La luz de la habitación era más obscura de lo que sería en un día normal, lo que hizo a Noah suponer que se trataba de una mañana fría, pero fue sólo segundos antes de que se diera cuenta que en lugar de la suave voz de su esposo llamándolo, lo que lo despertó fue el sonido un poco estridente y molesto de un despertador, el cual no recordaba que ellos tuvieran sobre la mesita de noche junto a él, porque generalmente era Joel quien ponía el despertador en su móvil y luego lo despertaba a él.
Gruñó antes de extender su mano hacia la mesita en la que el despertador descansaba, y lo apagó antes de apartar las mantas azules que lo cubrían, frunciendo el ceño al verlas, porque casi estaba seguro de que habían sido blancas la noche anterior, y esos fueron los primeros cambios que comenzó a notar, porque cuando abrió las cortinas para que la luz entrara mejor, parecía que su habitación en mitad de la noche hubiera sufrido una remodelación y él no la sintió.
En primer lugar, la habitación era mucho más amplia de lo que él recordaba, o quizás se debía a que su armario había desaparecido, pero incluso el color de las paredes había cambiado, porque ahora eran de color melón y no blancas a lo que esposo se había aferrado a que ese color daba más luz a la habitación, y sí, no se había equivocado.
Agitó su cabeza, diciéndose que quizás estaba alucinándose, y a pesar de que no creía en lo de pellizcarse para saber si estaba soñando, lo hizo, sólo para sentir dolor, lo que sabía que significaba que estaba despierto.
—¡Joel, ¿qué pasó en nuestra habitación?! —gritó y esperó, pero lo único que obtuvo fue un silencio —¡Joel!
Fue recibido por el mismo silencio de antes, el que le hizo bufar. Estaba por bajar a la cocina para buscar a Joel para pedir una explicación de lo que estaba sucediendo, sin embargo, al mirar la hora se dio cuenta que ya era bastante tarde y apenas tendría tiempo para vestirse, ya podía hablar con su esposo cuando bajara a desayunar.
Se detuvo un momento al darse cuenta que no sabía a dónde su ropa se había ido, y al recorrer una vez más la habitación, se dio cuenta de que ya no sólo había una puerta para el baño, sino que ahora había dos, y fue instintivo cuando se dirigió a la puerta que no recordaba que antes existiera, sólo para encontrarse como esta se conectaba con una habitación algo más pequeña que la suya, en la que sus trajes estaban colgados ordenadamente, y no era lo único ahí, sino sus zapatos, los cuales parecían haberse duplicado, o en un estante con cajas de relojes que no recordaba que tenía. ¿Qué había estado haciendo Joel cuando él estaba en el trabajo?
No podía decir que le enojaba encontrarse con el cambio, más bien se sentía curioso, ¿acaso su esposo le puso algo en la comida en la noche para que él no escuchara nada y pudiera ver todo cambiado?
Tomó rápidamente un traje gris, una corbata blanca y un par de zapatos negros junto con unos calcetines del mismo color, y luego regresó a la habitación para vestirse. No pensó demasiado en eso mientras lo hacía, ni en el hecho de que debería de escuchar las voces de sus hijos a la de su esposo dándole la indicación de qué hacer mientras los ayudaba a cambiarse. Ni siquiera había algún sollozo o balbuceo de Sean.
Luego de terminar de cambiarse, salió de la habitación, viendo que igual que su recámara, la casa entera había cambiado de color, pero no le prestó especial atención cuando se dijo que Joel le daría una explicación, la cual le tenía que estar esperando en la cocina y que quería que se la diera mientras le hacía el nudo de la corbata, porque a él siempre le salía torcido y simplemente se acostumbró a que su esposo lo hiciera por él, pero al entrar no hubo nadie ahí.
El ceño de Noah se frunció al darse cuenta que Joel no estaba ahí, ni había comida servida para él y sus hijos, sino que la cocina estaba apagada. Intentó recordar si su esposo le habló la noche anterior sobre tener que hacer algo en esa mañana, pero todo lo que recordaba era que cenaron en casi completo silencio, luego en la habitación no hablaron más de lo necesario y se fueron a la cama, ¿quizás cuando lo intentó despertar fue para decirle que saldría?
Buscó en la refrigeradora una nota que le dijera que había salido, y si tal vez tenía alguna obligación con los niños, como ayudarlos a vestirse o llevarlos a clases, pero no hubo nada, lo que significaba que probablemente ellos estarían con Joel, por lo que suspiró resignado, parecía que por el olvido de su esposo tomaría solo un poco leche en esa mañana y en un momento que no tuviera tanto trabajo, se escabulliría a la pequeña cafetería enfrente de su trabajo para tener un desayuno decente.
