Sael se aferró a su madre, sin querer separarse de sus brazos. Su pequeño cuerpo temblaba ligeramente mientras Dafne lo abrazaba con fuerza, besando su cabeza una y otra vez, como si pudiera absorber todo el amor que había estado ausente durante su tiempo en estado de coma. La calidez de su hijo la llenaba de alivio, pero también lo desbordaba de emociones. Intentaba distraerse, no permitir que la abrumadora presencia de James Blake la afectara, por que podía sentir la mirada del hombre sobre ella. —Re extrañé mucho, mami... —Susurró el niño contra su cuello. —Yo también te extrañé mucho, mi amor. No te imaginas cuántas ganas tenía de poder abrazarte. —La rubia sonrió, una sonrisita pequeña pero cargada de ternura. Pamela, que había estado observando la escena desde un rincón, no pudo c

