La ambulancia llegó con un potente sonido de sirenas que resonaba en la tranquila calle. Los paramédicos, vestidos con sus uniformes de emergencia, se movieron rápidamente, transportando a Charlie sobre una camilla con la precisión y el entrenamiento que los caracterizaba. James, en un estado de angustia, les siguió los pasos, sin poder apartar la vista de su padre, preguntándose cómo había llegado a esa situación. Los paramédicos permitieron que James fuera con ellos en la ambulancia, y él subió rápidamente, sintiendo una mezcla de ansiedad y esperanza. Uno de los paramédicos se colocó en la parte trasera con ellos, comenzando a realizar maniobras de reanimación. James, con el corazón en un puño, se sentó al lado de su padre, tomando su mano con fuerza. —Vamos, papá, aguanta —murmuró Ja

