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Redención

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Noah Hwak estaba cansado de su vida, de su familia que se había vuelto tan monótona, en las mañanas tomarían el desayuno juntos y cuando él se iba, sus hijos todavía continuarían comiendo, y en la noche al llegar, estarían haciendo tanto ruido que él todo lo que quería era encerrarse en su habitación y desconectarse del mundo. En noches sintiéndose tan tentado a dejar la recámara cuando su esposo llegaba y se acostaba a su lado.

¿En qué momento toda la emoción terminó?

Había noches enteras en las que mientras Joel dormía a su lado, Noah estaba pensando en cómo sería su vida si no se hubieran casado, compartiendo mensajes con otro hombre que le ofrecía la emoción que él buscaba. Pero la vida podía cumplir sus sueños, podía desaparecer a su esposo e hijos, y hacer que esa realidad nunca hubiera existido.

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Capítulo 1.
Aparcó su auto afuera de su casa, soltando un suspiro cansado cuando vio las luces encendidas, porque casi podía escuchar los gritos de los niños mientras jugaban y se correteaban, y en ese día no se sentía con ánimos de soportarlo, en realidad, los últimos meses era así, y lo único que deseaba era llegar a una casa en la que no hubiera ruido absoluto, en la que pudiera relajarse sin tener a alguien llamándolo y gritando cuando se sentaba en el sofá y sus ojos se cerraban por sí solos. Luego de apagar el auto se quedó largos minutos sentado en el asiento del conductor, antes de estirar su mano para tomar su maletín n***o y su saco para salir del auto y dirigirse a la casa, volviendo a suspirar. Al abrir la puerta se encontró con los ya esperados gritos que hicieron que sintiera que tenía un dolor de cabeza de inmediato, porque su casa siempre parecía estar llena de ellos, haciendo que quisiera quedarse a trabajar horas extras y así poder evitarlo, pero no era tan fácil, porque muy probablemente tendría una llamada a su teléfono, preguntando la razón de que todavía no llegara a casa, y sabía que no era para molestarlo, sino que la persona al otro lado de la línea estaría realmente preocupada por él, no obstante, ahora todo le era molesto. —¡Papi! Después de cerrar la puerta, no alcanzó a dar ni siquiera cinco pasos antes de tener un cuerpo pequeño estrellándose contra él, y fue abrazado con fuerza, haciendo que casi cayera; seguido de eso hubo una voz un poco más aguda pero igual de emocionada, repitiendo las acciones del primer niño, porque parecía que el único que no sentía que eso estaba bien era él. —¡Papi, llegaste! Meses atrás se hubiera sentido un mal padre por encontrar molestas las voces y acciones de sus hijos, pero en ese día no era así. Se había llegado a convencer de que era bastante normal que hubiera días que no los soportara, incluso si eso había comenzado a suceder casi a diario, porque las cosas ya no eran como antes, habían dejado de serlo desde meses atrás, o quizás años, pero en el último tiempo era consciente de ello, haciendo que quisiera abandonar todo y buscar ese lugar que lo reconfortaba, la comodidad que no tenía. Se justificaba que con el trabajo, su esposo tenía que estar al cuidado de sus hijos porque este no trabajaba, pero casi fue inmediato cuando vio aparecer a su joven esposo por el pasillo, llevando en brazos a su hijo de un año, quien tenía en ese momento sus blancas mejillas sonrojadas, su lacio cabello n***o aplastado, como cuando llevaba un gorro todo el día, y sus pequeños ojos estaban rojos a los alrededores al igual que sus cejas, demostrando que no hace mucho estuvo llorando. —Noah, que bueno que llegaste —dijo su esposo —necesito que lo cargues. Junto con el bebé que fue dejado en sus brazos antes de que él pudiera negarse porque estaba cansado, su mejilla fue besada y un “buenas noches” fue dicho antes de ver a su esposo volver a la cocina casi corriendo, porque “el pollo se me quema” había gritado mientras se alejaba, y aunque normalmente podía desenvolverse bien con su hijo en brazos, tenía miedo quemarlo mientras sacaba