Elizabeth POV
Terminaron las clases y los tres nos fuimos a preparar para salir por la noche. Jeremy y Amy me esperaban abajo; ya eran más de las cinco de la tarde y pronto anochecería. No es que estuviéramos preocupados, al fin y al cabo éramos hombres lobo y veíamos tan bien en la oscuridad como si fuera de día. Estaba prácticamente lista y preparada para salir cuando un omega vino y me llamó. El Alfa quería verme un momento antes de irme.
Primero quise negarme, preocupada por si Alexander estaba en su despacho o algo así. Pero cuando llegué a su despacho, no había ni rastro de que estuviera allí. Solté un suspiro que no sabía que estaba conteniendo.
Ya había jugado bastante al escondite en el colegio y no estaba de humor para que me pillaran ahora. Cuando llegué a la casa de la manada después del colegio, me colé por la ventana, asegurándome de no dejar rastro de mi olor dentro de la casa. Llamé a la puerta e inmediatamente recibí mi respuesta para entrar.
El alfa Jackson estaba sentado detrás de su escritorio de Bubingawood. Los patrones de la madera siempre me llamaban la atención.
―¿Llamaste, Alfa? ―pregunté con mi voz más dulce.
Intenté no ser grosera y prolongar mi estancia aquí. Tenía amigos esperando, y tenía que salir de la jaula en cualquier momento. Estaba nerviosa por si me pillaban.
Me miró por encima de sus gafas; sus ojos marrones estaban un poco tristes, y su sonrisa no le llegaba a los ojos. Me conocía muy bien y se daba cuenta de que estaba nerviosa por alguna razón. —Tenemos que hablar, Elizabeth—. Me di cuenta de que hablaba en serio y de que no estaba seguro de cómo decirlo. Se pasó los dedos por el pelo gris.
―¿Qué pasa con Alfa? —recuerdo que en los últimos días nunca había acabado en su despacho, así que no tenía ni idea de qué se trataba. Alfa Jackson nunca era de los que se andaban con rodeos; iba directo al grano y te golpeaba con hechos. Esto, sin embargo, era un poco fuera de lo común
—Será mejor que te sientes —me senté en el caro sillón de cuero n***o frente a él y me acomodé. Dudaba en empezar. Lo sabía porque básicamente vivía en este despacho; era peor que los despachos principales, así que conocía bastante bien a Alfa Jackson. Entre nosotros, el director me envió directamente al despacho del alfa para que me arreglara. Uhm, mi supuesta aura era un poco intimidante para que ellos la manejaran.
―¿Qué pasa, Alfa? ¿Es Xavier? —me puse ansiosa amaba a mi hermano idiota, pero perderlo principalmente me volvería loca.
―No. No, querida niña, te lo prometo, no es eso —le di una mirada calculada, comprobando si estaba mintiendo. Cuando no pude encontrar ninguna señal, negué con la cabeza.
―Entonces, ¿por qué estoy aquí? ―había un poco de aspereza en mi voz.
Se dio la vuelta, abrió uno de los cajones laterales de su escritorio y sacó un sobre. Dio la vuelta a la mesa y me lo entregó. Pude ver que el papel del sobre había comenzado a ponerse amarillo con el tiempo. Se apoyó en el escritorio y se sentó encima.
―¿Qué es esto? ―salió en apenas un susurro.
―Respuestas a tus preguntas ―se cruzó de brazos―. Abre el sobre para que pueda explicártelo.
Hice lo que me pidió. Dentro había tres viejas fotografías de una pareja feliz desconocida. La mujer se erguía orgullosa y tenía el pelo blanco más puro que he visto. Sus ojos azul hielo destacaban sobre su piel clara de porcelana. Era hermosa. El hombre que la acompañaba era todo lo contrario, tenía el pelo n***o y rizado y los ojos plateados; era enorme y dominaba la pequeña estatura de ella; su piel era de un marrón dorado que contrastaba con la blanca de ella. La mujer llevaba en brazos a un niño de no más de un año, supuse, y tenía los mismos ojos plateados que el hombre. La familia parecía feliz y orgullosa. Di la vuelta a la foto y encontré una nota y una fecha escritas en el reverso. —Elizabeth 1 año—. La segunda y la tercera eran similares, con la misma nota pero fechas de años diferentes.
