Capítulo I. ¿Me recuerdas?

3164 Words
Evan´s POV: Miro a mi alrededor y realmente no sé dónde estamos, me siento tan extraño y de cierta manera me miro ridículo al venir con mi hermana a una fiesta con gente desconocida, me siento algo viejo, pero vine porque no quiero que le pase nada malo o que se quieran propasar o que la droguen, en estas fiestas todo puede pasar, todo. -       ¿Recuérdame porque hago esto enana? - pregunto a mi hermana menor que viene sentada a mi lado. Se retoca el maquillaje en el espejo, no sé porque se pinta tanto si ella es bonita; literalmente esa fue su la herencia de mi abuela hacia ella, saco sus mismos ojos verdes, unos hermosos ojos color esmeralda, su cabello rubio y su bonita nariz perfilada. Qué bueno, podríamos pasar de gemelos solo que yo tengo los ojos azules como mi padre. Características de los Dlamini; ojos de colores y muy guapos. -          Número uno; porque mamá lo dijo. Ya sabes que si no venias conmigo, no me dejaba salir. Y accediste porque te dan unas paranoias muy fuertes y con más razón aceptaste. Numero dos; porque soy tu hermana favorita— responde poniéndose mascara de pestañas.   -          Y única— agrego revolviendo su pelo.   Me da un manotazo y de venganza le revuelvo su cabellera dorada. -          Evan, deja mi cabello joder. -          Jade, deja de maquillarte tanto. Tú eres bonita, no necesitas ponerte tanta cosa en la cara, pareces payaso de circo de pueblo – solo me observa y no evito reír.   Doy vuelta en U para llegar más rápido a nuestro destino.   -          No opines sobre el maquillaje de una mujer Evan. Jamás lo hagas, ¡jamás! -recalca algo muy seria- porque puedes perder alguna parte de tu cuerpo—me dice. La veo con el rabillo del ojo ponerse labial muy rojo. Parece cola de macaco. Joder, tiene solo veintidós años y se maquilla más que nuestra madre. ‘ Me aparco frente a la casa donde será la dichosa fiesta. Es una casa blanca muy grande, decorada con un sinfín de luces y un enorme jardín a la vista. Una vez bajamos, pongo el seguro al auto y camino a su lado. -       ¿Cómo me veo Evan? - me pregunta sacudiendo su largo y precioso cabello rubio frente a mí. -          Bien. -         ¿Solo bien? —me da un manotazo en el brazo. – Por dios, se mas caballeroso, no enamoraras a ni una mujer de esa forma.   De sus ojos salen chispas y yo me sobo el golpe. -          ¿Qué quieres que te diga que no sepas ya? Estas preciosa. Te ves increíble. -          Júralo—me mira como si quisiera asesinarme.   -          Te lo juro linda. ¿Por qué te preocupa tanto?   -          Ahí adentro esta Brandon, el chico que me gusta—suelta un suspiro. Pero antes, ¿Quién carajos es Brandon? Pone cara de perrito callejero. Joder. Ya decía yo, loca juventud. Jade no necesita llamar la atención de nadie, ella es preciosa, no veo porque ese chico no le haría caso. Cualquiera besaría el suelo que pisa. Mi hermana es muy bonita y muy dulce. Aunque bueno, tiene heredado un mal carácter; el de mi madre. Frente a la puerta toca el timbre y nos recibe un mayordomo. Nos hace pasar, saludamos y nos reciben nuestros abrigos. Ha estado lloviendo y hace algo de frio. Casi se me cae la quijada cuando Jade se saca el abrigo. Un micro vestido rosa con escote en toda la espalda y Louboutin dorados. Maldición, mi hermana menor ya no es una niña. -          Jade…, —le tomo del brazo— ¿se puede saber que te has puesto? Se sacude mi contacto y me mira furiosa. -Un vestido precioso que solo me queda a mí. ¿Por qué? y más te vale que no me salgas con que se me feo porque te mato. Me costó escogerlo, tarde más de cuatro horas en la boutique buscando un vestido lindo, no lindo, un hermoso vestido que estuviera reluciente para esta noche.   -          Joder, no es eso. Pasa que se te ve todo el trasero y pues ya sabes los chicos como son.   -          Ese es el chiste, que Brandon vea lo que puede tener de mi —me guiña un ojo.   No me hace gracia. -          Es en serio Jade Dlamini. Ese vestido está muy… Provocativo – dije, pero ella no le tomo importancia. – Escúchame una sola vez en tu vi...   -          Oh, casi lo olvido, —pone su dedo en mis labios para callarme— número tres; relájate. Si te portas bien, puedo presentarte alguna amiga para que pases el rato. Digo, no una fea o rara, una hermosa y que sea digna de este Dios Griego – dice señalándome, esta chica esta chiflada. Me da un beso tierno en la mejilla y se marcha. Si, ella es mi hermana, la loca, la que trata de conseguir todo lo que quiere a su manera, eso me enorgullece, pero me enfada al mismo tiempo. La amó y es mi dulce pequeña. Bueno, parece que ya no es tan pequeña. Y joder, no quiero que me presente a ninguna de sus amigas, todas ellas me caen mal pues son unas interesadas y sobre todo son mala influencia, más esa tonta de Sophie, se ve que no anda en buenos pasos. No me gustan las mujeres, pero bueno, ese es mi secreto que solo sabe mi almohada. La fiesta es escandalosa, llena de luces y mucho color, llena de humo de los cigarrillos y de algunos que están fumando hierba, se ven demasiados vasos con alcohol y muchas botellas de whisky, tequila y brandi. Chicos de su edad bailando por aquí y por allá. Otros beben alcohol y otros solo soda, unos cantan y el resto solo baila, y ella la veo conversar con unas amigas por ahí. No la pierdo de vista, y menos con esa manera de venir vestida. ¿Amigas? ¿Alguna alma en pena? ni siquiera se molestó en presentarme a alguien con quien conversar, mínimo me hubiese presentado a los de limpieza. Observo que una de sus amigas está viéndome desde hace horas y Jade está más atenta al castaño apestoso a sudor que está jugando con unos amigos unos chicos, que observándolos bien están más lindos que ese tal Brandon, y solo se la pasan dándose puñetazos. Busco la mesa de bebidas y un mesero me regala una copa de no sé qué, hasta me da miedo tomarlo porque se ve feo. Por lo visto es el cumpleaños de no sé quién porque veo un pastel por ahí en una mesa. Bebo algo extraño que en efecto sabe asqueroso, sabe más asqueroso que el jarabe casero de la abuela. Chicos, mezclando seguramente cosas extrañas en las bebidas cuando nadie ha visto. Juventud loca, yo jamás hice eso, es más las fiestas ni eran así. Fui como muy tranquilo en mis tiempos de escuela. Qué bueno, tuve una que otra novia, pero era solo para llevar las apariencias, nunca me gustaron en realidad, y si estaba con ellas es porque mis amigos me lo decían. Nunca duramos más de un mes. Estoy aburrido. Busco donde sentarme y saco mi celular. Le pongo un mensaje a Max, mi mejor amigo - ¿Qué haces? No sé nada de ti desde ayer -. No tarda en responderme con una selfi con una chica – Casual, aquí viendo a que motel vamos -. No es la misma de ayer pero no me sorprende. Él es un mujeriego. Pasada un poco más de la media hora jugando con mi teléfono Candy Crush y fastidiado de que no haya ningún adulto más con quien conversar, me agarra el sueño. Bostezo, me da frio y busco a Jade con la mirada, con ese vestido debe estar helándose. Error, el chico sospechoso le ha puesto su suéter en la espalda. Si, ese es el tal Brandon sin dudarlo. Pues viéndolo bien no está feo, esta pasable, regular. Bien, yo voy por mi gabardina. Una vez me la entrega el mayordomo, me la pongo y me rebusco en mi bolsillo una paleta de miel, siempre tengo conmigo. Son muy buenas; para el aliento, la garganta de la que padezco mucho, y porque me gustan. No fumo, odio el cigarrillo. Pero aquí abunda el maldito humo y eso hace que me duela la garganta, no, hace que me queme y que arda. Me voy al jardín a mirar la alberca. Estoy aburrido, debería estar en mi casa viendo película o adelantando trabajo de la empresa. En realidad, mi vida no es muy social y no estoy interesado en que cambie, me siento feliz de tener a Max, a los demás chicos y sobre todo a Jade. Aunque no voy a negar que me divierto de vez en cuando con algún chico en mi departamento. Contratos chicos escort, así no me arriesgo a ningún problema a futuro con respecto a mi reputación, fama, prestigio y escándalos... ha y a la de la familia. Soy un hombre tranquilo que disfruta de un buen polvo de vez en cuando con chicos lindos, que ama la paz, gusta de trabajar mucho y dormir temprano. No hay emociones fuertes en mi vida y no estoy interesado en tenerlos a futuro. Mi madre dice que soy un buen chico y que merezco una buena esposa. Ridícula. ¡Ja! Ni loco me caso. ¡Soy gay madre! ¿Cómo se lo digo a mi familia? Nunca en la vida se lo tomaran de buen modo, menos mi papá, mi viejo es muy clásico con esos temas. Chupo mi deliciosa paleta, suelto un suspiro resignado a mi aburrida vida y un tipo vestido de n***o y algo tétrico que entra por la puerta trasera del jardín, llama mi atención. Si es un invitado, ¿Por qué no entra por la puerta principal? Se me hace muy extraño que entrase por esa puerta, en definitiva, es muy sospecho ese tipo. Coloco la paleta en la boca y mi curiosidad dice que regrese tras él, voy detrás. Lo sigo a pisadas silenciosas entre el jardín y lo veo conversar con un chico detrás de una palmera. Le entrega un paquete de lo que puedo decir con mucha seguridad, son drogas. Por el paquete y el misterio de recibirlas en el jardín. El chico paga y se retira dejando al misterioso hombre que viste de n***o, contando un fajo de dinero. Un gran fajo de dinero tan grueso que hasta se compara al grosor de mis piernas. ¿Drogas? En esta fiesta consumirán drogas, acepte que fumen hierba, pero no eso. No, debo poner alerta a mi hermana y sacarla de aquí. Me giro en talones. Nos vamos a casa. Era de suponer que esto pasara cuando se hacen fiestas sin supervisión de los dueños. -           ¿A dónde vas c*****o? —una voz grave y masculina me detiene pasos antes de entrar a la casa. –  Responde ¿a dónde vas? Me giro y un hombre de piel blanca, vestido de n***o montado en su motociclista esta frente a mí. Balancea una enorme navaja en mano, una tan grande que no le caben en sus matonas. Está lleno de tatuajes por todos lados y sostiene un cigarro entre sus labios. -          Ah…yo…—se me traban las palabras. Es de complexión más grande y fuerte. Seguro me desnuca de un manotazo. Un manotazo y me reinicia la vida. -          ¿Yo que? …—pregunta y se me acerca en dos pasos. Los mismos que doy atrás chocando con la pared. No puedo mover ni un musculo, quiero defenderme, pero tampoco quiero morir aun, soy muy joven. El tipo tiene toda la mala pinta de un asesino serial de motocicleta con esos pedazos por pantalones, ya me imagino apareciendo mañana en primera plana “Evan Dlamini descuartizado y tirado en un rio”. -          Nada—sale audible apenas mi voz. Se me acerca decidido y pone su navaja en mi mejilla. Acero muy frío, la navaja esta tan helada que me trago de una el pedazo de paleta que mordí por accidente, el solo me observa y sus ojos son tan profundamente aterradores que mi cabeza solo piensa en las mil y una maneras en las que este tipo puede matarme y tiemblo.   -          ¿Estabas espiando? Es de mala educación hacer eso c*****o. – solo se ríe y yo estoy tambaleando de los nervios, este matón me acuchillara tarde o temprano – Necesitas nuevos y mejores modales.   -          No…no estaba espiando—paso mi paleta que me sobraba a un lado de mi mejilla. Mis manos inertes las mantengo abajo y no sé dónde ponerlas. Nunca he golpeado a nadie, ni fui de buscar problemas. El tipo me mira de arriba abajo, sus ojos son oscuros como su pelo. La buena luz del jardín bien iluminado, me deja verlo perfectamente bien. Tiene un tatuaje de serpiente en su cuello y un piercing en la boca, de ese estilo Smiley. Nariz respingada y labios gruesos. Tiene hasta las manos y los dedos llenos de tatuajes. No dudo que alguna parte de su cuerpo esté libre de la tinta.   -          ¿Eres el dueño de la casa? —pregunta.   -          No. Yo solo…solo vine de invitado. Se separa de mí un poco, me mira de nuevo de arriba abajo. Toma su cigarrillo entre sus dedos y cala. Expulsa el humo y enmarca una risa de lado. Toso. Lo ha echado en mi cara. ¡En mi cara! yo no fumo. Es un maldito estúpido al hacer eso, como se atrevió . -          Esto es lo que haremos—dice—, ¿Cómo te llamas?   -          Me lla...llamo E…Evan– dije tartamudeando, poco a poco los nervios se apoderan más y más de mí, mi cuerpo es un costal de preocupaciones, estrés y ahora de nervios.   -          Bien Evan, dame, a ver que me puedes dar. – medita un momento pensando en lo que llevaba encima – sí, dame tu gabardina, tu cartera y tu teléfono.   -          ¿Qué? No, ¿por qué?   -          Lo que oíste, o no querrás que mi amiga se enfade contigo—fuma y menea la navaja en su mano. El humo lo vuelve a tirar encima de mi nariz y estornudo. Diablos. -          Qué asco – es lo único que él dice – Apresúrate, porque me estoy aburriendo y ella se está enfadando cada vez más. Obedezco. Me saco la gabardina junto con mi teléfono y mi cartera, que por cierto agradezco de no traer demasiado dinero, el señor me esta medio rescatando por ahora. ¡No quiero morir! Nunca había estado en esta situación y de verdad estoy a punto de hacerme pipi en los pantalones.   -          Vaya vaya, que tenemos por aquí... una cartera fina, celular de super alta gama y una preciosa gabardina de… ¿de qué marca es? — pregunta.   -          Dolce Gabbana. Quince mil quinientos dólares—respondo rápido y trago duro. ¡Auxilio, me están robando! -          Vaya, sí que te gusta lo bueno c*****o. Gracias por cooperar con la causa y que tengas bonita noche. Diviértete. Me guiña un ojo y se gira en sus talones. Voy a soltar el aire retenido en mis pulmones cuando se vuelve a verme. Me congelo de nuevo. Se acerca, me huele por el cuello, no me muevo, es más ni respiro. Toma con su mano mi paleta y tira de ella para sacarla de mi boca. Escupe su cigarrillo por ahí y se lleva mi paleta a su boca. -          Adiós c*****o. Y se va. Diablos, creo que me hice pipi. Suelto el aire que tenía retenido en mis pulmones. Mis pobres pulmones siento que van a estallar, y que mi corazón va a salir de mi pecho. Dios, me han robado. Manos en mis rodillas respiro profundo, pude morir en nada, eran pocos los segundos en los que lo miré decidido a acuchillarme. ¡Santo cielo! Ese hombre me robó. Alto, se llevó mi celular. Mierda, estoy jodido, estoy completamente jodido. ¡La puta que lo parió! Necesito ir a buscar a mi hermana o si no le pasara algo malo. -          ¡Jade! La empiezo a buscar entre una gran multitud y no consigo hallarla. Miro a la tonta Sophie y le pregunto en donde esta y me señala que estaba en el baño. -          Jade, sal necesitamos irnos de una – dije y no escucho ninguna respuesta. Entro al baño y solo encuentro a unas chicas teniendo sexo. Por dios, ¿Quién diablos tiene casi una orgia en un lugar donde pasa la gente? Necesito irme y ya, no puedo seguir aguantando todas cosas que pasan aquí. Busco pasillo tras pasillo y me percato que los amigos de Brandon ya no están, y Brandon tampoco esta. Me percato que hay más gente en el segundo piso así que decido subir.   Paso cuarto tras cuarto, miro a gente que tiene sexo, tríos, metiéndose cosas por la nariz y demás suciedad inmunda, y observo a Jade con ese primate llamado Brandon. Me dirijo hacia ellos y observo a lo lejos como se dan un beso, esto es lo último más horrible que puede pasar hoy.   Siento que me jalan de mi brazo y no logro distinguir quien es.   -          Creo que es una buena oportunidad para ambos – dice una voz femenina y aun no logro descifrar quien demonios es.   Me mete rápido a una habitación y logro distinguir su silueta y me percato que es Susan una amiga de Jade, escucho como su respiración es algo pesada se nota que ya ha bebido demasiado esta noche.   -          Vamos, crees que no me doy cuenta de cómo me observas. Eres todo lo que deseo, tú y nada más tú y desde hace mucho deseo tener una noche de pasión contigo Evan – siento sus manos en mi pecho y siento como baja poco a poco para tocar mi pene – solo por pronunciar tu nombre me excito completamente.   La miro y siento un penetrante olor a vodka, observo que está cerca el colchón y la aviento sorpresivamente cae y se acuesta para después quedar completamente dormida. Esta chica es un terror con pies, nunca pensé que yo le gustase a esta joven, que miedo.   Salgo y cierro con seguro para que no le pase nada malo y busco nuevamente a Jade y la visualizo en un balcón y pasar con toda esta gente aquí es un lio.   -          ¡Jade! – grito lo más fuerte que puedo, pero no me logra escuchar así que decido empezar a arrastrarla de un brazo.   Llegamos hasta el coche y solo le indique que se subiera para de una vez irnos de este espantoso lugar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD