Me Siento Tan Bien a Tu Lado

4901 Words
5 de febrero de 2017 Jordán —¡Nos vemos, madre! —alce la mano, despidiéndome. —¡Esta bien!, pero regresa temprano. Estos días hay demasiados robos —me sugirió desde la cocina. —Ja, ja sí, siempre regreso temprano —cerré la puerta y me dirigí hacia el paradero. Bueno, son las 2 de la tarde, esta vez arregle mi celular para que no pase vergüenza, ya que conociéndome bastante soy capaz de entrar nuevamente en el mismo momento como ayer. —Debería apurar el paso —. —¡Toda avenida, toda avenida la marina! —¡Sube! —. —¡Dale, dale! —. —Suspiré —creo que me sentare al fondo —. Ayer, le prometí traerle un Starbucks, así que primero pasare por el centro comercial. Supongo que hoy me contara todo lo relacionado con su vida, no sé si estará mal que me cuente cada detalle, ósea solo soy un chico vio en ella la perfección y pues… No lo entiendo… ¡Que importa! Si Alessandra decide contarme, entonces la escuchare atentamente, pero si no quiere, solo me queda aceptarlo. —Tsh, tantos problemas que me hago —. No es momento de pensar en eso, de ahora en adelante tengo que hacerla feliz como la primera vez que nos conocimos. Si ella está triste, tratare de hacerla sonreír, ya que una vez me prometí a mí mismo proteger esa sonrisa.  Centro comercial... —Veamos, ella quería un Starbucks —. Pero, ¿¡De que!? Tantas veces que hemos salido juntos y no me acuerdo cuál era su favorito. —Este...señora, ¿Me pod...? —No soy señora, niño. Soy una joven de 23 años —me respondió la cajera con voz arisca. —Oh, disculpe. Bueno, quisiera... —¿Cappuccino? —pregunto reventando el chicle que tenía en su boca. —S-sí, supongo... je, je —mostré una sonrisa de nerviosismo. —¿Eh? ¿Dónde está la chica que siempre te acompañaba? —me pregunto la encargada, mientras armaba el vaso. —Ella...un momento, ¿Usted la recuerda? —Pues, obvio. Ella es una chica demasiada hermosa e inocente, pero... —me miro de pies a cabeza. —La mire —ese es un golpe bajo para mí —. —Puede que sí, puede que no. Bueno, terminare el encargo —contesto ignorando completamente lo que mencione antes. —Cierto, ¿Dónde está ella? —. —Ella...bueno, está en el hospital —respondí con voz baja. —¡¿Que?! —exclamo, dejando caer toda la leche en el vaso. —Señora digo señorita… La leche —le señale. —Oh, ¡Mierda! —agarro un trapo y empezó a limpiar la zona manchada. —Esto va a demorar —suspiré —como le decía ella tiene una enfermedad, que es imposible tratarlo en nuestro país. —Ya veo —se levantó y empezó a armar el vaso nuevamente — y ¿Cómo se encuentra? —. —Bien, ella esta en descanso hasta que arribe a U.S.A —mencione. —Eh, ¿Estados Unidos? ¿Ya está todo listo para que llegue allá? —. —Sí, supongo que es casi imposible verla de nuevo por acá —dije con voz baja, ya que al mencionar esas palabras, me vino un sentimiento de tristeza, saber que ella difícilmente pueda pisar el lugar donde tantas anécdotas tuvimos juntos… —Listo, mándale este de caffe latte va por mi cuenta —. —¿Eh? ¿Por qué? —. —Es por un agradecimiento que tuve con ella. Espero, vuelva otra vez, ya sea contigo o sin ti, es lo mismo. —Suspiré —le aseguro, que la siguiente vez estará por acá, y conmigo no se olvide —le sonreí. —Está bien, nos vemos… ¡Verdad! ¡Hey, joven!  —Voltee ¿Qué pasa? —pregunte confundido. —Dile que va de parte de Alissa  —¡Esta bien! —me retire, aunque con más preguntas que respuestas ¿Qué habrás hecho, Ale? Alissa —Esa chica…realmente me salvo de un día del asco. 2 de agosto de 2016 —¡¿Qué!? ¿¡Como es posible que te estafaran con 100 soles!? —exclamo mi jefe de la tienda. —Lo-lo siento, jefe —respondí con voz baja, sé muy claro que, si le falto el respeto, él… —¿¡Que!? ¡Habla más fuerte!  —Lo siento —la paciencia se estaba perdiendo, pero mi forma de “Alocarme” es muy mala, ya que la mayoría de veces lloro y así no puedo enfrentarlo. —Tendré que descontarte, y esta vez será 200 soles  —Pero...mi universidad, tengo que- —Debiste pensarlo antes de que te agarraran como idiota —contesto con voz arisca. —Tiene razón... —agache la cabeza y solo deseaba que se fuera para desahogarme por dentro, aun si la gente miraba. 10 minutos después... —¡Buenas! Quisiera un caffe latte, por favor —pidió esa chica con una voz dulce. —Si, en unos momentos —le respondí con una voz desanimada, después del roché que tuve, no quería trabajar, aunque este mal. —Eh...Señorita, ¿Le pasa algo? —me pregunto curiosamente acercándose hacia mí. —Nada de tu importancia, mocosa. —Oh, ja, ja sí, tiene toda la razón no es de mi importancia —contesto un poco nerviosa parece que la intimide con mis palabras. —Lo siento —dije con voz anodina —en unos momentos estará su orden —. —¿Sabes? No me gusta ver a las personas tristes, y más aun en estos tiempos je, je se que suena raro que te diga una persona desconocida, pero ¡Animo! Ja, ja es malo estar desanimado, ya que puedes preocupar a las personas de tu alrededor —voltee a verla y ella sonrió, parecía que lo decía verdaderamente de corazón, pero… —Aquí esta tu caffe latte —la ignore completamente, aunque… —Bueno, te regalo este vaso —me sonrió nuevamente. —¿Qué? ¿De qué hablas? Está prohibido —respondí de mala manera. —Ja, ja está bien, yo lo pague, y ahora te lo regalo —. —¿Qué? ¿Por qué haces esto? —yo escuché sus palabras, aun así, pensé que una chica de su edad algo incierto. —¡Vamos! Tómatelo, es uno de mis preferidos je, je —. —Oh, gracias… —¡Verdad! Antes de irme, siempre sonríe. Una sonrisa es mejor, que estar toda triste por algo. Recuerda, que una persona feliz, tiene un final feliz ¡Nos vemos! —. 5 de octubre de 2017 —Espero, tú también tengas un final feliz... —. —Eh, señorita ¿Podría tomar mi orden? —. —Oh, ja, ja. Si, claro —. Alessandra Hospital Essalud... Toc, Toc... —¡Espere un momento! —dijo mi enfermera. Tal vez, sea Jordán ¡Toc, Toc! —¡Espere! Todavía no es hora de visita, así que —. ¡Abrió la puerta! Eso no se hace Jor… —Enfermera. Primero se dice, ¿Quién es? Luego, se dice lo que menciono —dijo el doctor con voz varonil. —¡Doctor Marcos! ...disculpe —se levantó del asiento rápidamente y se puso en un lugar más alejado, ya que el doctor tenía que revisarme. —Suspiro —Bueno, ¿Cómo has estado, Alessandra? —. —Bien, pero… —Pero, ¿Qué? —. —Es que me duele un poco la cabeza je, je. —Ya veo...mañana mismo te hacemos una radiografía de cráneo, ¿Entendido? —Pero... —¿Entendido? —Está bien... ¡Toc! ¡Toc! —¿Quién es? —pregunto la enfermera. —Soy yo, Jordán ja, ja ¿podría dejarme pasar? Ya es hora… Sí, son las tres de la tarde —toco la puerta otra vez. —Una pregunta, Alessandra ¿Él es tu enamorado? —me miró fijamente. —Eh, que...no lo creo —respondí nerviosamente mirando a otro lado. —Suspiro —¿Hágalo pa... —¿Enferma? ¿Está ahí? Espera, ¿Alessandra estas ahí? Si estas, dime que llegue a la hora correcta —. —Tus padres te prohibieron, que tengas una relación, ¿Cómo me explicas esto? —pregunto seriamente. —Es que... —Se que está mal, pero ¿Doctor?, este... —Joven, una sola pregunta ¿Usted esta con ella? —volteo rápidamente, y fijo su mirada donde estaba Jordán. —No —susurre haciendo una equis. —Él asintió