A M O R O M N I A V I N C I T
EL AMOR TODO LO VENCE
ANTES.
Una semana más tarde.
—Clase, saludad a los hermanos Hayek. Normalmente no solemos poner hermanos juntos, supongo que ha habido un error en el ordenador, aunque de todas formas bienvenidos…—habló descolocada la señora Betsy arreglándose las gafas mientras mira de reojo a los tres chicos que se han colocado junto a ella.
Parecía mucho más fuera de si misma de lo normal, veo disgustada como frunce los labios haciendo que su bigote resalte mucho más de lo normal, la señora Willow no dudaba en usar pintalabios estrafalarios, el de hoy era fucsia. No era novedad, era fan de usar colores igual o más discretos. Siendo honestos hasta le estoy agradecida por este detalle, ver su curioso maquillaje hacía que clases de química como estas fueran mucho más ligeras. Me imaginaba que sabía perfectamente el efecto estético que provocaba su particular elección y que a pesar de ello lo hacía porque muy en el fondo le gustaba estar en el centro de atención aunque no fuese precisamente en el buen sentido.
No puedo evitar quedar hechizada al observar a los tres chicos parados en la puerta, al igual que toda la clase, había visto muchos chicos guapos en mi vida pero estos no eran simplemente guapos, eran realmente hermosos. Sí, se que describir de esta manera tampoco transmite el mensaje adecuadamente y encima le da un aire poético superficial o tal vez del medievo, pero realmente el único adjetivo que se me ocurre para describirlos es hermosos.
Para mi sorpresa, la directora, la secretaria e incluso la enfermera del instituto estaban paradas justo en la puerta sin apartar la mirada de los tres chicos. Puedo ver como la señora Betsy las mira de reojo incrédula ante las adultas, estaban ahí quietas con observando a los chicos detenidamente. A pesar de que ella misma no había apartado su mirada de los chicos.
Agnes me da un codazo mientras arquea las cejas de forma picara, yo la recrimino inmediatamente con la mirada. Veo como sacude su corta melena morada hacia atrás sin perder la diversión de su rostro. Sabía que cuando Agnes hacía el famoso arqueamiento de cejas seguido del movimiento de melena, tarde o temprano acabaríamos yendo a por una pastilla anticonceptiva a toda mecha. Siempre terminábamos así, en estos tres años casi de amistad y en el fondo no lo cambiaría por nada.
—Me llamo Usher, pero mis amigos prefieren llamarme el que todo lo sabe—afirma uno de ellos adelantándose a la señora Willow.
—Nadie le llama así—sonrió con burla uno de ellos mirando de reojo a un más que molesto Usher.
—He dicho que mis amigos, idiota—explica el tal Usher mirándonos con una gentil sonrisa intentando mantener la calma, noto como se lleva una mano al cuello de la camisa como si de repente estuviese sudando en medio de la clase. Pocas veces había visto aparecer a alguien con traje en su primer día en un instituto público de la ciudad de Black Sea situado en una zona de clase media.
—Exactamente. No tienes, por eso nadie te llama así—afirma con contundencia, este en cambio iba con una sudadera de alguna banda cuyo nombre me es imposible de pronunciar sin parecer poseída, por la pose que mantenía suponía que no le sería difícil integrarse en el equipo de rugby del instituto. Parecía el tipíco guaperas, el prototipo de protagonista de cualquier película cliché de romance adolescente.
A pesar de todo ese drama, mi mirada no para hasta detenerse encima del tercero. Este se mantenía mucho más callado que sus hermanos observando la escena a través de esos ojos azules, juraría que estaban más cerca del gris que del azul, parecía que estuviese vagando en mil mundos diferentes y ninguno tuviese que ver con el nuestro. No llevaba ni el traje elegante de su hermano Usher ni el look despreocupado deportista del otro, una chaqueta de cuero y unos tejanos simples que a pesar de todo habían sido suficientes para que medio instituto cayera ante él y sus hermanos y esos aires de chico misterioso.
—Pues claro que sí, he hecho una se llama…—no puedo evitar sentir pena porque el pobre no es capaz ni de terminar la frase, su hermano mucho más elocuente y directo lo para con fuerza.
—Sí, empieza por Pa y termina por Ja—afirma convencido asintiendo para terminar con una sonrisa que se abre de un lado al otro haciendo que media clase estalle en carcajadas.
—¡Maldito perro!—responde Usher perdiendo finalmente los papeles para tirarse encima de su hermano a golpes.
La señora Willow, igual que las otras mujeres de la sala no había dicho ni una palabra ni intervenido en todo ese altercado, me preguntaba en que estarían pensando.