Se convenció de que al llegar la noche tendría una explicación de lo que estaba pasando, teniendo como su desayuno sólo un vaso de leche que por suerte había encontrado en el refrigerador, que estaba casi vacía y de lo que él se convenció de que se debía a que casi era fin de semana por lo que tendría su esposo que hacer las compras.
Después de beber la leche, se lavó los dientes y tomó su maletín para salir de casa y dirigirse a su garaje, en donde su auto lo esperaba; creía que si salía más temprano en ese día, así fuera por sólo cinco minutos, podría ahorrarse un poco del tráfico con el que siempre se encontraba en todas las mañanas.
A excepción de algunos pequeños cambios, Noah no notó nada más extraño que lo que sucedió con su casa y para lo que solo Joel tenía una explicación, al menos en su mente, porque no había nadie más que pudiera explicarlo. Al llegar al trabajo su primera sorpresa fue que al pasar su tarjeta por el registro, su puesto de trabajo había cambiado, porque ya no era un simple contador más, sino que pasó a ser el gerente general del área. ¿Desde cuándo había cambiado eso? ¿había algún error con el sistema?
Noah se giró con la intención de preguntar a alguno de sus colegas, pero la mujer que estaba detrás de él parecía tan seria y tenía una mirada de “si me hablas te mato” que prefirió callarse, girándose hacia el elevador que estaba casi lleno cuando él ingresó.
A pesar de que el registro de su tarjeta marcaba un puesto diferente, Noah decidió ir al cubículo que normalmente usaba, sin embargo, mientras caminaba hacia este, vio su nombre en la puerta de la oficina que normalmente era usada por otra persona, haciendo que detuviera y dudara un momento en entrar o no, ¿esa era su nueva oficina o sólo era un día en el que la empresa quiso jugar con él?
—Señor Hwank, buenos días —habló una mujer de aparentemente unos cincuenta años —que bueno que llegó, tiene una llamada.
Una llamada para la que no estuvo preparado y cuando dudó entre entrar a la oficina o seguir a su antiguo cubículo, la mujer lo miró como si no comprendiera lo que estaba haciendo, hasta que decidió hacerlo, ingresar a la oficina y tomar la llamada que esperó que le dijera que era una broma, que volviera a su puesto de trabajo, pero eso fue el inicio de un día de arduo trabajo que ocupó casi toda su mañana sin darle demasiado tiempo para escapar de la oficina como había planeado en esa mañana cuando no encontró su desayuno preparado.
Cuando pareció que al fin pudo tomarse un respiro, el reloj marcaba cerca de las diez de la mañana, y sabía que si quería un café sólo tenía que pedírselo a la señora Jones, pero ya que no había ido preparado para ese trabajo, sentía que necesitaba un respiro, despejar su mente, y por eso, como había visto a sus jefes hacer, decidió tomarse un descanso.
—Señora Jones —dijo saliendo de su oficina —volveré en un momento.
—¿A dónde va? —ella parecía preocupada —tiene junta en media hora.
—No se preocupe, estaré aquí para la junta.
La señora Jones quiso decirle que no podía irse, que si llegaba tarde estaría en problemas y que ella no quería estar cubriéndolo todo el tiempo, porque ya lo había hecho más de una vez y siempre parecía que los dos terminarían despedidos, sin embargo, Noah era su jefe y no podía darle advertencias que quizás él conocía demasiado bien.
Cuando llegó a la puerta del edificio en el que trabajaba, Noah tenía muy claro lo que iba a pedir en la cafetería de en frente, una taza de café americano y unas crepes con fresa y crema que siempre veían tan deliciosas en la publicidad del lugar.
Normalmente no comía ahí porque su esposo le preparaba el desayuno en casa, y si era demasiado tarde se lo empacaría para que lo comiera en el camino o en la oficina al llegar, pero ese día sólo había desaparecido en la mañana, suponía que llevó una vez más a Sean al médico, a pesar de que este le dijo que no era nada grave lo que el niño tenía, pero a veces Joel actuaba como papá primerizo que se asustaba por un simple resfriado o un poco de fiebre en sus hijos.
Al entrar en el lugar el aroma a café lo inundó, así como el un poco dulce por todos esos postres que también servían, y Noah casi había formado una sonrisa de satisfacción al pensar que al fin desayunaría, pero tan solo dio un par de pasos dentro del lugar cuando sus ojos se posaron en una persona que caminaba en su dirección con un café recién comprado en la mano, haciendo que sus cejas se alzaran porque no pensó encontrarlo ahí, ¿su casa no quedaba un poco lejos de su oficina?
—Joe…
Sus labios no alcanzaron a pronunciar más y la persona pasó a su lado sin siquiera dirigirle una mirada, sino que actuó como si no lo conociera.
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué su esposo lo estaba ignorando? ¿En dónde estaban sus hijos que se suponía que estarían en esa mañana con Joel?