Azul Sloan
Cuando una herida gotea sangre, se procede a limpiar, desinfectar y luego vendar para que esta no cause peores daños. Cuando una herida limpia pasa a peores consecuencias donde no se puede vendar solo queda desmembrar la parte o abrirla el doble de tamaño para que no siga causando más daño, pero nunca nadie en tu inútil inexperiencia se le ocurre decirte que un corte solo lo hará peor, que existen infecciones que se meten bajo tu piel hasta comerte lentamente.
La tela suave se pega a mis curvas de manera casi perfecta y digo casi porque no d***o casarme, no a esta edad y mucho menos con el estúpido imbécil que se cree príncipe. Mi cabello dorado cual princesa está atado en un moño alto deja ver mis ojos que por sí solo desbordan como me siento sin decir palabra alguna. Mis labios son de un tono rosa que los hace parece como si la perfección existirá. > Pero no me siento de esa forma.
—Es completamente necesario— La voz irritante de mi madre resuena por toda la habitación cuando hace acto de presencia reflejando su figura en el espejo delante de mí.
—Silencio Bruno— recito el mantra que le copia a Luca.
Camina de un lado a otro desesperándome con el sonido de sus fastidiosos tacones
—Es la única opción para salvarle el c**o a tu padre— doblo los ojos conteniendo las ganas de decir muchas malas palabras.
Solo tengo 18 años y ya debo entrar a una unión por interés, mi nuevo esposo no le interesa que yo estudie una carrera pues piensa que solo sirvo como adorno o maquina paridora, ¡No soy una coneja!
—Sí, es la única solución— Golpeo con el puño cerrado la mesa de maquillaje sobresaltando a la estilista que lucha con algunas hebras de mi cabello.
—Podrías callarte de una vez señora interés, porque creo recordarte que soy yo la que se casara para que ustedes puedan pagar sus deudas estúpidamente millonarias por el vicio de alguien que no lleva mi sangre, porque es un jugador cosa que no es mi m*****o problema y veme aquí siendo valiente enfrentándome a cosas que hago por ti y solo por ti.
Paseo de un lado a otro quitándome con enojo los guantes de seda que cubren mis manos.
—Hija, yo solo— Le golpeo la mano al notar sus intenciones de tocarme.
—Tu nada, no sé si es así como creciste pero yo solo sé que parte de mi estúpida vida me he dedicado a solo serte feliz a ti o al adicto al juego, pero ¿yo que? ¿Dónde diablos quedan mis sentimientos?
La observo y hace tanto tiempo que no la reconozco como mi madre, es solo carne y huesos humanos sin sentimientos, ella solo vive y respira por el dinero.
La melodía que suena de fondo me eriza la piel cuando es solo la señal que dicta que pronto dejare de ser señorita, la estilista corre a colocarme el tocado y mi madre sale fingiendo dolor. Tengo rabia, confusión, enojo, pero sobre todo decepción.
—Listo, vamos princesa— el esposo de mi madre entra con tanto entusiasmo que solo me producen ganas de vomitarle en la cara.
—No vuelvas a llamarme princesa en tu puta vida y no me toques, solo camina— El único con ese derecho murió hace tanto tiempo que ya casi no recuerdo su voz o como se sentía tocar su rostro.
Me enderezo caminando con el ramo de flores directo a mi funeral, el príncipe Jacob está esperando al final del camino como si yo fuera ese trofeo que por tanto tiempo ha querido, > respiro profundo tratando de controlar todo lo que siento por dentro.
—Nena yo.
—Te dije que no hables y no me digas nena porque como sigas hablando juro que vomitare encima de ti.
Siento que hiervo por dentro, mis pies se mueven por obligación tanto que respirar se me volvió una maldita rutina en este instante, soy una dama ante todo por eso solo pienso en decir las malas palabras que se me cruzan pero no las digo, no me salen porque debo mantener mi reputación en alto, "La princesa dorada se casa bravo" "La princesa por fin será princesa"
Avanzo, pero de pronto todo llega de golpe, soy una princesa y como tal no necesito ningún príncipe para lucir como una, merezco más que casarme por interés.
Los pasos me pesan, me cuesta enviar aire a mis pulmones, la vista se me vuelve borrosa pero todo fuerza no sé de dónde y me paro firme caminando a donde está el príncipe Jacob, todos sonríen unos porque de verdad están feliz como mis abuelos y otros por hipocresía como mi madre y el tipo asqueroso que me acompaña.
—Te entrego mi mayor tesoro, por favor cuídala— aprieto el brazo del hombre a mi lado enterrándole las uñas para que se deje de tonterías.
—Con mi vida lo prometo— el príncipe me hace doblar los ojos
—Queridos hermanos— la verdad ya tome mi decisión, no tengo que depender de nadie, dinero tengo a morir con la fortuna que me dejo mi padre misma que obtendré al cumplir los 19 años, quiero más que solo vivir por interés, respirar por obligación y hacer lo que otros desean.
