El hallazgo
Repletos de licor en un sitio no muy exclusivo, lleno de drogas y mujeres vendiendo sus cuerpos a cambio de unos cuantos pesos no hallábamos Paulo y yo, un amigo de toda la vida que estaba visitando la ciudad luego de estar mucho tiempo en Argentina y no sé por qué lo llevé a ese lugar, era quizás el más fino que conocía. Él tiene siete años menos que yo, y yo tengo veintisiete.
- Fumemos algo, un poco de hierba de pronto, huele bien. –Comenté mientras sonaba Campos Neto de Diá Benga, más conocido en mi tierra como El Palenquerito.
- Dale, creo que aquella chica rubia vende.
- Veamos.
Caminábamos bailando la canción que sonaba, pero veo que él se detiene y queda perplejo.
- ¿Qué pasa?
- ¡Es hermosa!
- ¿Quién es hermosa? Ni siquiera hemos fumado el primero y ya estás diciendo babosadas.
- Mírala, es mágica. –Señaló con su mano derecha a una mujer de un metro setenta aproximadamente, vestido rojo que escasamente le tapaba el trasero. Una chica morena, pero no tanto, facciones hermosas y un cabello que le tocaba la punta de las nalgas. No era mi tipo de chica, pero no se niega su hermosura.
- Es una puta, no hay putas hermosas, solo son eso.
- Bueno, a esa puta quiero invitarla a bailar y beber con ella.
- ¿Por qué no solo le preguntas cuánto te cobra por chuparte la polla y meterla en su coño?
- Pues sería lo que ella espera que yo haga, pero no, quiero ver más allá de su v****a. Le preguntaré cuánto me cobra por pasar la noche conmigo y nos iremos de este sitio.
- ¡Estás demente Paulo! ¡Es solo una puta!
- Verás que es una mujer interesante.
Él la alcanzó y mientras conversaban yo compré mi marihuana y la fumé, Paulo seguía hablando con ella.
- Hola, me llamo Paulo.
- Chupada cuesta cinco dólares, penetración diez dólares, con beso o sin beso en medio del acto es un adicional que cuesta tres dólares. El combo te queda en diecisiete dólares, ofertas que no se ven diariamente.
- No quiero eso, bueno no lo descarto, pero luego, ahora quiero proponerte algo más.
- Dime, papi.
- Quiero que des un paseo hoy conmigo, ¿cuánto me cobras por pasar toda la noche juntos? –Ella empezó a burlarse y yo me enfurecí y lo jalé para irnos.
Cuando íbamos camino a casa me hizo una pregunta.
- ¿Sabes por qué detesto ver a prostitutas?
- ¿Porque son unas perras?
- No, al contrario, porque no lo son. En Argentina me enamoré de una, salió de ese mundo, luego tuvimos una discusión fuerte ebrios y me dijo que vendría a vivir acá a Barranquilla, sus padres eran de aquí, ambos murieron en un accidente Nunca debí dejar que ella viniera, la muerte de sus padres la dejó devastada.
- ¿Y cuándo viste a la puta esa te acordaste de tu ex? Okey, lo entiendo.
- No me acordé de ella.
- ¿Entonces?
- Era ella. Esmeralda se llama. Su nombre concuerda con sus ojos.
- ¡Qué putas!
- Se hizo muchos cambios en la cara porque drogada varios hombres intentaron abusar de ella y la hirieron, ella nunca se había drogado.
- ¿Cómo sabes eso?
- Mientras fuiste a comprar tu tabaco hablamos rápido, ella me contó. Me dio su número de teléfono. Cuando llegaste me dijo que me presentara e hiciera como si no la conocieras, por ende, dije "Hola me llamo Paulo" y ella lo único que se le ocurrió fue darme el menú. Cuando te dije que era interesante y te lo demostraría es porque esa "puta" tiene una profesión que es Psicología y una especialización en Psicología Clínica y de Salud. Ayudó a muchos indigentes cuando estábamos en Argentina, luego quedó despedida de su trabajo y sin saber qué hacer se dejó convencer de su amiga y entró a los prostíbulos, ganaba mucho dinero en eso, ahí la conocí y le dije que dejara esa mierda de vida, a la cual hoy volvió.
- ¿Y qué piensas hacer?
- Buscarla y hacer que esta historia de ella siga, pero no más empeñando su cuerpo porque ninguna mujer lo merece, yo aprendí eso cuando la conocí.
Y así ebrio fue a buscarla, de mi parte no seguí porque estaba bajo efectos de marihuana y alcohol, así que fui a casa y dormí y decidí esperar que él llegara a que me contara la siguiente parte de la historia.