7 Harper Rayos. Ya no estaba en Kansas, Toto. No. Ni siquiera estaba en Zenith. Sabía que Styx y Blade eran salvajes, pero... vaya. No que eran tan salvajes. Me solté del agarre de Styx y me levanté, paseando por la sala para liberar parte de la tensión acumulada. Hice que la enorme mesa de piedra estuviera separándonos y los vi mientras sus miradas se clavaban en mí. Se pararon frente a mí, con sus pechos desnudos subiendo y bajando con sus fuertes respiraciones. Sus pechos. Anchos. Firmes. Abdominales marcados. Cintura estrecha. Tatuajes. No era el simple dibujo de un ancla en un pectoral o una rosa con un alambre de púas y un nombre entrelazado. No. Estaban cubiertos de palabras negras. No palabras. Nombres. Styx estaba cubierto, toda la legión de nombres estaban escritos en su pie

