Al llegar a casa todas las barreras que se había auto impuesto cayeron estrepitosamente, al ver el rostro cargado de preocupación de su esposa. No hubieron palabras de por medio ni preguntas incómodas, simplemente ella extendió sus brazos hacia él y lo acobijó entre estos. Deneb conocía a Harry, jamás fue bueno con las mentiras y era tan fácil descubrirlo. Tenía claro que su repentina salida se relacionaba con aquellas misteriosas notas que el hombre recibía y por el estado anímico de este, pudo deducir claramente que la información recibida no fue nada alentadora. —Todo va a estar bien Harry, no estás solo, me tienes a mí y a nuestro hijo que viene en camino. Sabes que puedes contar conmigo, sé que en mi estado no soy de mucha utilidad, pero al menos siempre voy a estar aquí para escucha