―¿Esta es mi familia? ―mi voz tembló; las lágrimas se habían formado en mis ojos y suplicaban ser liberadas.
―Sí, lo son ―respondió honestamente.
Pero antes de que pudiera continuar, estallé de ira, interrumpiéndolo.
―¿Por qué ahora? ―me dolió que todo esto me fuera ocultado durante tanto tiempo.
―Lee la carta ―se levantó y caminó hacia el mismo cajón, sacó otro sobre de su escritorio y me lo entregó. Ya había abierto la primera carta que estaba sellada, desdoblando las páginas que se volvían quebradizas bajo mis dedos.
Mi querida Elizabeth,
Si estás leyendo esto, acabas de cumplir la edad legal de hombre lobo de diecisiete años y lo más probable es que ya hayas conocido a tu loba, Kona.
Sé que estás buscando respuestas y probablemente has estado en la biblioteca investigando. Encontrarás información mínima sobre nuestra historia. Puedo prometerte que tendrás toda la información en los libros de tu biblioteca personal cuando llegue el momento.
Ya hemos visto atisbos del futuro, y me llena de alegría saber que te has convertido en una mujer extraordinaria. Una mujer fuerte, luchadora y hermosa por dentro y por fuera. Y estamos muy orgullosos de ti por la mujer en la que te has convertido.
Estamos muy arrepentidos de haber tenido que dejarte a una edad tan tierna, hija mía, pero no tuvimos otra opción.
Nosotros, tu padre y yo, hemos tenido mucho cuidado en mantenerte a salvo y ocultarte del mundo exterior tanto como hemos podido.
Hemos tomado precauciones extremas al elegir a tu padrino, uno que te entrenaría para convertirte en una guerrera excepcional, te llevaría hasta tus límites, te disciplinaría por tus malas acciones, te enseñaría la diferencia entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, y aun así te amaría como si fueras suya.
Será duro contigo, y no espero menos, y no te malcriará, pero se asegurará de que tengas lo básico para que aprendas a trabajar al mínimo y a improvisar. Has hecho largas horas de trabajo, pero si echas la vista atrás, también comprenderás que esas horas que te han dedicado no sólo han limpiado tu mente, sino que también han fortalecido tu cuerpo y te han mantenido alejado de las travesuras. Sí, sabemos de todas las travesuras en las que te has metido, y tanto como nos entretenía, nos hacía creer que aún tenías un buen corazón.
Tienes una personalidad extremadamente colorida, y fue difícil colocarte con alguien que pudiera manejar tu terquedad y fuerte voluntad, entrenarte y amarte sin que lo supieras o alguien te encontrara.
Así pues, la razón por la que te hemos enviado con nuestro querido amigo, el Alfa Jackson Wolfgang, el Beta de nuestra Corte Real, es que le hemos confiado tu vida. Ahora necesitas confiar en él también. Él recibió una carta similar el día de tu llegada.
Tu hermano, Xavier, no es tu hermano biológico; es tu guardia personal. No te enfades con él por mentirte; acaba de enterarse de que será el guardia privado de la futura Reina Luna. Alpha Jackson le ha sometido a un entrenamiento extremo para que esté preparado para estar de nuevo a tu lado. Créeme, te quiere tanto como el día en que se convirtió en tu hermano. Nunca dudes de su amor por ti. Él no sabe que es a ti a quien servirá. Y no se lo dirás hasta que haya llegado el momento preciso.
Nana, tu abuela, lamentamos la pérdida que has sufrido. Era la abuela de Xavier, y sé que te quería tanto como ha querido a Xavier, quizá incluso más. No se pongan tristes porque se la hayan arrebatado; fue valiente al protegerlos a los dos. Cumplió su destino al llevarlos a los dos vivos a Alfa Jackson, y conocía los peligros de hacerlo.
