Capítulo 31. Divorcio Pamela. Desperté algo confundida, no entendía cómo llegué al lugar en el que estaba, y menos aún la razón de llevar puesto suero, intenté levantarme de prisa y fue cuando vi a Arturo. —¡Me alegra que estés despierta!, mientras hablábamos, te descompensaste, y llamé a un médico. —A pesar de conocerlo, me asusté por la situación en la que me encontraba a solas con alguien a quien había visto una sola vez. — Pero los análisis están a tu lado, no tienes nada malo además de deshidratación, y lo que ayudó fue tu estómago vacío. —Lamento haberte molestado, comeré a hora a partir de este momento, desde pequeña me desmayo si no como durante largos periodos de tiempo. —Mi rostro se sonrojó de inmediato, y en contra de mi voluntad. —Me encantan tus mejillas rojizas. —José