con la cabeza suavemente —¿Yo? La verdad es que solo es mi amiga ja, ja —aunque respondió muy inseguramente. —Suspiro —solo puedo decirte, que está prohibido, Alessandra —me miro y se retiró con su acompañante. —Hasta luego, doctor —Jordán hizo el saludo de militar, aunque hasta para mí era muy inoportuno. —Ja, los chicos de hoy en día —cerró la puerta. —Bueno, para la otra espero afuera je, je —se sentía incomodo Jordán, aunque es un tremendo roche lo que acaba de hacer. —Ja, ja si, supongo —. —¿Acaso pensaste que no se dio cuenta? El doctor Marcos es más astuto, que ustedes jóvenes —comento la enfermera. —Ja, ja creo que sí. Bueno —se sacó su mochila y abrió el cierre —tengo un regalo para ti —se acercó a mí con un… —¡Oh! Caffe latte, es mi preferido ¡Gracias Joro! —lo abrace, hace tiempo que no probaba esto. —No sabes lo feliz, que me hace escuchar ese apodo —susurro —¡Espera!, yo traje cappuccino, que...oh, ya recuerdo ja, ja. —¿Qué paso, Jordán? —pregunte confundida. —Es que, no solo yo te traje un Starbucks, también la chica de la tienda je—. —Ya veo...creo, que ya se porque lo hizo —saque la cañita. —¿¡Enserio!? Dime, porque se me hace raro eso —. —Bueno, es que...no, mejor no —me reí. —Eh, ¿Por qué? Que mala eres, Alessandra —me miro algo triste, aunque se sentía falso por alguna razón. —Son secretos, Joro je, je —respondí, aunque recuerdo ese día muy claro, después de todo, si le ayudo mis palabras o eso quiero creer. —Suspiro —Bueno, creo que es el momento de saber toda la verdad ¿No crees? —. —Sí, supongo que tienes razón —. ¡Hello Moto! *Empieza a sonar ese sonido que escuchábamos en nuestra infancia* —¿Hola? ¿¡Que!? Maldi...está bien, voy para allá —. —¿Qué paso, enfermera? —pregunto Jordán, que estaba a mi costado. —Una de mis compañeras confundió las pastillas de un paciente, entonces necesito arreglar este tema, ya que soy la encargada esa zona —se paró de inmediato —con su permiso, no hagan nada malo —dijo, retirándose rápidamente. —Ya veo... —Jordán... —¿Qué pasa, mi querida Ale? Ja, ja eso suena un poco... —Podrías hacerme un favor —agache la cabeza y entrelace mis dedos. —Este...si, supongo —me miro confundido. —Quisiera ver el cielo —le mostré una sonrisa de oreja a oreja. —¿El cielo? Ale, pero tú no... —¡Tal vez este mal!, pero quisiera contarte todo al aire libre, por favor —le mire con unos tiernos, mientras lo veía dudar. —Es que...es casi imposible, que no me vean salir contigo. —Joro —me acerque a su oído y con mi mejor voz —Por favor —. —Pero, tu —se quedó callado, pero estaba entre querer hablar y no decir nada — ¡Dios! Está bien —. —¡Que felicidad! Ya me aburría de estar todo el día echada —. —Ja, ja espero no me boten por esto —. —Bueno, es hora de... —¡Ale! —Jordán me sujeto, al parecer, no caminar muy seguido hicieron que esto se volviera algo “difícil” de manejar. Mis piernas las siento débiles, no creo poder llegar hasta arriba. —Ja, ja tal vez, me excedí un poco —. —Por favor, no hagas ese tipo de cosas, no podemos hacer nada por ahora...—. —Pero... ¡Ya se! ¿Y si me cargas? —. —¿Qué? Pero, se notaría más nuestra presencia —. —Ja, ja no te preocupes, Joro. Por esta zona del hospital, no pasan tantos enfermeros ni personas. —Tienes razón, ya que...estamos en UCI —Jordán bajo la mirada, sé que verdaderamente le afecta esto, así que solo me queda apoyarlo, aunque él debería hacer eso ja, ja. —¡Oye! —le tire la almohada. —¿Eh? —me miro un poco triste. —¡No quiero verte con esa mirada! ¡Vamos a luchar juntos ¿Cierto?! ¡Me estas enfermando más con esa tristeza! —. —Es que... —¡No sigas! ¡Ese no es el Joro, que conozco! ¡Tráeme de vuelta a ese Joro! —. —Ale… —Por favor… —Suspiro —ja, ja ¿Qué he estado haciendo? Yo debería de mantenerte feliz —. —Le agarre de las manos y lo mire —entre los dos debemos mantenernos felices ¿Esta bien? —pregunte con voz dulce. —Asintió con la cabeza —entonces ¡Vamos al último piso! ¿Te parece? —me dijo entusiasmado. —¡Exacto! Pero, ¿Podrías hacerme un favor?  —¿Qué pasa, Alessandra?  —Quisiera que me cargues, es que son como 5 pisos, y no quiero ir por ascensor —sonreí casualmente, aunque era porque quisiera tener un poco más de tiempo a solas con él. —Ja, ja está bien. Primero, déjame ver si no hay muros a la costa —se dirigió a la puerta, y volteo a los dos lados. —¿Hay alguien pasando cerca? —. —Creo, que no... ¡Bien! —se acercó nuevamente —¿Estas preparada? —¡Si!, no te preocupes —respondí alegremente, solo espero que siga manteniendo esa sonrisa cuando le diga toda la verdad. —Vamos —se arrodillo y me mostro toda su espalda. —No te muevas mucho, Joro —me subí encima de él. —Uno, dos y ¡Tres! —se levantó agarrándome por detrás de mis piernas —¿Te encuentras bien? —Sí —. —Suspiro —todo lo que hago por amor ja, ja. —Ja, ja y para que completes todo el amor que sientes por mi ¿Podrías llevar mi caffe latte? —le señale hacia la mesita de la cama. —Ja, ja está bien. —Es que quiero tomarlo arriba en este clima, que a veces hace frio, y otra vez hace calor —. Escaleras del hospital... Jordán Cada paso que doy, siento como se escucha y resuena en mis oídos. En este lugar, ya tantas personas, solo aquellos que luchan por su vida. —¡Si dices algo de mi peso te juro que te daré un palmazo! ¿Entendido? —preguntó ella con voz arisca Quisiera, que pesaras más. Así, sabría muy en claro que todo está bien. —Ja, ja no diré nada. Te lo prometo  Cada paso que doy, siento como es tan ligera en mi espalda, siento como si no cargara nada, y eso me duele mucho. Pero, de alguna manera me siento muy tranquilo, sentir su olor, sentir su respiración...me alegro de que este bien ahora. Me alegra que ella siga luchando con algo que es desconocido y aun así siga sonriendo. —Oye, Jordán, falta un piso ¡Rápido! —dijo con voz dulce. Quisiera que este "Ahora" durara para siempre, aguantaría 30 pisos más si es necesario con tal de tenerla a mi lado. Ella ama los cafés, le gusta demasiado, ella siempre quiere ver feliz a los demás. Por lo tanto, siempre hace feliz a aquel que tiene tristeza por dentro. Ella es una chica normal, tan frágil e inocente ante este mundo tan asqueroso de personas maliciosas. —Ale, ¿Te duele algo? —No... —siento como se acerca a mi oído —te quiero, Jordán —dijo con voz baja haciendo que sienta una combinación de felicidad con tristeza dentro de mi corazón. —Yo también, Ale. —Después de tiempo, me siento tan bien, que haría lo posible para caminar a tu lado —contesto Alessandra abrazándome. —Le toque la mano —te prometo, que ese día llegara. —Muchas promesas haces Jordán —ella soltó una pequeña carcajada. —Todo sea para cumplirlos a tu lado —después de todo, el miedo que tenía en ese instante se estaba controlando, pero siento que en cualquier momento se puede librar. —Alza la mirada, ya llegamos ja, ja tonto  —Ja, ja tienes razón —abrí la puerta. Quizás, sea un tonto por preocuparme tanto, sé que ella es capaz de luchar hasta el final. —¡Increíble! ¡Es verano!  Las nubes de color gris no estaban presentes en este momento, el cielo se tiño de un color celeste puro, mientras ella miraba emocionada por tal escena, me alegro por eso, ver su sonrisa me da tranquilidad. A mí no me importa tanto el clima, con tal verla así…Me es suficiente. Ale, alzo la mano queriendo tapar el sol con un dedo, se sentía alegre, se sentía cómoda en el último piso del hospital. Por fin podía respirar aire fresco...creo que logre recuperar su sonrisa. —Bueno —me arrodille y la baje —puedes sentarte en ese asiento que tienen los hospitales ¿Serán para los enfermeros? —. —Ella se sentó y cruzo un poco las piernas —En realidad, es para los pacientes que vivirán el resto de sus días acá... —¿En serio? Menos mal, tú no eres de esas pacientes —puse mis manos en mi cintura y le pregunté algo irónico —¿Verdad? —. —Ja, ja sí, sí. Después de todo, mi enfermedad no es tan grave —. —Bueno, este... —¡Jordán! ¿Podrías pasarme mi caffe latte, por favor? —me sonrió. —Oh, sí. Toma… —¡Esta deliciosa! —. —Cierto... —Y ¿Cómo te ha ido con tu libro? ¿Has avanzado? —No he avanzado tanto desde esa vez. —¿Por qué? —puso su mirada en mi y con sus ojos tan bellos quería que respondiera a la fuerza. —Aunque, le haya prometido a mi tío terminar su historia, solo he hecho un desastre. La historia que te mostré no tiene casi nada de leídas en w*****d —respondí con voz baja. —Ya sabía, todavía tienes ese miedo, que nunca le hablaste a Carlos... —Solo, no soy lo suficientemente bueno para crear historias —. —A mí me gusto, y te lo dije repetidas veces. Me encanto tu... —¡Basta, Alessandra! Tal vez, mis sueños sean muy importantes, quizás siempre les diga a todos, que no deben rendirse...pero, yo no consigo avanzar en esto —apreté mis dos manos, debía controlar mis impulsos. La historia que alguna vez creo mi tío, pensé que era una maravillosa idea y quise perfeccionarlo, así que lo publique en w*****d, aunque hasta ahora no he pasado de las dos mil leídas… ¿En realidad es el sueño que tengo? —El chico que siempre creía en sus sueños, ja, ja —. —¿Qué te parece gracioso? —pregunte algo que fue de mi disgusto para mí. —Que esa frase va contigo hasta ahora. —No entiendo… —Siempre te he visto luchar, Jordán ¿Por qué ahora no? ¿Es por mí? No te preocupes por eso. Mi promesa que hice contigo las cumpliré, pero no cometas más errores, por favor —. —Pero, yo... —Iniciamos este camino juntos ¿Cierto? Y siempre, si es que hay futuros alternos, te aseguro que en todos terminamos felices. ¿En realidad es el sueño que tengo? Mas que solo ser un sueño, creo que la meta que todos pensamos se necesita de una persona más para perfeccionarlo… Sí, hablo de ella. —Supongo, que tienes razón —. —¡Vamos, Jordán! Siéntate a mi costado. Venimos por algo ¿Verdad? —. —Verdad —. Ella no me miro y solo atino a ver el cielo que estaba pintado de celeste. —Te aseguro que, si presentas tu historia en una editorial, ellos de inmediato van a firmar ¡Te lo aseguro! Ja, ja. —Ja, ja tiene razón, y cuando lo hagan, entonces cumpliré mi primera promesa de hacerte parte de mi película llamada ¿Somos capaces de pedir perdón? Donde el protagonista termina siendo feliz al lado de su chica... —Y yo seré la chica... —¡Por supuesto! Y yo hare una escena donde el protagonista se case cuando logre sus sueños, y sepa...  —Ja, ja ¿Qué dijiste hace rato? —. —Que el protagonista...—. —Ja, ja eso no, lo anterior. —Que no consigo avanzar —. —Ya vez, eso es mentira. Tienes un gran potencial, Jordán. Tienes ese talento de imaginar bastantes cosas, y que sean grandes ideas en tus libros ¿Lo entiendes? —. —Alessandra… Sigo sin entender como el destinó nos cruzó ja, ja —Es que, mira lo he pensado estos días y se me hace raro que justo los dos hayamos llegado tarde y que yo quisiera preguntarte la hora a ti, ósea de tantas personas ¡Solo a ti! Muy irónico ¿No crees? —. —Si tan solo me levantaba temprano esa vez, creo que nunca hubiéramos interactuado tanto —comente. —Y menos dentro del salón ja, ja —. —Ja, ja tienes razón… —¿Lo peor? Que nunca hubiera sido feliz —ella volteo a mirarme esta vez —Joro, ¿Cuánto crees que hubiera cambiado nuestros destinos si no hubiéramos llegado tarde? —. —No lo sé —me dejo sin palabras, con ver su hermoso rostro, no podía hablar claramente. Ella soltó una risa y volvió a mirar al cielo. —¿Qué te gustaría hacer ahora? —me pregunto. —Esta vez, quisiera pensarlo, Alessandra —me recosté en su regazo. —Eres un pervertido al sentarte en mis piernas —bajo la mirada para verme, así que para ocultar mi vergüenza cerré los ojos. —No soy un pervertido, solo quiero descansar un poco —afirme. —Resumiendo eres un pervertido —me acaricio la frente —solo por esta vez, dejare que hagas eso —su forma de hablar, al parecer, estaba avergonzada. —Gracias por su servicio, señorita Alessandra. A cambio de eso, le comprare un caffe latte —comente con voz formal. —Ja, ja yo ya recibí mi premio y es que sigas a mi lado a pesar de todo —. Daria todo por quedarme toda la vida contigo, Ale. Casarnos, tener nuestra propia casa, mudarnos a un lugar lejos de la gente, solo quisiera estar contigo y disfrutar mis últimos días, sentados mirando la vista del mar —Te quiero, Alessandra —. —Yo también te quiero, Joro —abrí mis ojos y como siempre ha sido, vuelvo a ver esa sonrisa que prometí proteger. Tantas veces que una persona pide ayuda para ser salvada, y tú afrontaste ese futuro que tanto quieres, un futuro donde los dos estemos juntos…pero por alguna razón siento que algún día perderé a todos, Carlos, mi mamá, mi hermana, y a ti… —Siento que me quedare solo en este mundo...—. —Estas totalmente equivocado, yo siempre estaré a tu lado, ¡Me tienes a mí, Jordán! —contesto Alessandra con voz dulce. —Ale... —¿Sabes? Me voy a Estados Unidos el 14 de febrero a comenzar con mi operación... —¿Qué? —esas palabras hicieron que mi corazón sintiera un fuerte dolor. —Lo siento por haberte mentido que me iré a estudiar je, je, pero esa vez no sabía si aceptarías eso. La mayoría de veces no me acerco a los hombres, pero tu... —Yo...—. —Tu fuiste la excepción —. —Me pare de inmediato —al parecer, estos días me enterare de bastantes cosas. —Pero, te prometo, que me esforzare hasta el final, ¡Me esforzare como si no hubiera un mañana! Solo para reencontrarnos otra vez...—. —Y esta vez, ser felices... —me acerque y la abrace fuertemente. —La razón por la que lucho hasta el final, la razón por la que peleo como loca en las operaciones, eres tú...me diste el deseo de buscar la felicidad a tu lado, Jordán —.  —Saldremos de esta juntos —le di un beso en la mejilla. Nos quedamos sentados hablando sobre unas cosas más, ella no menciono algo más, que solo recordar nuestros días en los que estábamos felices, aunque esas fechas éramos felices; mejor dicho, yo era el que estaba contento, mientras ella luchaba por su cuenta. Llego un momento en el que nos quedamos callados, no había palabras para seguir expresando nuestra felicidad, solo con que sintamos nuestra presencia, con que nuestros sentimientos estén juntos, con eso… Me basta. —Joro, quisiera ver la vista dese acá —señalo una esquina de las cuatro que había en la azotea del hospital —¿Podemos acercarnos? —. —Suspiré —Esta bien —me agaché nuevamente. —¡Gracias!  —Uno...dos... ¡tres! —me levanté, y tuve que caminar unos nueve pasos para llegar. —¿¡No es hermoso!? —pregunto emocionada. —Tú eres ma hermosa je, je —. —Ja, ja que dices —se sonrojo sus mejillas cambiando a un color rojo pastel. —Ja, ja, ja… —Oye, Jordán... —Dime. —Necesito decirte algo. —¿Qué pasa? —pregunte confundido. —Tal vez, pienses incorrectamente, pero te preguntare ¿Odias a Emilia? —. —¿Yo? No lo sé, sinceramente no me gusto que hiciera eso —. —Ella hizo las cosas mal, y por un momento me dio coraje que hiciera eso; pero...descubrí una cosa —. —¿Qué cosa? —. —Ella por primera vez, se había enamorado y fuiste tu su primera vez—. —¿Qué? Pero, casi siempre se le declaraban, y siempre rechazaba a todos ¿Por qué yo? —Quizás, confundió algo y termino enamorándose... —No entiendo... ella siempre decía, que sus sueños eran lo más primordial y que no necesitaba a nadie de su lado ¿Cómo? Encima, rechazo a Carlos —. —Jordán —me tiro un golpe suave en la cabeza —¿Acaso estarías con alguien que no te gusta? —. —Pues, no  —Entonces, ¿Por qué crees que rechazo a Carlos? —Entiendo, pero… ¿Por qué yo?  —Ella...confundió sus sueños con sus sentimientos, creo que pensó que contigo podía lograr sus más grandes objetivos y termino haciéndote daño —. —Ella —alce un poco la voz —nos hizo daño a los dos y yo como un tonto pensé que ya no te gustaba, ¡Si no fuera por ella…! —Aun si no hubiera sido por ella, yo… —¿Ale? —voltee a verla. —Yo igual me hubiera separado de ti… Lo siento, Jordán, sé que fue una decisión errónea, pero… La miré y me puse a pensar ¿Qué puedo hacer ahora? Ella sabe de los errores que cometió y no puedo juzgarla. Siendo sincero solo faltan pocos días para que Alessandra se marche...solo queda disfrutar estas fechas.  —¡Esta bien! —grite al cielo —ja, ja todos cometemos errores, Alessandra. —Pero... —Yo cometí varios errores contigo, y por eso estoy aquí…para pedirte perdón. Por fin, me siento seguro de mí mismo pedirte disculpas, soy capaz de pedirte perdón —sonreí, ya no quería más peleas, no quería más mentiras, solo quiero disfrutar el momento. —Jordán… —. —¡Vamos, Alessandra! Cuéntame todo, y disfrutemos de estos días ¿Te parece? —pregunte alegremente. —¡Si! —. Te prometo que cada día que este contigo, lo aprovechare al máximo. 6 de febrero de 2017 Alessandra ¡Toc! ¡Toc! —¿Quién es? —pregunto la enfermera con voz anodina. —Este...creo que ya reconoce mi voz —. —Ja, ja es Jordán —dije con voz dulce. —A ver —ella reviso su celular—falta dos minutos para que sea la hora de visita. —¿Qué? ¿La enfermera de acá? ¿Qué tiene? —hablo Jordán detrás de la puerta. —¿Qué pasa, joven? —. —¡¿Que otra vez el paciente romero confundió sus pastillas?! —. —¡Maldita sea! —susurro —no te muevas, Alessandra —se levantó y abrió rápidamente la puerta —¡Muchacho! Te encargo a tu enamorada, pobre que hagas algo —. —Bueno... —¡Vamos! ¡Vamos! —extendí mis brazos —Quiero un abrazo —sonreí. —Este...está bien —él se acercó lentamente, aunque con un poco de nervios. —Joro... —susurré. —¿Qué pasa? —. —¡Abrázame! Ja, ja —. —¡Oh, sí, sí! —me abrazo y con solo sentir eso, era suficiente para mí. —Te quiero, Jordán —. Recordare estos momentos, que pase contigo hasta el final de nuestros días, espero...estar presente cuando logres tus sueños. Espero, estar a tu lado y gritar juntos ¡Lo logramos! —Bueno… ¿Qué pode... —Oh, ja, ja — unas lágrimas empezaron, es lo malo de pensar en cosas que posiblemente no suceda —me pasa esto muy seguido. —Ale... —¡Vamos! Tu siempre eres el llorón, yo