Sé que has estado en un camino difícil con tu compañero; él vendrá. Pero habrá una fisura temporal y más angustia. Créeme, es necesario para él y para ti. No aceptes su rechazo. Eres la persona más fuerte que conozco. Mantén la fe. Todo saldrá como debe. Lo necesitas para completar tu destino; ambos necesitan estar mano a mano para enfrentarse a las fuerzas del mal. Él te amará y será tu rey. No renuncies a él; aunque lo odies por todo el daño, tu amor será mayor que la pena que ahora te proporcionará. Créeme, la Diosa de la Luna te ha proporcionado el mejor compañero, aunque testarudo. Cuando llegue el momento, perdónalo y sigue adelante. Su fuerza estará el uno en el otro. No pierdas de vista todo el mal que te está haciendo. No pierdas la fe por todo el dolor que te está causando y nunca le cierres tu corazón. Él es el recurso de tu vida.
Necesito que confíes y me creas cuando digo esto: ustedes dos, tú y Kona, están destinadas a estar juntas para siempre. Ella es tan parte de ti como tú de ella. Ella te llevará a la grandeza. Confíale tu vida; aunque te moleste hasta la muerte, sabe lo que hace. Su amor por ti y por su compañero predestinado, Kevin, es más fuerte que cualquier otra cosa. Está dotada del poder de la luz de la luna; tú, mi dulce niña, naciste bajo una rara luna de sangre, lo que te hace extremadamente poderosa. Desbloquearás poderes a medida que llegue el momento, y descubrirás cosas por ti misma que no sabías que podías hacer. Se encontrarán en situaciones que pondrán a prueba no sólo sus fuerzas, sino también sus resistencia, coraje y poderes. Cuídense los unos a los otros y confíen los unos en los otros; lo necesitaran para poner fin a la Gran Guerra entre nuestras especies.
Por favor, les ruego que no intenten buscarnos. No malgastes energía en algo que hará que las maten. No intenten averiguar la verdad sobre nuestra desaparición o dónde estamos. Algún día nos encontrarás y volveremos a ser una familia. Eso es lo que te prometo, mi amor.
Mi adorada hija, estoy verdaderamente orgullosa de ti y nunca dudaré de que siempre has sido amada. Se me caen las lágrimas al escribirte esta carta. Me duele el corazón de pensar en dejarte ir. Ya te echo de menos. Y te queremos más que a nada en el mundo.
Todo nuestro amor,
Tu madre, la Reina Luna Rosaline Wintermoon
PD. Dentro del sobre hay un colgante familiar de una luna creciente; llévalo siempre contigo.
Las lágrimas corrían libremente por mis mejillas. No tenía palabras cuando abrí la segunda carta, dirigida a Alfa Jackson. Fue corto, pero directo al grano. Supongo que mi padre era un hombre de pocas palabras.
A mi noble amigo y Beta, Jackson Wolfgang,
Siento mucho este breve anuncio, pero tenemos poco tiempo.
Te envío a mi amada hija y a su joven protector. Entrénalos bien.
Ya sabes lo que tienes que hacer.
Atentamente,
Rey Alfa, Daniel Wintermoon.
Alfa Jackson se sentó en el borde de la mesa, mirándome mientras terminaba de leer, sus ojos marrones no se apartaron de mi rostro por un segundo. Me sentí avergonzada de que mis lágrimas cayeran como una cascada sobre mi rostro, goteando en el papel viejo y dejando gotas de lágrimas en la escritura vieja, manchando la tinta.
―¿Alfa? ―mi voz se quebró.
Sacudió la cabeza.
―Todo esto fue planeado hasta el más mínimo detalle ―se aclaró la garganta y dijo―: Tu madre desciende de la Diosa de la Luna y puede hablarle directamente. Deberías poder hacerlo también. Las imágenes de las que habla tu madre son atisbos del futuro. Y créeme, ella podía verlo. Ella sabía el resultado de todo lo que hacías, incluso cuando a veces tenía que castigarte por ser un dolor en el culo. Ella confió en mí para mantenerte sin convertirte en una mocosa malcriada —sacudió la cabeza como si tratara de pensar si tal vez era demasiado estricto conmigo, y luego soltó una pequeña sonrisa―. Tu padre vino y me pidió personalmente que fuera tu padrino el día que naciste. Irónicamente, yo estaba allí en la sala de espera con él cuando naciste.
