Razones Para Volver A Enamorarse

Capítulo 1 Nunca creas en el amor Nunca creas en el amor, si, no lo hagas. A veces, puede engañarte de la manera más vil y desprevenida. A mi me sucedió, hasta el punto de convertir mi vida en un puto infierno. Como verás, escribe una mujer amargada y dolida por los maltratos del alma. Debo dejar en claro tres consejos que debes saber. En primer lugar, nunca dependas completamente de un hombre; más bien, sé independiente por ti misma. Segundo, no entregues todo tu mundo a personas que le vale mierda tu bienestar y que realmente, jamás de los jamases te valoraran. Y, por último, el amor no existe, todo realmente es una ilusión pasajera que termina lastimándote hasta el fondo. Por eso, no creo en películas ni canciones románticas que promuevan una falsa expectativa del amor. ── ¡Mamá! ──llamó el pequeño niño delgado, con corte de hongo y cabello castaño. Sus ojos estaban somnolientos, y su rostro un poco pálido. ── ¿Te sientes bien cariño? ──me preocupé por atenderlo. ── No, creo que tengo fiebre ──masculló. Le toqué la cabeza y efectivamente estaba ardiendo. ──Todo estará bien cariño ── lo cargué entre mis brazos y lo arruché en mi pecho ──, te llevaré a la cama ──así lo hice, me senté al borde del lecho y le bajé la temperatura a punto de paños de agua fría. Me encontraba muy estresada porque por la noche regresaba Vincent, y sabía perfectamente lo que me tocaba al contar con su presencia. Terminé de recoger la cocina, y lavar los trastes. Aparté una porción de comida para mi marido, y comencé de inmediato a preparar café. Hace 7 años estoy casada con Vincent, un hombre que al principio era dulce, cariñoso y amoroso, y con el pasar del matrimonio fue volviéndose duro, y hasta agresivo. ¿Hasta cuándo lo soportaré? Con toda sinceridad, nos conocimos cuando éramos adolescentes, y creí verme enamorado, y verdaderamente, me enamoré, a tal punto que le entregué todo, mi amor, mi virginidad, mis sueños, mi confianza, y eso a él no le importó. Fui basura cuando obtuvo lo que quería. Cuando me desfloró no quiso saber nada de mí, pero había un problema… con una vez que me entregué a él, quedé embarazada de David, nuestro hijo. Mi padre, echo una fiera le obligó a comprometerse, y ese día después de discutir mucho, salimos a toda prisa, y en medio de una acalorada discusión que provoqué con ambos mientras conducían, fue cuando tuvimos un accidente donde solo sobreviví yo. Nunca, ni en esta vida, ni en la otra me perdonaré la muerte de mis padres. En ese momento, me quedé sola, y totalmente desamparada, no tenia hermanos, ni otra familia, solo eran ellos y yo. Tratando de compensar y lidiar con el dolor por mi estúpida rebeldía del momento, apareció nuevamente Vincent, supuestamente arrepentido, prometiéndome el cielo con todos sus elementos, en ese entonces, había logrado entrar a la universidad embarazada, y fue allí, cuando decidí darle una oportunidad, porque… Porque lo amaba. Entrar a la universidad con un embarazo fue complicado, a pesar que era mayor de edad. Sin embargo, mi hijo no fue un obstáculo y ningún impedimento para salir adelante y graduarme en enfermería. Vincent también efectuó a cabalidad su carrera de administrador de empresa y rápidamente nos casamos y levantamos un hogar. ¿Qué paso? A medida que fue pasando el tiempo, Vincent se tornó posesivo, calculador, y hasta un borracho. Todas las noches llegaba en un estado de ebriedad impresionante y fue allí cuando sus engaños mentales aparecieron. Cuando hacía turnos de enfermera sean nocturnos o diurnos, o trabajaba, llegaba a un punto donde las peleas y discusiones eran continuas, de manera que, provocó mi renuncia en el trabajo. Desde ahí mi vida se convirtió en un completo infierno. Vincent, no me dejaba tener amigos, ni salir, ni comprarme ropa, decía que quería seducir a otro hombre. Su falta de amor y comprensión era cada vez más notoria. Sus palabras hirientes eran constantes en todo momento, y hasta hacer el amor…Era una verdadera tortura. Realmente, estas son cosas que las esposas no suelen hablar. Siempre andamos por las calles fingiendo una sonrisa y contándole a los demás lo bien y felices que somos cuando por dentro estamos hecha trizas. En ese momento, me di cuenta que había ingresado a un círculo vicioso que ya no podía salir por mi propia cuenta y sin ningún apoyo financiero, era casi imposible. Creo seriamente que, cuando un hombre golpea a una mujer es muestra y señal de que no te ama y debes alejarte, o cuando te hiere con palabras, pero yo no, decidí quedarme, y no me juzguen, porque el amor es complicado. Escuché el auto acercarse, y eso me estremeció por completo de pies a cabeza. Mi corazón entró en una serie de latidos incontrolables, y mis manos de repente empezaron a sudar. No merecía pasar por todo esto con apenas 25 años de edad, sin embargo, ya estaba metida en el saco hasta el fondo. Mi oído me aviso que venía acompañado porque platicaba amenamente con alguien desde la distancia, y mi piel se espeluco cuando el crujir de las llaves se manifestó en la cerradura. Él ingresó con carcajada con su amigo, y como corderito me paré frente a él con la cabeza baja. ──Hola cariño ──saludé. ──Hola──dijo él. ──Elliot, ella es mi esposa ──expresó Vincent juguetón. ──Mucho gusto, Elliot ──extendió su mano el hombre con una voz gruesa y masculina que estremecía a cualquiera. ──Mucho gusto, Stella──obligue a mi mente a mover la mano para no dejarle con el saludo, y cuando apenas tocó sus dedos una serie de electricidad hubo entre ambos, haciendo que levantara de inmediato la cabeza. Auch… Elliot, era un hombre fornido, vigoroso y con unos ojos verdes intensos, tan intensos que me quedé paralizada. Sus labios eran carnosos y su nariz perfilada. Su cabello oscuro era corto y se encontraba desordenado. ── ¡Lo siento! ──exclamé con los ojos tan abiertos que pensé que se me iban a salir. ──D-desean café──tartamudeé ──Si, gracias ──respondió Elliot. ──Amigo, siéntate a la mesa, discutamos y finiquitemos de una vez el negocio──invitó Vincent. Me fui a la cocina nerviosa, ojalá Vincent no se haya dado cuenta de mi observación, pensar en eso, me asustaba. Serví dos cafés y los coloqué en una bandeja, y con calma caminé hacia la mesa donde ambos hombres se encontraban. Con cuidado puse la bebida mientras que se la tomaban, tenia aquel presentimiento de que unos ojos verdes no dejaban de mirarme, era incomodo, y a la vez emocionante, hace mucho que nadie me miraba. Levanté un poco la cabeza, y le pillé mirándome, aunque el quiso disimularlo muy bien. Era tan hermoso, tan atractivo. Por favor, Stella deja los pensamientos impuros y concéntrate en la cocina. Esta buenísimo… Enfócate Stella. Es el amigo de tu esposo.