Capítulo 6

1824 Words
Me aplico un poco de maquillaje frente al espejo de mi baño y arreglo el cabello dando forma a mis suaves ondas. Se supone que Derek pasaría por mí en un rato y haríamos algo. Sonrió mientras paso mi brocha por el pómulo aplicando algo de rubor. Anoche después de la subasta pasamos el resto de la noche corriendo de un lado al otro y no tuvimos mucho tiempo juntos. El sonido de mi puerta me dice que Derek no tuvo problemas en llegar. Apolo ladra como loco. Dejo la brocha y salgo del baño. Miro mis vaqueros mi top de algodón ajustado que rosa mi ombligo y le a un efecto informal gracias al corte del pantalón cubriendo lo necesario. Encima había puesto una ligera chaqueta y complete mi atuendo con unas bailarinas rosa. —Ya basta —Amonesto a Apolo que ladra y salta unto a la puerta. Abro para encontrar a Derek. —Bueno. Hola —dice mirándome, antes de que me regale una ligera sonrisa. —Hola —respondo haciéndome a un lado—Pasa, por favor. Ya estoy lista—Derek da un paso al interior, cierro la puerta. Él se queda allí. Apolo llama su atención. —Oye amigo—se agacha y deja su mano para que el la pudiera olfatear—Eres muy escandaloso para tu tamaño—murmura. —Se llama Apolo—murmuro—Voy por mis cosas—digo. El asiente. Lleva vaqueros desgastados una camiseta blanca, botas de combate y al Igual que yo trae puesta una chaqueta ligera. Tomo mi bolso y le doy una rápida repasada al maquillaje. Cuando salgo encuentro a mi perro echado en el sofá y a Derek observando un cuadro que había hecho hace mucho. Era una pintura que emulaba el muelle y los barcos. A lo lejos había reflejado la fábrica de mi padre. Era un diseño hecho poco después de su muerte y de irme a vivir con Karla. —¿Nos vamos? —inquiero. El voltea y se acerca ligeramente hasta mí. —Si. Pero antes debo hacer algo—habla posando una mano en mi mejilla, se inclina para cubrir mis labios con los suyos. Por un momento me quedo en shock, pero reacciono cuando su lengua me insta abrirme a su invasión. Lo hago y disfruto del momento. Siento mi cuerpo cobra vida mientras el beso se profundiza. Derek conquista mi boca con suavidad. He intentado tener citas antes y me han besado, pero nunca me habían hecho sentir de esta manera hasta ahora. Poco a poco, Derek baja la intensidad para terminar chupando mi labio inferior y mordisquearlo.  Es cuando me doy cuenta de que mis manos están en sus costados y me agarro con fuerza de él. —Sabía que eras dulce—murmura pegado a mis labios. Disimulo la reacción de mi cuerpo y abro los ojos para encontrar los suyos vidriosos y satisfechos—Ahora si podemos irnos— dice alejándose Asiento y avanzo en silencio a su lado. ¿Qué ha sido eso¡ Miro a Apolo que esta dormido en el sofá. Luisa estaba visitando a una amiga así que dejaría al can solo por hoy. Salimos y cierro mi puerta con llave, me giro para encontrarlo mirándome. —¿Estas bien? —pregunta. Pienso un momento antes de asentir. —Perfecta —le doy una ligera sonrisa. Se relaja. —Entonces vamos—me tiende la mano por primera vez. No pensó mucho las cosas y tomo su mano.  —¿A dónde vamos? —pregunto una vez en el elevador. —Ya verás—dice y veo que titubea algo nervioso. Cuando llegamos a la calle subimos a su Aston Martin antes de incorporarnos al tráfico. —¿Vas a decirme a donde vamos? —me mira de reojo. —Vamos a una clase— dice de manera escueta. —¿Y? —cuestiono poniéndome de lado. —No seas curiosa Sweet. Nos conduce por la ciudad. Y se detiene en un edificio ubicado en la calle Grand Steet. Bajamos, rodea el auto tomando mi mano. Es agradable su contacto. —¿Qué te parece la idea de cocinar conmigo? —lo miro sorprendida. —Y ¿tú cocinas? —inquiero escéptica. Derek me pega más él y se siente natural. —Nop. Podría quemar la casa en un abrir y cerrar de ojos. Pero, después de pensar mucho donde llevarte. Supuse que sería divertido. —¿Fue tu idea? —lo miro antes de entrar al edificio. —De nuevo, la respuesta es no—responde antes de reírse—Mi cuñada me recomendó el lugar— de repente su sonrisa muere—Si no quieres entrar podemos hacer algo más. —Entremos—digo—Yo tampoco era buena cocinera, pero he aprendido desde que vivo sola. Derek me guía hacia unas escaleras. —¿Tus padres viven aquí? —subo los escalones poco a poco. —Mi papá murió cuando tenía catorce años—murmuro. —Lo siento —me mira apenado. —No te preocupe. Con mi madre… No tenemos una relación muy cercana. Ella vive con su esposo en Inglaterra. ¿Por qué le estoy contando esto? Llegamos arriba y nos espera un hombre de mediana edad con un traje de cocinero. —¡Bienvenidos al Home Cooking! Mi nombre es James y yo seré su maestro de cocina —nos mira animado —Hoy el almuerzo será preparado