Hablaba poco, pero aun así lograba desenfundar una sonrisa radiante delante de los pasajeros, desempeñando un perfecto servicio al mostrar empatía y afecto con todos. Su madurez infundía seguridad. Nunca realizaba juicios apresurados sobre una persona, era una perfecta «anfitriona», siempre estaba disponible; llevaba el uniforme de manera impecable, con los zapatos brillantes y el pelo arreglado; la única excepción a la regla era un pequeña pulsera de oro blanco de Tiffany & Co., que le regalaron un cumpleaños. La observaba tratando de sacar su fortaleza, con un estilo muy elegante en el modo de mostrarse ante los demás, tan femenino, muy profesional. Lograba ponerse en la piel de los demás y evitaba los enfrentamientos prudentemente, siempre ofrecía atención y solidaridad. Según las r