―¿Por qué tuvieron que esconderme? ¿Por qué no me llevan con ellos?
―Al principio intentaron hacerlo, pero tu personalidad te delató. No te inclinaste ante nadie, y te negaste a escuchar cualquier orden de Alfa, y ni siquiera las órdenes de tu propio padre pudieron hacer que escucharas y obedecieras, y él es el Rey de los hombres lobo ―soltó una risita y sus ojos brillaron con diversión―. No pudieron controlar tu arrebato de fuerza, y eso hizo que fuera más peligroso para ti estar cerca de ellos.
Se levantó, se sirvió un vaso de whisky y bebió un buen trago del dorado líquido que contenía.
—Sabían que sería difícil controlarte, y no querían que te controlaran. Dicho esto, alejaron el peligro de ti, intentando ocultarte de lo que vendría.
―¿Quién me busca y por qué? ―nunca pensé que estaba en peligro.
―Fuiste creado a partir de las esencias de la Diosa de la Luna, lo que te convierte en un descendiente directo de la Diosa y esencialmente en su hija ―estaba confundida, no entendía lo que me estaba diciendo, así que continuó―. Tu padre es quien te proporcionó lo esencial para la vida. Tu madre te llevó y te dio a luz, pero la diosa misma te había bendecido con sus poderes de luz de luna. La Diosa te convirtió en uno de los seres más poderosos y peligrosos que ahora caminan sobre la tierra. Eres buscada por muchas criaturas para ser controlada y utilizada para su propio beneficio.
―Solo soy una chica, Alfa ―me interrumpió.
―Sí, lo eres, pero pronto encontrarás todo tu potencial ―dijo, bebiendo el resto del whisky y colocando el vaso sobre la mesa―. Hay una profecía que establece que el lobo más fuerte y poderoso nacerá bajo la luna de sangre y se le otorgará un lobo con el poder de la luz de la luna, que traerá la paz entre todas las especies de hombres lobo y criaturas míticas. Estamos en guerra mientras hablamos. Los ataques de delincuentes han aumentado en los últimos años y se están saliendo de control. Teníamos que empezar a prepararte para lo que vendrá después.
―¿Sabes quién es mi compañero? ―era una pregunta al azar, pero quería saber si lo sabía.
―¿No lo sabes? ¿Por qué lo preguntas? —preguntó con curiosidad.
―Si te lo digo, debes prometerme que no interferirás ni le dirás una palabra a nadie con respecto a esto.
Él asintió con la cabeza y dijo: ―Te doy mi palabra.
Mi madre dijo que podía confiar en él, así que al diablo con eso. Aquí vamos.
—Es tu extraordinario hijo —el veneno era evidente en mi voz.
Se sorprendió por mi arrebato.
―¿Qué ha hecho? ―preguntó cuidadosamente.
―Ya me ha rechazado seis veces ―respondí, y sus ojos se abrieron como platos ante mi arrebato.
―¿Él hizo qué? ―Alfa Jackson rugió de ira y frustración.
Nunca había visto a Alpha Jackson tan enfadado; se había puesto colorado y jugueteaba con el cuello de la camisa.
―Kona lo pasó mal ―comencé a explicar.
Alfaa Jackson tenía ahora las manos en su pelo gris. Si tiraba más fuerte, se arrancaría un poco—. Y ella me tenía capturada en el tiempo intentando que no me rechazara durante los últimos siete días.
—Lo siento, Elizabeth; de verdad que no lo sabía. Si hubiera sabido lo que tramaba, le habría dicho las consecuencias de sus actos.
—Lo sé, pero prometiste que no interferirías. Necesito hacer esto por mi cuenta. A partir de ahí, decidiré lo que tengo que hacer.
Se limitó a asentirme y a sonreír.
—Seguro que eres una mujer fuerte, Elizabeth... Eres más fuerte de lo que crees.
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