Aunque siendo honestos, no es que fuese algo personal, nunca habían hecho algo con los diversos actos de acoso y bullying excepto postear carteles contundentes con fotos sacadas de internet.
—¡Arsen, Usher ha maldecido!—habla sin poder evitar soltar una carcajada haciendo que el tal Usher se enfadara con él el doble al haberse chivado.
—¿No ves que no está aquí imbécil?—pregunta Usher incrédulo—¿No le vas a decir nada?—añade del mismo modo mirando al tercer chico que había, este se encoge de hombros.
—¿Habría servido de algo? Aléjate de tu hermano y dejad de hacer el idiota—añade con un tono neutro.
Esa frase parece ser lo que hace finalmente a la profesora de Química y subdirectora señora Willow volver con nosotros. Parecía como si de algún modo el alma les hubiera vuelto al cuerpo.
—Va chicos dejad la tontería—responde sin dejar ir una horrible y siniestra sonrisa de su rostro—Presentaros, tu travieso y tu maduro—añade mirándolos como yo miro los libros rebajados de la librería del señor Gael.
—Yo soy Axel Hayek—sonríe el de la sudadera—Mi hermano es Archie Hakey, y podéis llamarnos Axel y Archie—añade.
La clase estalla en risas de nuevo, como si hubiese dicho el chiste del año, incluso Agnes ríe.
—Bueno chicos, ya podéis sentaros, queda media hora de clase con la tontería…
—¿Qué tal si lo dejamos aquí por hoy?—sonríe Axel a lo que la señora Betsy inmediatamente afirma con la cabeza y los ojos iluminados hechizada de algún modo.
—Lo que usted ordene—afirma ella con una sonrisa para cambiar poco después de expresión al mirarnos—Agradeced a los Hayek que terminemos aquí por hoy—añade con contundencia mientras ya nadie le presta mucha atención.
Intento buscar a Ilay entre la multitud que va pasando en masa deseando abandonar el recinto escolar mientras pierdo definitivamente a Agnes, esta corre con su grupo de amigas de confianza ya preparadas para soltar sus redes de pesca con los novatos. No puedo evitar negar con la cabeza sin poder dejar ir una sonrisa tímida.
Finalmente Ilay llega por detrás haciendo que de un leve salto sobresaltada.
—¿Tanto miedo doy?—pregunta.
—¿Dónde estabas? Creía que te sentarías delante conmigo y con Agnes…—añado yo, él arruga la nariz asqueado al escucharme pronunciar su nombre.
—¿Con Agnes?—pregunta divertido.
—Creo que ya somos suficientemente maduros como para poder entender las diferencias del otro y respetarlas—añado sin poder evitar perderme en la profundidad de ese par de ojos negros.
—He llegado tarde a la clase y he entrado por la otra puerta—añade señalando con la mirada la segunda puerta, mientras poco a poco nos vamos quedando menos personas en el aula.
—Entiendo. ¿Has visto el show de los nuevos?—pregunto curiosa.
—No. Me muero de hambre. ¿Vamos a por comida?—pregunta finalmente mientras me da la espalda y empieza a caminar.
—Si tu nunca comes al menos delante de mi—hago una pausa incrédula negando—Además…Ya sabes que a Hank no le gusta que llegue tarde a casa—afirmo eso último seria.
No puedo evitar sentir como el simple hecho de pronunciar su nombre todo dentro de mi se revuelve de una manera increíble. No quería volver a casa. De nuevo, las arcadas se apoderan de mi al imaginar sus manos toquetearme, de nada sirvió que le dijese que parara, parecía fuera de si. Justo como estos malditos tres años, lo peor es que va degenerando.
Tomo aire con fuerza para dedicarle una de mis mejores sonrisas a lo que consideraba mi mejor amigo, des de que llegué a esta ciudad hace diez años.
—¿Pasa algo con Hank de nuevo?—pregunta él pasándose una mano por su pelo afro preocupado.
—No, nada, no te preocupes, te dije que estaría todo bien—le miento inmediatamente mientras salimos al pasillo principal del instituto. No quería hacer cargar a los Willow conmigo.
—Bueno pues en ese caso nos vemos mañana—añade con una sonrisa, no puedo evitar arquear ambas cejas sorprendida ante que hubiera colado mi mentira. Si algo me había resultado imposible siempre fue mentirlo a Ilay.
—Sí—afirmo antes de empezar con la ardua tarea de salir del instituto en hora punta sin chocarme antes con medio mundo.