la comida del horno. Sí, ese era un día normal en su casa, y que su hijo Sean estuviera en sus brazos en lugar de estar en la silla mecedora que le habían comprado, porque el bebé estaba enfermo, nada grave, con un resfriado que había hecho que tuviera fiebre por casi una noche entera, pero que el médico dijo que si seguían las instrucciones se recuperaría rápido, sin embargo, en ese proceso de recuperación el niño quería estar solo en brazos y no en la mecedora, lo que hacía que sus hermanos no pudieran ayudar a vigilarlo mientras su papá preparaba la cena. Y que no quisiera estar en realidad con nadie más que su papá Joel, porque incluso en los brazos de Noah se removió incómodo y comenzó a sollozar mientras que buscaba a su otro papá. Sí, Noah sabía que los bebés enfermos eran difíciles de cuidar, porque a diferencia de los adultos o de los niños más grandes, ellos no podían decir qué les dolía, cual era su molestia. Ese no era su primer hijo, pero mientras lo tenía ahí, entre sus brazos llorando y sin poder calmarlo, sintió como que si lo fuera, porque no sabía qué hacer. —¡Paséalo un poco! —la voz de Joel llegó desde la cocina —no te sientes o llorará más. Noah apenas había dejado su maletín en el sofá y tenía la intención de sentarse, cuando escuchó las indicaciones de su esposo, suspirando mientras escuchaba las risas de sus otros dos hijos al jugar, ¿por qué ni después de trabajar podía descansar?, se suponía que el trabajo de cuidar de sus hijos era de Joel, él ya aportaba con el dinero en la casa, su esposo ni siquiera trabajaba. Los sollozos del bebé parecían comenzar a disminuir cuando empezaron otra vez, y Joel salió de la cocina, secando sus manos en su ropa para extenderlas hacia el bebé, tomándolo de los brazos de su esposo, y besando su frente mientras lo consolaba. —Ya bebé, ¿por qué lloras? ¿Papá no te entiende? —posó los ojos en Noah —podrías ayudarme a llevar los platos a la mesa, por favor. Joel lo miró como pidiéndole una disculpa porque tuviera que hacer aquello, ya que entendía que Noah llegaba cansado del trabajo y tener que atender a los niños también lo era, por eso, incluso siempre les pedía que se portaran bien con su otro papá, pero en ese momento con Sean enfermo, era el único que le podía ayudar, porque el bebé no quería separarse de él. Fue casi inmediatamente cuando les pidió a sus otros hijos que lavaran sus manos, y agradecía cuando Abby, su hija mayor, tomó la mano de Jake para llevarlo al baño, porque su hija, a su corta edad de siete años, podía ser bastante responsable como para asegurarse de que su hermano lavara bien sus manos porque sus padres estaban muy ocupados. Se aseguró de que el bebé no necesitara cambio de pañal, y tampoco tenía hambre, porque poco antes de que su esposo hubiera llegado, lo había alimentado. Al menos la fiebre que tuvo en esa tarde ya había cedido, pero su bebé parecía sentirse seguro a su lado, como si supiera que con él nada malo le pasaría, porque luego de apoyar su cabeza en su pecho, se había calmado, respirando profundo y pareciendo que se dormiría en segundos. Los dedos de Joel pasaron entre los negros cabellos de su hijo, besó su frente antes de seguir a los otros dos niños al comedor, en donde Noah acababa de colocar los platos que él ya había servido, para dar inicio a su cena familiar como era casi todas las noches, a excepción de las veces que su esposo no pudo estar presente porque había tenido que trabajar horas extras. Joel justificaba lo distante que Noah parecía en el último tiempo con él y sus hijos, bajo la excusa de que estaba cansado, por eso cuando la cena terminó en casi completo silencio excepto por unas cuantas palabras que sus hijos compartieron, no le pidió que cuidara de Sean mientras él limpiaba la cocina, sino que lo tuvo entre sus brazos hasta que se durmió y de esa manera subió a dejarlo en la cuna. Sus hijos tenían horario para ir a dormir, y después de limpiar, Joel se encargó de llevar a cada uno a sus camas, para acostarlos, eran sus rutinas. Noah después de cenar subió a la recámara y tomó un largo baño que hizo que sus músculos se relajaran casi por completo, y luego de secar su cabello con una toalla, abrió la ventana y se sentó en el borde de la cama con su teléfono en mano, revisando varios mensajes que habían llegado durante la cena, uno era acerca de que cenara afuera, pero casi diez minutos después, ya que no respondió, le había sido enviado otro diciendo que entendía que no sería así. Escribió rápidamente una respuesta diciendo que ya estaba en casa y recibió un emoticón que parecía estar bufando, y él casi podía imaginar el rostro del hombre al otro lado de la pantalla, refunfuñando cuando él decía que tenía que regresar a casa y no dedicarle más tiempo como tanto quería, aunque estuviera deseando quedarse, pero no podía arriesgarse a ser descubierto. Pocos minutos después de que él se sentara en la cama, Joel había entrado a la habitación, suspirando mientras cerraba un poco la puerta. —Noah —dijo mientras buscaba su ropa en el armario —iré a bañarme, por favor, cuida de Sean si se despierta. Noah apenas y alzó su mirada de la pantalla de su móvil, murmurando una afirmación y Joel entró en el baño, regulando la temperatura del agua mientras se quitaba la ropa y se apresuró a bañarse, queriendo quedarse el menor tiempo posible ahí, porque si su hijo se despertaba lo más probable era que comenzara a llorar, y su esposo en ese día lucía tan cansado como para querer hacerse cargo del bebé. Si bien, los hijos eran de los dos, Joel había asumido el papel de quedarse en casa para cuidarlos, e intentaba ser comprensivo con su esposo, porque incluso su madre le aconsejaba que no debía dejarle todo el trabajo de la casa cuando era quien llevaba el dinero. Joel se vistió rápidamente con su pijama y secó su cabello con una toalla para que no goteara sobre su ropa, y cuando abrió la puerta del baño, Noah estaba en la misma posición de antes, sonriendo mientras veía la pantalla de su móvil, haciéndolo sentirse un poco curioso por lo que su esposo veía cada noche en su teléfono, ya que parecía ser algo agradable si siempre estaba sonriendo, y cuando se acercaba apagaba inmediatamente la pantalla para que él no viera. Se subió a la cama, colocándose de rodillas detrás de Noah, pero la acción se repitió, porque este inmediatamente bloqueó su teléfono y miró sobre su hombro, como si estuviera preguntándole qué hacía. Joel tomó la toalla y comenzó a frotarla contra el cabello de su esposo para ayudarle a secarlo, porque en ese momento, con Sean durmiendo, era imposible encender la secadora si no lo quería llorando y despierto por al menos unas horas más. En ese momento, las pocas horas que su hijo dormía, eran muy preciadas. —Estoy bien —dijo Noah en un tono cansado. —¿Qué tanto miras en el móvil? —Nada. A pesar de que Noah dijo que no era necesario que su cabello fuera secado, Joel siguió por un par de minutos más haciéndolo, porque sabía que su esposo no lo haría por sí mismo, quizás él lo había mal acostumbrado a eso. —Tengo sueño —argumentó Noah. —Uhm. Joel retrocedió y bajó de la cama, para arreglar las cosas para dormir, mientras Noah se metió en la cama, durmiéndose casi de inmediato, porque ya no había las largas conversaciones que solían tener en la noche, y ciertamente, si lo pensaba, era él evitándolas, no quería a su esposo preguntando acerca de cómo había ido en su trabajo, sobre algunos colegas que él conocía por las veces que había asistido a las cenas organizadas por la empresa. Noah no reconocería que si su matrimonio había perdido la chispa que tuvo al principio, también era su culpa, después de todo, era más fácil culpar a otros, y en su mente era Joel el culpable. Esa noche había escuchado el llanto de Sean algo lejano, y luego la voz de su esposo llamándolo para hablarle sobre algo de que necesitaba medicina, pero simplemente lo ignoró y giró en la cama, colocando su almohada sobre su cabeza como diciendo que no quería saber nada. Sin embargo, la siguiente vez que escuchó un ruido, no era dentro de la habitación, sino lo que parecía un vecino ruidoso cortando el césped. ¿Por qué su casa repentinamente pareció lucir diferente?

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