esta vez... —maldita sea, las lagrimas no dejan de caer, no quiero llorar justo, no quiero que me vea así. —Suspiro —eres una gran chica Alessandra, pero hasta las grandes heroínas no soportan el peso que tienen; así como tu —. —Jordán... —No te quiero ver así, por favor —se arrodillo, mostrándome su espalada y volteando me pregunto —¿Te gustaría ir al ultimo piso? —. —Pero, la enfermera... —No creo que venga en unas 2 horas. —Está bien —me sequé las lágrimas y me subí —no te muevas —. —Uno...dos...tres ¡Arriba! —. —Ja, ja más despacio. —¡Señorita Alessandra! ¡¿A dónde quiere que le lleve este humilde muchacho?! —me pregunto Jordán formalmente. —Ja, ja ¡Al último piso, capitán Jordán! —le seguí el juego. —¡Entendido! Estoy segura de que Jordán debe estar triste por verme así, aunque como siempre me menciona, su único propósito por ahora es hacerme feliz con sus ideas o ocurrencias de siempre ja, ja. —¿Te sientes bien? —pregunto. —Sí, mejor es estar acá, y no echada en mi cama —. —Entiendo, ya vamos a llegar. Al abrir la última puerta, que llevaba a la azotea...el sol ya no estaba, no había nubes claras, que aburrido, aunque… —¡Increíble! ¡Mira Jordán! —el cielo se torno a uno de color morado, algo que casi nunca antes visto por mis ojos. —¡Asombroso! Yo... —¡Bájame, por favor! —Pero, Ale... —¡Solo hazlo! —le sonreí. —Suspiro —Esta bien —se agacho y de inmediato quise correr, pero no podía… Mis piernas estaban muy débiles por la falta de caminata. —intentare caminar hasta las plantas de allá —le señale. —¡Esta bien! —haciendo el saludo militar. —Ja, ja...bueno, un paso... ¡Si pude! —lo miré emocionada. —Si, tú puedes hacerlo ¡Tienes mi apoyo! —él me aplaudió como si se tratase de un logro. —Entendido, segundo paso...tercer paso... —¡Vamos Alessandra! ¡Te falta solo seis más! —Cuarto paso...quinto paso... —¡Tú puedes! —sentí como Jordán se acercaba lentamente. Sexto paso...séptimo paso… ¡Ya voy a llegar! —¡Jordán! Solo falt... —¡Ale! —me sujeto rápidamente, creo que no estoy lista para esto—¿Estas bien? —me pregunto notándose en su cara la preocupación hacia mí. —Ja, ja que tonta fui, pensé que lo iba a lograr  —Pero, estas a punto... —¿Qué?  —Estas a dos pasos de llegar, esta vez lo haremos los dos juntos ¿te parece? —me ayudo a pararme, y con los ojos dijo que me sujetara de su hombro. —Oh, está bien  —Grita conmigo ¡octavo paso! —avanzamos juntos, y juro que se siente bonito esto. —¡O-octavo paso!  —¡Esta es la última! ¡¿Estás lista?  —¡Si! —. —¡Noveno…paso! —Lo logramos —lo mire. —¡Sí, Ale! ¡Lo logramos!  —¡Lo logramos, Jordán!  —Ya vez, solo era cuestión... —¡Que felicidad! —lo abrace fuertemente como si fuera un peluche —ahora puedo bajar contigo en las escaleras —conteste con los ojos sollozos, sentí como si hubiera logrado algo importante en mi vida. —Suspiro —Juntos podemos lograr hasta lo imposible, nosotros somos uno, y unidos saldremos de esta —me acaricio la cabeza, mirándome tiernamente. —Gracias, Jordán —alce la mirada —le doy gracias a dios por haberte parecido en mi vida —lo bese, sabía que este momento debía quedar impregnado en mi vida. —Yo también, Alessandra  Este beso lo sentí diferente, no era de una pareja cualquiera, no era porque nosotros nos sentíamos atraídos...este beso era el deseo de él y yo que estábamos perdidos, que no teníamos otra salida si no era nosotros juntos, y esta vez uniéndome a Jordán, afrontare el futuro que el destino nos propuso y trataremos de cambiarlo pase lo que pase…o eso espero.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD