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Un antojo caprichoso

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Me llamo Miguel Quinlys, soy un empresario con mucho dinero que tiene absolutamente todo lo que quiere y cuando quiere, pero hay algo que no he podido tener, más bien, ella me tiene a mí. Dahiana Redina, es una empresaria independiente a la cual no se deja dominar, no es una fácil y a mí me encantan los retos como ella, es el tipo de mujer con quién yo estaría, pero tengo un problema, mientras que para ella soy nulo en su vida, para mí no deja de ser un antojo caprichoso, me la volvería a comer cuántas veces sea necesario.

El cazador ha sido cazado, ¿cómo puede ser que ha sido la única mujer que ha logrado dominarme? Solo la quería para una noche y ahora mirénme, la quiero para toda la vida.

Dahiana si que sabe tenerme a sus pies, se supone que todas se morían por mi, yo no muero por nadie, pero llegó ella sin darme su atención y eso no lo puedo permitir, yo debo ser el centro de toda mujer si o si, para ella soy un fantasma y eso la vuelve más deseable, pero por más que me la coma, nunca seré su centro, nunca se arrodillará ante el rey.

Creo que hasta estoy volviéndome loco, estoy obsesionado para ser su prioridad, tal vez el karma esté haciendo de las suyas, rompí tantos corazones, que ahora quiere que no supere a uno.

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Capítulo 1
Era fin de semana y como de costumbre visitaría a mi madre, la tenía en el mejor conjunto residencial de la zona, es mi madre, le daría todos los lujos. Le paso a mi chófer la tarjeta para que el guardia nos deje pasar y mi chófer arranca, luego gira a la derecha pasando por unas cuantas casas vecinas de dos pisos. Llegamos a la casa de mi madre y el chófer se estaciona al frente, me abre la puerta y yo salgo acomodando mi traje costoso, admiro la casa, la había mandado a hacer de tres pisos, un estacionamiento donde mi madre tenía su auto, había una piscina, una mesa con sillas y no nos olvidemos de su jardín, creo que cada madre está loca por unas matas, pero no la juzgo, la amo y si ella es feliz, pues yo soy feliz, luego estaba la puerta principal. Cruzo la calle para dirigirme a la casa de mi madre y justamente una bocina no para de sonar, su sonido era tan ruidoso que obviamente captó mi atención, giré un poco mi cabeza y me di cuenta que crucé sin mirar, casi pudieron haberme chocado, termine de pasar y el auto que casi me choca se para en frente de mi casa, baja el vidrio y era una mujer. —Deberías mirar antes de cruzar —habla en un tono como si fuera mi madre. —Y tú deberías mirar por dónde conduces. —Le sonreí con verdadera chocancia, no permito que nadie me hable de esa manera. —Yo siempre miro por dónde conduzco, si te atraviesas, pues no tendré piedad, con tal, los seguros no pagan mierda. —Dios mío, pero que mujer tan insoportable. Apoyé mis brazos en su ventana y le sonríe, no iba a perder mi educación por una cualquiera. —Creo que una mujer tan linda como tú no debería hablar de esa manera. —Trato de coquetear, cualquier chica no se resistiría y se retractaría de como me ha tratado. —Y yo creí que la mierda se cagaba en el césped, no entiendo que haces cerca de mi, vete a tu lugar excremento, la calle se hizo para los autos, no para ti. —Me pone los ojos en blanco y cierra su ventanilla haciendo que yo me aleje de inmediato. Que mujer tan altanera, ¿acaso no le enseñaron modales en su casa? No puedo creer que no se haya disculpado. Su auto arrancó, pero eso no fue la peor parte, la muy petulante se estacionó al lado de mi casa, ¿pueden creerlo? ¿esta presuntuosa iba a ser mi vecina? Por supuesto que no, me niego, bueno, realmente iba a ser vecina de mi madre, pero mi madre no puede estar cerca de gentuza como esa. Me quedé un rato afuera, quería saber que iba a ser exactamente esa chica, tal vez hacia una entrega o algo por el estilo, no creo que una tipa como esa pueda vivir en un lugar como este. Saqué mi celular y fingí tener una llamada, así ella no sospecharía que la estoy mirando. Ella se baja del auto y camina hasta el maletero, lo abre y baja unas maletas, ¡maldición! Si va a ser mi vecina. —¡Dahiana! —Escucho la voz de la señora Redina y volteo a verla, estaba saliendo de la casa con los brazos abiertos. —¡Abuela! —Deja las maletas dónde está y corre a abrazar a su abuela, ¡ja, ella tampoco miró al cruzar! No tiene moral, como le gusta aconsejar, pero no toma su propio consejo. —¡Hola señora Redina! —Saludé para arruinarle la fiesta a la petulante. —¡Buen día, joven Miguel! —Me sonríe al voltearse a verme, finjo cortar mi llamada y me acerco a ellas. —¿Lo conoces? —La chica me señala con cierta discriminación. —Por supuesto cariño, siempre ha sido mi vecino y ahora el tuyo también. —Logré escuchar, tengo oído para todo. —¿Desea que la ayude en algo señora Redina? —me ofrezco muy amable y la chica me mira mal. —Si, gracias Miguel, tu siempre tan encantador. —No sabía que la señora más amable del mundo podría tener a una nieta tan desagradable. —No es necesario abuela, yo puedo sola. —Me sonríe falsamente, hasta podría considerar que ha sido una mueca. —No digas bobadas pequeña, él es muy joven, tiene más fuerza, nunca está de más aceptar ayuda de un joven tan guapo. —Su nieta se ríe con gran fuerza, ¿acaso se burlaba de mí? No lo creo, soy irresistible. —Será un placer ayudarla. —Me comporto con caballerosidad. —No quisiera que el manicurista te reclamará por cargar tanto peso y arruinar tu diseño de uñas —dice como si fuera una pena, ¿me está diciendo que soy un maricón? Cuando le agarre ese culo, ya verá lo maricón que soy. —¡Dahiana, no seas irrespetuosa! —Su abuela la regaña y fue a tiempo, pues no pensaba quedarme callado—. Ahora veo como sigues soltera —refunfuña. —¡Abuela! —Ahora Dahiana la reprime y eso me hace reír un poco. —Bueno, como la señorita no desea mi ayuda, con su permiso me retiraré. —Les hago una reverencia—. Y bienvenida al vecindario. —Sonreí y ella volteo sus ojos con odiosidad. Guardo mis manos en mis bolsillos del pantalón, giro sobre mis talones y comienzo a caminar en dirección a mi casa. —Siempre de grosera y perdiendo oportunidades de tener una relación. —Escucho a la señora Redina de lejos. —Pues bien, deben aceptarme como soy, además, yo jamás estaría con un hombre como él. —Es lo último que logro escuchar antes de llegar a la puerta de mi casa. ¿Jamás estaría como un hombre como yo? Pues eso ya lo veremos, no me retes señorita, no sabes lo que te espera, nadie se mete conmigo y menos una chica, ya verás Dahiana, cuando te tenga rendida a mis pies, te echaré y suplicarás perdón por cómo me has tratado. Entro a la casa y me han recibido con un excelente aroma, me encantaba la comida de mamá, cierro la puerta detrás de mí y camino hasta la cocina. —Hola cariño. —Mi madre me sonríe al notar mi presencia. —Hola mom. —Beso su mejilla y me dirijo a la nevera para sacar la jarra de agua. —Hace unos momentos te vi hablando con la vecina, su nieta es demasiado hermosa, ¿no lo crees? —Me mira con complicidad y sé a lo que quiere llegar. —Su culo es demasiado hermoso —comento y sé que la he hecho enojar—. Solo bromeo. —Era cierto, ni siquiera me percaté del trasero que pronto iba a estar rendido a mis pies. —Siempre estás bromeando o en un juego, no sé cuándo tendrás una relación seria y duradera, ese tipo de cosas es lindo. —Aquí vamos con el sermón y la vez sentimentalismo. —Ni se te ocurra aconsejarlo madre, es Miguel, no se toma nada en serio. —Mi hermano menor se aparece en la cocina involucrándose en nuestra conversación. —Mi familia me lo tomo en serio y de que eres adoptado, no hay nada más serio que eso. —Él me miró mal por mi comentario y yo no pude evitar reírme. —Es en serio Miguel, tienes veintiséis años, sé que aún eres joven para seguir disfrutando tu vida, pero una relación no te hará mal, debes experimentar también, no querrás quedarte solo. —Ella deja de cocinar y la ayudo con los platos. —Lo sé mamá, solo planeó divertirme lo suficiente para no arrepentirme en un futuro y serle infiel a mi esposa porque no experimenté lo suficiente. —Le alcanzó los platos y ella sirve la comida —Entiendo, no quieres hacer lo que tú padre hizo conmigo. —Esto hizo que nos quedáramos en silencio.

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