Capítulo 1

1216 Words
Salgo de la ducha y miro mi inmenso clóset, hoy debo ir a aprobar la mercancía nueva, me visto con mi traje n***o lo único que llevo de color es verde esmeralda, me gusta ese color, es el color de dinero. Voy al comedor a desayunar, este es largo y se siente solitario, vivo solo con mis sirvientes nunca he pensado tener una relación sería con nadie, me da pavor haber heredado los genes de ese señor y ser una escoria como él; prefiero sin duda pasarla bien, follar duro y no ilusionarme con ninguna total, en este mundo en el que yo vivo no es bueno relacionarse con nadie, acá las venganzas se pagan con la misma familia. Miro mi desayuno y comienzo a comer, pero mi teléfono suena haciéndome quitar el hambre y cambiar mi humor. — Señor le informo que la policía atrapó uno de los barcos que venían cargados, lo tienen confiscado —. Al escuchar eso maldigo, son unos incompetentes. — ¿Acaso no le avisaron al Comandante que llegarían a la madrugada, acaso todo lo tengo que hacer yo?, les pagó para que sean eficientes no para que se rasquen las pelotas mientras que mi dinero se pierde —. No escucho nada, su silencio me enfurece. — Aparte de todo no dice nada más, ¿Qué quieren que haga, los felicito o los perdono? — Señor mil disculpas, el comandante está en una misión en otro país, por eso pensamos que no pasaba nada —. Suelto una risa amarga por su comentario tan estúpido. — Sé le da suficiente dinero al comandante para que mantenga a toda su gente lejos, si él se va sencillamente llaman a otro y ya. O acaso me vas a pagar toda mi mercancías? Son unos ineptos, todo lo debo hacer yo… Esperen hago una llamada, no se muevan de ahí. Tiro el tenedor lejos, a veces la ignorancia de las personas me frustra, llamó a Santino y mi fiel amigo y socio contesta, le comento a lo que él suelta una risa, se que él se va a encargar de todo. Yo se que no es mucho dinero el que está allí en comparación con mi fortuna, pero me pone de malas que ni siquiera me dejen desayunar tranquilo cuando ya me causan problemas, solo espero que agradezca que Santino puede solucionar todo y que él es hijo de un conocido de Leonardo o si no ya lo hubiera eliminado de todas las formas. Me levanto y le pido a mi chófer Marcus que aliste una de las camionetas, mis creaciones son maravillosas. Mi pasión es crear autos increíbles, he creado en todo este tiempo más de trescientos, sin embargo, no puedo dejar el negocio que Leonardo me dejó, por lealtad y gratitud lo voy a manejar de la misma manera. Vamos en el carro y yo voy concentrado en mi teléfono, estoy concertando una cita con Antonella una de las chicas con las que calmo mi deseo, hasta que siento como mi última adquisición choca contra un carro pequeño. Me quedo viendo mientras Marcus baja a ver, sale de allí una chiquilla de unos veintitantos, mira el capo del carro y literalmente insulta a Marcus, me bajó moviendo mi cabeza en desaprobación, ella al verme se asustó un poco, no me veo como el típico Mafioso de las películas, me veo más como un empresario. Mi estatura es de un metro noventa y mi contextura es gruesa, tengo la espalda ancha y por el ejercicio mis músculos se marcan. Ella me mira y levanta una ceja, si ella es repelente yo puedo ser más. — Tu chofercito acaba de arruinar mi nuevo carro por andar por la calle como si fuera un rey —, dice y se cruza de brazos. — Te equivocas él no es el rey de la calle, él transportaba al rey de la calle —. Muestro una sonrisa triunfante ella solo rebuzna. — Mira preciosa si no sabes manejar no es asunto nuestro, ahora si lo que necesitas es dinero, dime ¿cuanto quieres? — No soy tu preciosa, tampoco necesito tu dinero, solo la próxima pueden manejar bien. Sería bueno que con ese dinero le pague un curso de conducción —. Le suena su teléfono y ella lo saca de su bolsillo botando a su paso unos papeles, le hago señas a Marcus para que no le avise. Ella nos mira y se despide de Marcus, se sube en su automóvil y sigue su camino, yo me agachó y recojo su pase de conducción "Fiorella Bianchi", que coraje el de aquella mujer, de camino al carro veo que mi camioneta tiene un rasguño, sigo y me subo, Marcus me imita y sigue manejando. Al llegar a la bodega todos me llaman "señor", bajan la mirada y me abren paso, me colocó mi par de guantes y veo a Santino supervisando todo, él es mi mano derecha, no confío en nadie más, él sabe de mi pasado y es la segunda persona que me ha apoyado, sale de su revisión y sale a saludarme, con un breve movimiento me da a entender que el cargamento se salvó y ya está de camino, eso me satisface, nadie se mete en el camino del rey. Entró a uno de los cubículos y veo que las personas allí estaban organizando los fajos, tomó uno y lo huelo… ese olor a billetes fresco es uno de mis favoritos. Me siento y comienzo a contabilizar, debo verificar por encima que el dinero está completo, de lo demás se encarga Santino, puedo ver como uno de los trabajadores guarda en su ropa interior un billete, ellos trabajan acá solo en ropa interior, y se les revisa absolutamente todo, es mejor evitar... Lo miró y lo entiendo, vi a mis hermanos allí en su cuerpo, aún me conmueve ver a las personas que roban y más si lo hacen por necesidad. Me acercó a él, todos paran lo que estaban haciendo por mirar, él sube la mirada y se coloca pálido. — Sí no quieres salir como rata de acá, devuelve el billete — Le digo susurrando le, él solo mueve la cabeza. — Habla, o se te comieron la lengua. Me enfurece que se crean más que yo. — No, no señor —. Tartamudea. — Mi hijo está enfermo y necesito comprar unos medicamentos, lo siento no volvera a pasar. Me choca cuando hablan de necesidad o algo así, tocan esa parte sencible se mí que trató de enterrar. — Agradece que no te saco a patadas de acá, solo recuerda si lo vuelves a hacer no te iras de acá de la mejor manera ¿Entendiste? —, él asiente. — Dile a Santino que te haga un préstamo. Salgo de allí ante la vista de todos, voy hacia mi oficina y sigo en lo mío. Después de un par de horas allí salgo exhausto, todo sale como yo quiero, no puedo imaginar el mundo de otra forma. Me despido de Santino, para irme a ver con Antonella, al llegar al carro vuelvo a ver ese pase de conducción, sonrío, me encanta las mujeres así. Miró a Marcus y le pido que averigüe todo sobre ella.
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