por ustedes. —No vayas a envenenarme—Murmuro. Derek chasquea los labios y rueda los ojos. El espacio es abierto. De un lado está la cocina de concepto abierto, un enorme refrigerador y encimeras oscuras con bancos rojos alrededor. Del otro lado, hay un comedor para varias personas. Sin embargo, la mesa esta puesta para dos. James. El instructor nos da dos delantales. Dejo mi bolso a un lado y recojo mi cabello en una coleta. El hombre camina hasta la cocina tarareando. Es bajo y algo rechoncho, su cabello es rojizo y es de sonrisa fácil. —Hoy prepararan Bistec de percha con salsa de mostaza—anuncia frente a ustedes tiene todo lo que vas a utilizar. Preparada para esto. —Si. Solo no me envenenes—repito con mofo riendo nerviosa. Con pericia James nos indica que debemos hacer. Además de darnos el paso a paso. Derek toma el Bistec y lo arroja a la plancha caliente aderezado con sal gruesa y pimienta y un poco de aceite de oliva. Yo estaba preparado la salsa de mostaza siguiéndolas indicaciones cuando coloque el vino a la mezcla en la estufa me sentía mas cómoda. —Bien. Todo marcha perfecto —Solo debes agregar dos cucharadas de mantequilla, sal, pimienta al gusto y estará todo listo—anuncia mientras Derek pone algunas verduras en el horno. Me voy al refrigerador por un poco de agua. Cuando cierro y me di la vuelta, tenía a Derek de frente y James no se ve por el lugar. —Bien. Creo que me merezco un reconocimiento por no quemar la carne—habla inclinado. —Y dime ¿Cómo puedo pagarte tal hazaña? —Así—dice antes de volver a besarme. Esta vez soy más audaz, lo rodeo con mis brazos y yo soy la que profundiza el beso tomándolo por sorpresa. No se que vaya a surgir de esta cita, pero no quiero pensar en eso en este momento. De repente siento el olor a quemado. Me separo rápido. —¡La salda! —exclamo antes de alejarme hasta la estufa y apagarla. —Somos un desastre en la cocina—murmuro. Derek llega junto a mí y deja un beso a un lado de mi cabeza. Puedo sentir su sonrisa contra mí.   —Entonces ¿Tu madre es arquitecto? —inquiero sentada en la mesa mientras comemos nuestra comida, que a pesar de todo sabe muy bien y ambos estamos orgullosos que fuera comestible. —Trabajo con ella y mi tía —dice antes de sorber de su copa de vino tinto. —Mis hermanos manejan el negocio con papá. —Se quien es—murmuro. Mark Scott es un hombre exitoso que a sacado adelante un imperio. —Debe ser difícil trabajar con tú madre—ladea la cabeza un momento mirándome. —La verdad es que disfruto de trabajar con ella. Me ha enseñado mucho dándome la oportunidad de tener algo de ventaja. —¿Cómo? —Cuando entre a la universidad ya sabía cosas básicas de arquitectura. Ella procuro enseñarme. Asiento antes de tomar un bocado del bistec. Al parecer no todas las madres eran como Karla. —Ahora ¿cuéntame tú? —comenta—¿Pintas desde siempre? —Así es—respondo mirándolo a mi lado. De hecho, estamos almorzando muy juntos. Derek había movido las cosas para quedar de esa manera—Pinto desde que era una niña. Sin embargo, mis conocimientos son algo burdos. No soy profesional. —A mí no me lo parece, eres una muy buena artista. Que no te quepa la menor duda. —Mi sueño era especializarme en pintura y restauración de las mismas. —Aun estas a tiempo —me dice asiento. Tomo de mi copa un sorbo. Cuando tenía dieciocho años preferí escapar que dejar a Karla pagar algo por mí, menos su esposo. Como en ese momento todavía no podía disponer del dinero de mi padre y el fidecomiso de mi abuela, decidí trabajar para mantenerme en pie sin necesitar de ellos. Ahora que tengo el dinero, no sé por qué no lo hago. Si lo sabes. Si tocas tu dinero ellos sabrán donde estas. —¿Nerea? —Mmm —digo dándome cuenta que me quede perdida en mis pensamientos. —¿Estas bien? —Si —digo dejado mi copa en la mesa —Solo pensaba en la cena de la subasta— comento lo primero que se me viene a la cabeza. —El sábado por la noche no puede llegar lo suficientemente rápido— dice. —¿Te han dicho que detrás de esa fachada de cabronazo y seriedad perpetua hay un hombre dulce? Hace un falso gesto de horror. —¿No sé qué me ha ofendido más? ¿lo de cabronazo o lo de niño? —refunfuña en broma. Me rio. —Si. Eres todo un tipo serio, pero conmigo estas siendo —Yo mismo—me corta— Sweet ¿Cómo crees que las personas me verían si ando por la calle con una sonrisa perpetua? Soy un tipo duro Nerea—saca un poco de pecho para enfatizar—que me digas que soy como un niño me ofende. —No seas llorón —me inclino y dejo un beso en sus labios. Le gusta mi gesto. ¡Dios Nerea! Estas cayendo como gorda en tobogán. ¿Qué pasara cuando Derek descubra tus secretos?
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