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Al son de tu corazón

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Blurb

Tengo marcado tres tipos de hombres total y completamente prohibidos para mí: atractivos, seductores y comprometidos. Y al parecer Mark Klein cumple con todos los requisitos para llevar escrito en su frente la palabra <¡¡PROHIBIDO!!> en color naranja neón e iluminado con mil flechas de advertencias.

Un lugar al que nunca debí ir, un baile que nunca debí bailar y unos ojos a los que nunca debí mirar… Y sin embargo me creo en su desinteresada galantería, en su caballerosidad y caigo en la seducción de sus labios.

Debería alejarme, ahora que puedo... pero no, para mí es como una maldita manzana incitándome al pecado, a lo prohibido… es una montaña rusa de emociones prohibidas, deseos, tentaciones y cambios inimaginables en mi aburrida vida.

Solo una noche… fingiendo ser un simple encuentro casual con alguien tan experimentado mostrándome el paraíso completo en cada caricia.

Lo disfruto

Lo anhelo

Y por él, afrontaré cada consecuencia de mis actos, incluso limpiaré las cenizas de lo que un día fue mi mundo entero.

Pero shhhhh… jamás cuentes mi secreto.

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Capítulo 1
“Cuando tu alma se sienta poderosa y disfrute del placer al caer en la oscuridad del pecado de su piel, teme… porque no hay vuelta atrás. La vida puede cambiar de la noche a la mañana, en un abrir y cerrar de ojos” * Ni en mis más oscuros sueños se me pasó la idea de un día bailar para el deleite de los hombres y mucho menos cuando me conozco y sé, que no podría hacerlo por los nervios, la vergüenza y mis principios asechándome. Vestida de forma tan provocativa, como la danza lo amerita, estoy parada en medio del escenario como el centro de atención que la luz me ofrece y tanto detesto. El top rojo de pedrería muestra más de lo que quisiera, la larga falda no cubre nada de lo que debería y el velo solo ofrece erotismo y misterio secundado por el antifaz en mi rostro. El alcohol está logrando su objetivo: relajarme. Empiezo a moverme al son de la canción, mirando un punto en aquella oscuridad del elegante salón, pero como un sueño, unos ojos fríos me hipnotizan. Me ofrecen una conexión única e inexplicable, que me arrastran a dedicarle exclusivamente mi baile. Ese hombre de facciones severas, de sonrisa arrogante y extremadamente sexy, que ya conozco y sé lo mucho que me detesta, hoy no me ha reconocido. Ese hombre que ha logrado estremecer mi corazón y poner en duda mis convicciones, mis creencias y todo lo que tanto juré mantener, hoy, me mira con lujuria. Una montaña rusa de emociones prohibidas, deseos y tentaciones embargándome, cuyo propósito es solo uno, disfrutar del placer de sus labios, del pecado de su piel y acabar con mi pureza entre sus brazos. No me importa mentir, si para mañana él jamás recordará con quien estuvo… y solo me convertiré en un recuerdo de una noche. ********** Una semana antes... -Abigail- —  Abigail llevas a tu hermano al colegio y no te olvides de llevar el permiso firmado, lo he dejado sobre la mesa del recibidor -dice mi madre saliendo rápidamente de mi habitación para ir al trabajo. Katherin, mi madre, es enfermera y trabaja en una clínica cerca de casa. Toma turnos de doce horas para poder pagar los gastos de la casa y descansa dos días -con suerte- a la semana. Tal vez esa es la razón por la que en mis cortos 20 años mi vida social es nula, siempre debo cuidar de mi pequeño hermano de cinco años al que normalmente lo confunden con mi hijo. Una responsabilidad que no me compete asumir pero debo hacerlo por mi madre, por agradecimiento a todo su esfuerzo. —  Sí, estoy despierta –hablo entredormida al escuchar el sonido de la puerta cerrándose Hago un sobreesfuerzo para levantarme, bajo a la cocina solo para servir el desayuno, poner la lonchera de Lucas sobre la mesita del recibidor y me encamino al dormitorio del pequeño para despertarlo. Le doy un beso en la mejilla y hago algunas cosquillas en su pancita ­- Lucas, dormilón es hora de ir a la escuela - susurro pero el bandido se voltea con la intención de seguir durmiendo. —  Lucas llegaras tarde al paseo -grito y él se sienta rápidamente abriendo sus somnolientos ojos. —  Abi, apresúrate. No podemos llegar tarde sino Miss Ceci me dejará- dice el pequeño, quien de un brinco ha salido de la cama en dirección al baño. Busco en su closet su uniforme y lo estiro sobre la cama, para ayudarlo a enjuagarse y sacarlo envuelto en una toalla de Cars, su favorita. Se pone el uniforme tan rápido como puede, mientras yo le acerco las medias y zapatos. Lucas una vez listo baja a tomar desayuno, es un niño muy independiente y consciente de todo lo que hacemos por él. Muchas veces nos sorprende con su capacidad y madurez para sobrellevar nuestra situación, como de aceptar la idea de tener un padre ausente. Y no es que haya muerto, aunque lo parece al desaparecer de nuestras vidas desde hace cinco años cuando conoció a su actual compromiso y mi madre estaba en la sala de partos dando a Luz a su segundo hijo. —  ¡Apresúrate Abi! –grita despertándome de mis pensamientos Corro a mi habitación para tomar una ducha rápida y me pongo lo primero que encuentro, lo más cómodo para el inicio del nuevo semestre, sobre todo porque tengo práctica de baile. Unas leggins negras, un top n***o cubierto por una ancha