—Cállese— la ola de murmullos no se hacen esperar cuando le grito al cura —Jacob.
Me volteo tomando sus manos, lo observo y puedo notar como se tensa bajo mi tacto.
—Eres tan importante para mí... que ni siquiera pienso en ti— me come viva con los ojos cosa que no le tomo importancia —La verdad es que eres muy poca cosa para mí, eres inseguro y esa inseguridad la escondes humillando a otros, estas necesitado de cariño y atención y no seré yo quien se esclavice tratando de darte lo que jamás podre así que bonita vida príncipe.
Me volteo y la mira de mi madre no me produce nada, más que solo decepción. Volteo buscando el rostro de mis abuelos y es en esos ojos perfectos donde encuentro la valentía y la fuerza para empezar a correr cuando me observan con tanta alegría.
Todos se levantan mientras yo salgo de la iglesia, me quito el tocado y los estúpido guantes, agradezco en el fondo de mi alma que el diseño del vestido me permita quitarme la enorme falda dejando un vestido más corto abajo.
Atenea corre detrás de mí, pero no le hago caso, es mi mejor amiga y le debo muchas cosas pero no quiero que me vea de esta forma o que su mirada me diga que no estoy haciendo las cosas bien, porque es justo lo contrario lo que d***o ahora. Ella goza de una vida saludable y feliz al lado de su esposo Eros y su pequeña Selene.
La conocí cuando estaba en tratamiento para desinfectar su sangre después de que su esposo le donara toda su sangre aceptando el la suya, eso logro salvar a su pequeña Selene, siempre he amado la medicina y luchare con uñas, dientes y lo que sea necesario para poder estudiar esa carrera por eso estaba ese día cuando la conocí como colaboradora.
Llevo años y medio de conocerla pero hemos conectado tanto que me siento la hermana que no tuvo, sigo corriendo como si la respiración no me exigiera recargar energía, el atardecer cubre el celo tintándolo de un naranja precioso mientras yo me desprendo de los tacones para sumergir mis pies en la arena blanca de la playa dejando que el olor a mar invada mis fosas nasales llenando mis pulmones de vida.
En este punto dejo que las lágrimas salgan con todo porque llorar no me hace débil solo me hace más fuerte, aquí donde solo el cielo y la preciosa vista son testigo de mí dolor me permito caen en la arena derrotada por la decepción de mi propia madre.
Es aquí donde me permito entender la diferencia entre querer y necesitar pueda que ame con toda mi alma a mi madre pero no la necesito en mi vida
—Ojalá te quieran. Pero ojalá te quieran bien. Ojalá te busquen por las noches para ver si estás bien. Ojalá te esperen en la puerta para verte llegar. Ojalá no escondan nunca lo que sienten por ti. Ojalá amen cada uno de los rasgos que te hacen ser quien eres, cicatrices incluidas. Ojalá no esperen mucho a cambio más que verte sonreír. Ojalá te quieran. Pero ojalá te quieran bien— la voz de mi mejor amiga me hace sonreír porque sabe que necesitaba tiempo y me lo dio pero ahora está aquí
—Nea— me abraza en silencio y es justo lo que necesito.
—Ahora solo respira profundo mientras yo voy a tu casa por tus cosas te quedaras en mi casa, cuando estés lista ya sabes donde puedes ir.
Asiento agradeciéndole a la vida porque como Atenea Grey no existen dos.
A lo lejos puedo ver a Zeus el primo de Atenea y es uno de los mejores chicos que conozco, me levantó del suelo y corro buscando la compañía de Zeus quien por muy pocas palabras que hemos tenido me comprende como nadie.
Lo abrazo por detrás pero su perfume no es el mismo, el que lleva ahora es mucho más exquisito logrando que cierre los ojos disfrutando de tan perfecto olor.
Voltea y no sé si sentirme como tonta o idiota al no poder reconocer a mi amigo de un desconocido, desconocido que tiene el rostro más hermoso que he visto en toda mi vida, sus facciones duras lo hacen lucir mucho más maduro de la edad que pueda tener.
— Perdón, me confundí, soy una bruta de verdad perdone usted— Sus ojos me observando curioso —Me voy.
—Un solo segundo más por favor— Siento su cálida mano cando toma la mia —Permíteme.
Cierro los ojos cuando mueve sus manos por mis mejillas quitando la arena que tengo, es demasiada extraña la sensación que corre por todo mi cuerpo.
—Mucho gusto pequeña desconocida— sonrío abriendo los ojos notando los labios tan perfectos que me producen unas inmensas ganas de besar.
—Azul Sloan, el gusto es mio plebeyo— Sonríe con tanta seguridad
—Ethan Levi, y soy de todo menos un plebeyo.
Y no sé qué fue lo que me paso, no sé cómo paso, si estoy alucinando al notar al hombre que se acerca poco a poco, pero solo soy consciente que me dejo llevar por el momento. Sus labios quedan a centímetros de los míos y es donde su aliento y el mio se funde llenando de nuevas sensación mi cuerpo.