solo quiero ayudarte como parte de bienvenida y disculpa. —Extiendo mi mano y ella lo ve dudosa. —De acuerdo, disculpa aceptada. —Me estrecha la mano como si no hubiera otra opción—. Yo también quisiera disculparme, yo no pienso las cosas antes de hablar cuando me hacen enojar. —Ni dolió, así que no te preocupes, pero está será la primera y última vez que te hago enojar, te lo prometo, aunque admito que te ves ardiente cuando lo haces. —Le guiño el ojo para coquetearle y ella ríe. —¿En serio? Yo creo que me veo como una asesina cuando me enojo, mato a cualquiera con una mirada. —Me hace reír y ella también ríe, es hermosa, pero muy petulante y caerá en mi plan. —Tal vez… y cuéntame, ¿Qué haces por aquí? No es que te esté echando ni nada. —Me agache y comencé con una mini pala a acomodar la tierra, esta estaba dura y necesitaba ablandarla al igual que la dueña. —Y así aunque me lo suplicarás, no me iría. —Ella se pone a mi altura y rastrilla la tierra para ayudarme, bueno, yo la estaba ayudando a ella, pero ustedes entienden—. Realmente vine temporalmente, me surgió un negocio por aquí y en vez de pagar un hotel, prefiero vivir y pasar tiempo con mi abuela. —Ah ok, entiendo, ¿qué clase de negocios? —Si de verdad quiero que caiga, necesito conocer bien el terreno en dónde me involucraré, como siempre lo he hecho con cada chica. —Uno de comida, me voy a asociar con una empresa para distribuir mis restaurantes por todo el país. —Yo el lunes tengo una reunión sobre eso, ¿esto podría ser coincidencia? No lo creo. —Entiendo, seguramente tienes unas recetas increíble para que te hayan ofrecido está oportunidad. —La halago, cualquier mujer no se resistiría a eso. —Gracias —dice mirándome a los ojos. Pude ver a través de ellos que no es una mujer que teme, la mujeres que mantienen contacto visual, es porque son seguras de sí misma, sería un poco difícil que ella se encante conmigo al punto no verme o se ruborizará, difícil, pero no imposible. —¿Qué edad tienes? —No parece tan joven, pero tampoco tan adulta. —Veintisiete, ¿Y tú? —pregunta esta vez sin mirarme. Y no es porque algo de mi la deje nerviosa, sino porque está concentrada en arreglar el jardín, jamás había sido ignorado de esa manera, en ella se podía ver el gran desinterés que tenía al conocerme, pero muy pronto iba a cambiar eso. —Veintiséis… —Era mayor que yo por un año y eso no me mortificaba, he comido a señoras de la edad de mi madre y ha resultado ser deliciosa, aunque eso ha sonado extraño—. Mañana haré una reunión en mi casa con mis amigos, ¿Deseas venir? No te perderás, realmente vives al lado —bromeo, pero sigo sin tener tu atención. —Tal vez asista, tal vez no, no lo sé, si tus amigos son como tú, lo mas probable es que no asista —dice con indiferencia. Ojalá caiga pronto, no quiero seguir aguantando toda esta impertinencia. —No sabrás si son iguales a mi si no asistes, créeme que son mejores que yo, te agradarán. —Le sonríe y ella me miró con una sonrisa también, por un momento pensé que me la estaba devolviendo, hasta que abrió su boca para decir algo con sarcasmo. —¡Vaya! Creo que es primera vez en tu vida que dices algo que no sea tan narcisista. —Listo, no lo soportaré más, me levanté. —Creo que nunca te tomas las disculpas en serio, no entiendo porque sigues de altanera conmigo. —Ella también se levanta y me ve con diversión. —Suele ser parte de mi personalidad, lo siento. —Se ríe y de alguna forma eso me tranquiliza. —Está bien, ¿Tienes algún número telefónico para comunicarme contigo? —Saco mi celular del bolsillo para prepararme y anotarlo. —No creo que sea necesario, somos vecinos. —Me guiña el ojo, ¿está coqueteando conmigo? No cariño, yo soy el que coquetea. —Si, pero debemos tener nuestros números guardados por alguna emergencia o para tener una cita. —Trato de seducirla y ella se ríe a carcajadas.
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