remera guinda y unas zapatillas a juego. Hago una cola en mi largo cabello n***o y pinto mis labios de carmín. Tomo mi bolso con mis libros y salimos hasta mi jeep azul, el regalo enviado por mi padre cuando cumplí la mayoría de edad, como dijo mi madre: “ahora pretende cubrir esos años de ausencia con un carro” y la entiendo. Ajusto el cinturón a Lucas diciendo- Son las ocho, aún tenemos tiempo -esperando que Meli se apresure en salir para llevarla. Esta parte de la ciudad es relativamente bonita y segura, fue escogida por mi madre desde hace más de diez años cuando mi padre aún estaba con nosotros. Y desde ese entonces mi vecina se convirtió en mi mejor amiga, con quien he compartido años de estudio en la misma escuela, zapatos, vestidos, tristezas y alegrías. Melissa es muy opuesta a mí, le encanta ser el punto de atracción por sobre todo, siempre lleva un hermoso vestido con zapatos de tacón combinados a la perfección, su rubio cabello cepillado en suaves ondas y con maquillaje impecable, ni el más mínimo detalle puede escapársele de las manos. La rubia sale a toda prisa de su casa y su madre desde la puerta nos saluda -Hola Abi, vayan con cuidado. —  Si Moni, como siempre - le guiñó el ojo con una sonrisa mientras el motor empieza a calentar para salir. Melissa sube al auto y le tira un beso volado a Lucas, sabe que el pequeño detesta las muestras de cariño exageradas acostumbrándose al hecho de recibir un seco “hola” de su parte y más aún hoy, al estar impaciente por llegar a la escuela. —  Vamos Abi, llegaré tarde sino avanzas –refunfuña el pequeño pelinegro. Nos ponemos en marcha e inmediatamente enciendo la radio en la última estación sintonizada, una de mis canciones favoritas suena y la canto en voz baja. Todo lo contrario a mi mejor amiga, quien con su nada melodiosa voz empieza su gran concierto con un afán único por destrozar por completo la canción y nuestros tímpanos. —  Meli cállate, cantas horrible –se queja Lucas- Si Luke Hemmings te escuchara cantar "youngblood" se retorcería de dolor —  Entonces cantaré "yellow" – conecta la radio con su celular y cambia rápidamente a esta canción- a ver si Chris Martin se fija en mí, total ya soy rubia igual a su ex Gwyneth Paltrow -se encoge de hombros toda coqueta —   ¿Realmente crees que se fijará en ti? –pregunta Lucas mientras la mira horrorizado y moviendo la cabeza por las tonterías de Meli. —   ¡Oye! Solo me faltan cinco centímetros y la alcanzo. Además, mis ojos verdes son mucho mejor que los de ella -le saca la lengua al pequeño muy segura de sí misma. ¡Oh si! Mi mejor amiga tiene un ego desde el subsuelo hasta el sol. Estaciono el auto en la puerta del colegio y ayudo a Lucas a bajar. Caminamos hasta la puerta donde la Miss Ceci espera la llegada de sus alumnos, le entrego los documentos y me despido del pequeño con un beso volado para correr hasta la universidad donde empezaran pronto mis clases. —   ¿Asistirás a la fiesta de esta noche? Jared insiste en que te lleve- Melissa enarca una ceja con una ligera y pícara sonrisa, mientras baja el volumen de la radio —  No lo sé, mi mamá hará algunas horas extras esta noche -la miro fingiendo pena, aunque la verdad es que no estoy interesada ni en la fiesta y mucho menos en Jared. —  ¿Un lunes? Busca otra excusa pequeña, Kath no se negará, jamás lo hace –me lanza un guiño y sigue revisando su celular Es verdad, mi madre jamás se niega a una salida donde está involucrada Melissa. Si supiera… que soy yo quien termina cuidando a la rubia cuando toma demás o esperando por ella cuando se escapa con algún chico —  ¿Nos vemos en el almuerzo? –estaciono el auto y la miro, exigiéndole una respuesta. Si durante la última semana ha sido tan difícil encontrarse con Melissa en el comedor, una de sus nuevas conquistas debe estar tomando tiempo en caer ante sus encantos y eso lastima su inmenso ego, definitivamente ella jamás se rinde hasta lograr sus propósitos. —  Si claro. Te veo en el comedor - sonríe coqueta. Revisa su maquillaje y arregla su atuendo, baja del auto y camina por el estacionamiento como si fuese una Passarella cuyo punto de llegada es su salón de clase, ganándose muchas miradas en el trayecto. Tomo mis cosas y camino en dirección contraria a Melissa, o mejor dicho corro sin gracia para llegar a los casilleros a guardar mis libros. No encajo para nada en el prototipo de chica popular o sexy, ni pretendo serlo. Soy más una chica guapa que solo atrae a un tipo de belleza exótica, lo llamaremos así para no sentirme mal al ser un imán para los chicos feos pero de buen corazón. He aceptado el hecho, pero no puedo evitar anhelar a un hombre guapo, fuerte y sexy para mi… aunque sea en sueños. Guardo en mi casillero mi pesado bolso borrando de mi mente mis estúpidas suplicas silenciosas (unas que de seguro han dibujado una sonrisa en mis labios) y tomo los libros a utilizar en las primeras clases. Camino tranquilamente cuando una mano se posa sobre mi hombro y sonrío sin necesidad de mirar de quién se trata. —  ¡Por fin llegas! Le prometí a tu mami ayudarte a cruzar la calle para evitar accidentes –me burlo del castaño a mi lado —  ¡Sorpresa! Hierba mala nunca muere –expresa André con una coquetería única- me encanta verte sonreír ¿A quién se debe tu felicidad? –sus ojos se achinan analizándome con una mueca tan sexy que me hace sonrojar involuntariamente- ¿A mí?

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