El trayecto en auto fue silencioso e incómodo. Deneb se mantuvo con la mirada fija en la ventana, observando el sombrío exterior, todo era mejor que observar el rostro enfurecido de su esposo. Ella ahogó un suspiro contra el dorso de su delicada mano. "Si tan solo Harry supiera cuanto lo amo... Si tan solo me diera una maldita oportunidad." Los milagros no existían, mucho menos los felices por siempre de los cuentos de hadas que sus criadas le leían de niña. Una traicionera lágrima rodó por su aterciopelada y pálida mejilla, mientras hacía uso de su auto control para no llorar desconsoladamente en ese preciso instante. Harry, la observó de reojos, notando las silenciosas lágrimas de la rubia. Al verla de ese modo tan vulnerable algo se removió en su interior, un fuego inexplicable y unas

