Capítulo 6

959 Words
Hatem: ¡Qué crees que estás haciendo! – le dijo a punta de espada – . Amón temblaba, la espada del faraón, cada vez parecía incrustarse más en el cuello de él, que ni siquiera podía tragar saliva. Amón: So… soberano. Hatem presionó más su espada contra su cuello. Lo que sucedió a continuación, no se como pasó, pero pronto el lugar se llenó de soldados. Soldado: Soberano, ¿le pasó algo? Hatem: No, solo quiero que saquen de mi vista a este infeliz. Pero antes… – se acercó más Amón apretando fuertemente su espada y preguntó – . ¿Quiero saber que pretendías hacer? Amón: Na… nada soberano. – dijo mientras tragaba saliva – . Hatem: A mi no me pareció eso. – me dio la sensación de que le iba a cortar la cabeza – . ¿Por qué pretendías agarrarla a la fuerza para besarla? Amón no sabía bien que podía decir, sentía como la espada pronto podía atravesar su garganta, la verdad no quería que le pasará algo. Pero me arrepentí enseguida de lo que pensé, cuando dijo: Amón: No pretendía agarrarla a la fuerza, ella empezó a seducirme. Esas palabras me llenaron de furia y dije: Dalila: ¡¿Cómo te atreves a levantar semejante calumnia?! ¡Tú fuiste quien me agarró a la fuerza y quiso besarme sin mi consentimiento! Estaba que echaba chispas, me daban ganas de agarrar esa misma espada e incrustarla en él, ¡eso sí que era insultante! Alia: ¿Dalila? ¿Qué sucede? Cuando miré hacia un lado, vi a la princesa, junto con mi padre. Alia miró a su hermano que tenía a punta de espada al joven soldado. Alia: ¿Hermano? ¿Qué está pasando? Padre que estaba a mi lado, tampoco entendía lo que pasaba y porqué yo estaba en medio de esa situación. Me acerqué a la princesa y le dije: Dalila: Princesa, yo mañana se lo explico todo. Hatem: ¡Guardias! Lleven a este soldado al calabozo, veremos si recapacita por su comportamiento. Dos hombres lo agarraron con fuerza, mientras él se agitaba y me gritaba cosas. Amón: ¡Ya verás Dalila! Me las pagarás. Abracé con fuerza mi padre y el faraón, mirándome por última vez, nos deseó las buenas noches y se retiró. Llegando a casa, le expliqué todo a mi padre y al otro día al resto de la familia. Míriam: ...No puedo creer lo que me dices hija. Jamás pensé que Amón sería ese tipo de persona, ya que desde niño te conoce y eran buenos amigos. Dalila: Así es, madre… – dije sin agregar nada más a la conversación – . Entendía perfectamente porque había actuado así, desde pequeño, siempre sintió algo más por mí que solo una simple amistad, este sentimiento salió a flote cuando nos hicimos adolescentes, hasta tal punto que su mirada, se tornó oscura y siniestra. Empezó a mirarme de una manera que al final terminaba dándome miedo. Pensé tal vez que eran solo impresiones mías, pero con lo que pasó anoche, afirmé lo que realmente creía. *** Cuando llegué al palacio, tuve que darle otra explicación a la princesa. Alia: ¿Tú conocías ese chico desde niña? Dalila: Así es, éramos amigos. Alia: Pero entonces… ¿por qué actuó así? ¿Acaso surgió un problema entre ustedes? Dalila: No princesa, pero debo reconocer que tal vez tengo un poco de culpa por su comportamiento. Alia: ¿Por qué dices eso si él te atacó primero? Dalila: Reconozco que desde niños, él siempre sintió hacia mí cierto cariño que iba más allá de una simple amistad, obviamente que él siendo pequeño, no comprendía este sentimiento. Hasta que nos hicimos adolescentes y él se me declaró. Alia: ¿Se te declaró? – preguntó sorprendida – . Dalila: Así es, pero mis padres no lo saben. Alia: Ahora, puedo comprender porque actuó así. Seguramente, cuando te dijo lo que sentía por ti… lo rechazaste. Dalila: Así es y probablemente no quedó contento por mi respuesta. Alia: Sigo sin entender entonces… por que te culpas. Dalila: Tal vez si le hubiera dicho que si, no hubiera llegado a tal extremo. Alia puso los ojos en blancos. Alia: ¡Dalila como puedes decir eso! Al contrario, hubiera sido peor, imaginate… si te trató así no siendo nada tuyo, no me quiero ni imaginar si se hubiera comprometido contigo. Así que Dalila, hiciste bien en rechazarlo, ese hombre no te convenía. *** Era la hora de mi descanso y prometí reunirme con mi amiga Lupe. Cuando danzaba por los pasillos del palacio, dirigiéndome al jardín, en uno de ellos se encontraba Hatem, apoyado en el pequeño muro del camino, mirando a la nada. Quería darle las gracias por haberme defendido la noche anterior, pero no me animaba. Así que me encontraba a una distancia considerara para que no me viera, pero de todas maneras podría hacerlo, ya que para bajar al jardín, debía llegar hasta la mitad del camino y bajar por unas enormes escaleras. Pero pasar así sin más, si ni siquiera darle las gracias, me parecía un tanto mal educado de mi parte. Por lo tanto, me armé de valor y me acerqué a él, tratando de calmar mi nerviosismo. Él se dio la vuelta para mirarme y luego de una reverencia dije: Dalila: ¡Buenas tardes, soberano! Hatem: ¡Buenas tardes! – respondió con su aire gélido de siempre – . Dalila: Quiero darle las gracias, por defenderme de ese hombre la noche anterior. No se como le hice para que las palabras me salieran con tanta fluidez. Hatem: De nada. – dijo observándome con detenimiento – . Pero no creas que por esto te ganas mi favor.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD