Esposo por acuerdo
De un momento a otro, Luna vio que no había luz del sol, miró la hora y se sorprendió como el tiempo había pasado tan rápido. Sus padres seguramente ya estaban en casa.
—¡Señorita Luna, la cena estaría lista en veinte minutos!—escuchó a Susana detrás de la puerta.
—¡Gracias, en un momento bajo!—le respondió.
Cuando lo hizo, su hermana quien era menor solo por dos años, diesiocho años para ser exactos, estaba ya en la mesa con su celular, parecía algo preocupada.
—¿Estas bien?—le preguntó sentándose en la silla que estaba a su lado.
—Si, no te preocupes—dijo algo nerviosa.
Sus palabras no la convencieron, sabía que algo le pasaba. Y aunque no era la primera vez que la veía así, sabía que algo andaba mal. En ese momento su madre llegó a la mesa, se veía muy elegante como siempre con su vestido oscuro, su cabello rojizo natural peinado a un lado y su expresión refinada. Era una mujer muy bella que no aparentaba su edad, ella y su padre se casaron muy jóvenes, ambos de familias adineradas.
—¿Y papá?— preguntó Luna.
—En un momento vendrá, está en una llamada importante—respondió tomando luego un poco de vino, su respuesta no la sorprendió, como el inversionista que era pasaba todo el día haciendo negocios.
Comenzaron a comer. Pero poco después su padre apareció con una expresión sería y con un documento en la mano.
—Luna, ha llegado el momento de cumplir tu deber con esta familia. Este es el documento de tu matrimonio con uno de los hombres más importantes del país —le comunicó, puso el papel frente a ella y le dio un bolígrafo—ahora firmarlo y estarás casada con él oficialmente y está misma noche te iras a su casa y cumplirás con tu papel de esposa —le dijo fríamente.
En la sociedad en la que vivían todo esto era muy común. Muchos hacían fiestas anunciado su compromiso, pero otros lo hacían más en privado, con un simple documento. Las hijas eran casadas con hombres que no conocían. Su deber era procrear heredores para sus esposos. Luna sabía que pronto debía cumplir con este papel, aunque no deseaba casarse con nadie, pero no tenía otra opción, porque sino lo hacía, la familia pasaría la vergüenza pública. Eso sucedía cuando algunos de los hijos declinan de su deber y las consecuencias hacia su familia habían sido graves, personal y económicamente hablando.
Ella miró el papel de acta de matrimonio, ya estaba firmado por su futuro esposo. Luego leyó su nombre: Adán Betancourt.
Lo había visto en las revistas de farándula, era un hombre muy serio a simple vista, aunque era guapo, estaba en silla de ruedas. Buscaba esposa, pero ninguna quería casarse con él por su condición, así de superficiales eran las mujeres en ese lugar. Además decían que tenía un carácter fuerte, que daba la impresión de ser cruel. Pero algo en él la intrigaba, no sabía que era con exactitud.
—Dime papá ¿de verdad quieres que me case con él? —le preguntó con seriedad.
—Claro que si. No te preocupes por la parte de los herederos, siempre pueden adoptar. Lo más importante aquí es su dinero —le aclaró. No le sorprendió su respuesta. Eso era lo que todos buscaban: dinero. No se conformaban con todo lo que tenian, ellos querían más.
Ella no tuvo otra opción que firmar. Cuando terminó le entregó el documento a su padre. Éste tomó su celular y escribió un mensaje para Adán Betancourt, avisándole sobre que el acuerdo de matrimonio ya estaba firmado. Ahora podía dar paso a lo siguiente.
—En una hora, vendrán unos guardaespaldas del señor Betancourt para recogerte. Debes estar preparada, esta misma noche te mudaras con tu esposo.
Los nervios comenzaron a florecer de dentro de Luna. No estaba preparada para esto. Muchas preguntas surgieron en su mente con respecto a su esposo por acuerdo.