Capítulo 2. Zoé

3235 Words
Pov Noah Me acomode sobre el borde de la cama, apoyando mis codos sobre mis piernas, mi mirada se quedó fija en un punto de la pared, no tenía idea de que hacer, pase mis dedos sobre mi cabello tratando de alisar mi mata de cabello rebelde. No entendía como en el pasar de un par de días las cosas se habían puesto de cabeza de esta manera, es como si todo jugara en nuestra contra, como si el destino nos dijera que no debemos estar juntos. Alejarme parecía la opción más inteligente, me ahorraría muchos problemas y dolores de cabeza, siendo así el círculo lo más importante en mi vida o al menos lo más relevante. Pero no podía dejarla sola, lo que sentía por ella era muy fuerte, no sería capaz de abandonarla, aunque tuviera tanto dinero, sentía que estaba indefensa por la forma en que se aferraba a mí, como si fuera el ultimo barco después de un naufragio. Tome el teléfono para llamar a James. Necesitaba alguien que me aconsejara, necesitaba a un verdadero amigo ahora, uno cuyos pies estuvieran bien puestos en la tierra. Me sentía perdido con todas estas cosas que estaban pasando, no confiaba en mi juicio para tomar la mejor decisión. -Cabron…perdido- la música sonaba alta a sus espaldas, un vallenato de Martin Elías probablemente,  seguramente estaban en los apartamentos de los muchachos cerca de la universidad, los dueños no vivían en la propiedad y los trúhanes se aprovechaban para hacer cada fiesta que se les ocurriera – te nos perdiste hoy, pero…cabron, sabemos que estabas con Paula, muy acarameladitos y se fueron juntos, no pierdes una…cohete- ruidos de celebración por parte de mi idiotos. En este pueblo el chisme corría como el aire, casi daba miedo. Mis amigos eran como…las amigas de mi madre, tenían unos oídos como antenas de televisión satelital, captaban todo en unas frecuencias insospechadas. -Hola tía…no sabía que habíamos comenzado con el chisme tan temprano- solté una carcajada – tampoco te vi hoy cariño, ¿Puede decirme dónde estabas? ¿Me eres infiel con los chicos?- Ahora fue su turno de soltar una carcajada. -Claro que sí, primor, si vieras lo que esas manos hacen hum humm- me comento en un tono burlón con voz aguda- bueno, bueno, basta de recochas, cuéntame sobre lo que realmente paso, porque no creo que nunca hallas hablado con Paula- Y era verdad. Aunque compartía clases desde hace un par de semanas con varias personas, no sabía los nombres de todos y por la forma en que se dictaban las materias no teníamos mucha comunicación con los otros. Las clases tenían un estilo magistral donde te impartían conocimientos y tu tenías que procesarlos. Solté una risa sarcástica. -Bueno, deje mi celular donde Zoé, entonces corrí a clase de biofísica porque iba tarde y no me llego el correo, me la encontré en la cafetería y es muy agradable…- había avanzado bastante en mi relato, pero no te que la había embarrado justo después de pronunciar las palabras, seguramente estaba en altavoz o si no, pronto lo estaría. No me dejarían pasar esto. -Espera, retrocede y pausa… ¿Te quedaste donde Zoé?- De repente la música estridente ceso, probablemente el hizo alguna seña o apago equipo para poder escucharme bien - ¿Hubo una noche de pasión? Vas a contarme detalles sucios- casi podía ver su cara de expectación por saber la respuesta, era bien sabido que las mujeres…no eran mi punto fuerte, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve con una. -No seas chismoso- trate de persuadirlo, pero sabía que era inútil, buscarían la manera de confesarme. -De acuerdo, los detalles sórdidos son tuyos, ahora, dime… ¿Qué paso?- casi podía ver sus cejas subiendo y bajando con ante la expectativa del chisme. -Sí y para que consté…es ardiente, y no, no diré nada mas- hice un gesto sobre mis labios aunque no pudiera verme – mis labios están sellados- Las risas masculinas nacieron del otro lado de la línea. -Suertudo- -felicitaciones- -Cuídense muchachos- -No quiero sobrinos- Eran una parvada de idiotas, sin duda era malo estar tanto solteros, eran unos pendejos y cuando me vieran o  a Zoé no me permitirían olvidarme. Era fácil olvidar a su lado las preocupaciones que sentía. -No los llame para esto chicos-rasque mi cabeza frustrado, ¿Cómo podía empezar este tema? de la única manera que conocía…directa - un tipo, nos siguió hoy, cuando estaba llevando a Paula a su casa…- no me dejaron terminar. -¿Qué de que hablas?- -¿Qué?-  -Cállense chicos, esto es algo serio- despeine mi cabello, sintiendo la tensión de lo que estaba a punto de revelarles, no sabía cómo reaccionarían pero esperaba que no hicieran alguna locura -estábamos cerca del cine, unas cuadras a bajo, cuando me despedí de Paula y note que alguien nos observaba, así que me gire para ver, en la esquina había un tipo con capota y gorra, nos estaba persiguiendo, le grite un par de veces y lo perseguí pero lo perdí en el cine, habían varias personas saliendo…- -¿Y quién te seguía?- el tono de Jaime cambio por completo a uno totalmente serio, sabía que se preocupaba por mí, era mi mejor amigo. Los demás se quedaron callados y en esa reacción me preocupaba más que gritaran como locos por la línea. -Era uno de los tipos que trato de violar a Zoé, me di cuenta porque…la farola de la calle en algún momento alumbro su cara y mientras corría la capota se calló- di un suspiro profundo, me sentía triste y preocupado- pienso que esto se está haciendo demasiado real, Jaime- Hubo un silencio del otro lado de la línea. Escuche algunos ruidos y pensé que podían haberme colgado. -Escucha…solo somos los dos, estoy preocupado por ti- paso un par de segundos- no quiero que nada te pase, no me malinterpretes…Zoé me cae excelente y dios sabe que he rogado para que tengas novia, pero no quiero que esto te cueste la vida amigo, aún estamos a tiempo de irnos sin que nada te pase. Ya sabes la conoces hace poco, no estas realmente involucrado en su vida, no creo que le importe si tu…- Pase saliva sabiendo que eso era cierto. Un ruido en la puerta llamo mi atención ya no pude escuchar lo que decía mi amigo, Zoe estaba ahí. Todo desaparecía cuando ella entraba en el cuarto. Su cara se encuentra terriblemente pálida como si hubiera visto un fantasma o algo más aterrador, su ropa estaba ligeramente fuera de lugar, pero no había nada rasgado o roto a la vista, y había algo ensombrecido en ella. Algo había pasado, algo grave. Seguramente uno de los tipos que me siguió, también lo hizo por ella. La veía completa y saludable, pero su expresión sombría me decía que su herida estaba en un plano en que nadie podría verla. Dentro de su corazón y era de los pocos lugares en que no podría ayudarla. -Te llamare después…- comente con voz quedada, no supe siquiera si Jaime había escuchado mis palabras La visión de ella en el marco de la puerta, era perturbadora. -Más te vale que lo hagas, sabes que…- oprimí el botón de colgar y me quede petrificado mirándola, no tenía idea de que hacer, parecía estar a punto de desaparecer frente a mí. Espere a que ella actuara, dio un par de pasos dentro de la habitación, no pase por alto que se apoyaba en la pared para mantenerse derecha, sin fuerza cerró la puerta y nos quedamos los dos en la habitación. Me sentía dudoso. Se veía destrozada y no sabía cómo proceder sin actuar mal o empeorar las cosas. Un aire frio llenaba el cuarto, era una sensación extraña, como si la muerte se hubiera colado también. -¿Qué ha pasado?- me atrevía preguntar finalmente, mi corazón se sentía tranquilo al verla sana, pero la mirada apagada en sus ojos le susurraba cosas a mi inconsciente, cosas tristes y preocupantes. Si me mantenía más a la expectación probablemente me enloquecería. Me miro con una tortura poco disimulada. Tenía ella también una lucha interna, y de corazón esperaba que ganara la Zoé luchadora que conocía. Se llevó sus prístinos dedos a la boca con la gracia que siempre la caracterizo, tuve el impulso de sostenerla en mis brazos porque iba a desmayarse o algo peor, se veía demasiado frágil y vulnerable. Jugueteo con sus labios como si las palabras hubieran desaparecido de su vocabulario o hubiera olvidado la forma de pronunciarlas. Pase saliva ante sus acciones, solo me restaba esperar que de ella saliera una respuesta. -Lo vi…- sus palabras eran tan suaves que me tomo dos intentos entenderlas, parecía tener la garganta lastimada o haber perdido la voz, tal vez a causa del trauma que sentía. Me deje llevar por el impulso de mi corazón y me puse de pie con la intención de ayudarla, pero ella levanto una mano y la extendió hacia mi dirección para evitar que me acercara, no podía soportar mi tacto, eso rompía mi corazón, baje mis brazos sintiéndome derrotado, no tenía ni idea de que debía hacer. No podía tocarla, le costaba hablar, ¿Qué más podía hacer? -¿A quién viste?- pregunte porque no continúo hablando y necesitaba entender lo que estaba pasando. Sus ojos me miraron sin verme, un atisbo de locura brillo en ellos, como si estuviera siendo guiada por la demencia, necesita que se controlara y no entrara en las puertas de un ataque de histeria, podía ver como la cordura disminuía mientras ella tenía la mirada algo perdida. -Volví a verlo…- sus ojos se quedaron fijamente en los míos y un escalofrió corrió por mi espalda, un frio se situó en la zona lumbar- vi de nuevo a uno de los hombres que trato de vio… Violarme- uno de mis peores miedos se vio consumado ante esas palabras. Por lo menos no le habían hecho nada de gravedad, entre mis peores temores aparte de que se los encontrara era que buscaran eliminar a la única testigo que podría identificarlos. Una lagrima rebelde rodo por su ojo derecho, con cariño borre el camino que marcaba en su rostro, con mi pulgar acaricie su mejilla, su piel era suave y tersa. Su carita blanca como la de un fantasma, se recostó en mi mano buscando de alguna manera consuelo. Podía ver como lucahba para no sucumbir en el llanto, sus escleras eran rojas por el dolor que sentía. Presentía que peores cosas me estaba ocultando, dudaba mucho que una mujer que había aguantado lo que Zoé se viera tan afectada como lo hacía por solamente habérselo encontrado. -¿Qué no estás diciéndome?- mi tono se vio endurecido por su expresión, no quería que ella siguiera sufriendo y me negaba a seguir fallando en esta misión de protegerla, pero necesitaba que me dijera cuales eran las condiciones de las cosas. Si sabía que la atemorizaba podría hacer algo. Adoraba su risa, la forma en que manejaba las situaciones, como le gustaba molestarme mientras cocinaba o las películas que veíamos en Netflix. Sabía que me estaba metiendo en una camisa de once balas donde tenía que buscar la manera de salir bien parqueado, Jaime tenía razón, debía pensar en mi seguridad en algún momento. Podía cuidarme o salvar a Zoé. Me inclinaba de forma absurda por la última. Las palabras de mi amigo Jaime rebotaban en mi cabeza, aún estaba a tiempo…podría alejarme para protegerme si eso quería. Tome levemente el mentón de la chica delante de mí que parecía querer desmayarse en cualquier momento. Trato de resistirse a mirarme, se sentía ¿Avergonzada? ¿Nerviosa?, no quería admitir algo y eso para mí era cada vez más preocupante. -Yo…el…entonces-su respiración comenzó agitarse como si estuviera a punto de darle un ataque de asma o nervios, acaricie su cabello con suavidad. -Calma…cálmate, respiremos juntos- levante mis manos para que contáramos juntos- lo haremos juntos, uno…dos…tres- Luego de algunas respiraciones profundas pudo volver a calmarse. Tenía que proceder con mucha calma. -Hable con Vanessa- acaricie su cabello para tranquilizarla de alguna manera- ella dijo que tenías hambre y habías salido por comida, empecemos por ahí…-leí en alguna revista de psicología que para recuperar recuerdos traumáticos había que empezar por recordar acciones simples, emociones que se sintieron esos momentos, el color de una pared o el de la ropa, los olores que había en el ambiente. Cosas que no significaran mucho, pero se fijaran en la mente. Su cuerpo se recostó por completo contra la pared, con la espalda recta y la mirada en la pared de enfrente. Parecía estar considerando mis palabras. Giro su rostro como pudo para verme. -No sabía cuándo volverías…- un gimoteo salió de su boca, esperaba que no se quebrara antes de darme información - pensé en comprar algunas pizzas, no sé en qué pensaba continúe por la calle cerca a la plaza, cuando me di cuenta era una calle solitaria, pensé que no importaba porque estaba cerca del parque principal, pero…no estaba sola- su voz se había puesto plana, como si narrara de forma omnisciente o si estuviera leyendo algo ajeno, le paso lo mismo que a mí no se dio cuenta que la estaban siguiendo, pero su experiencia debía ser mucho peor que la mía. El otro imbécil logro atraparla. No quería pensar en que más había pasado, pero debía saberlo, necesitaba saber que era lo que había pasado, si hubiera estado con ella esto no habría pasado, la abrí defendido de aquel idiota, comencé a sentir culpa por haber acompañado a Paula a su casa. -¿Y qué más paso?- la ira se apodero de mí. Ni siquiera sabía cómo sentirme, me sentía frustrado, iracundo, confundido, preocupado, eran demasiadas cosas para si quiera tener un control de lo que pasaba por mi mente o corazón. Un completo torbellino bujía en mi interior. Quería explotar, pero necesitaba controlarme, trababa de averiguar que pasaba. -Sentía algo raro, comencé a caminar rápido, pero el casi me alcanza, comencé a correr presa del pánico, llegue hasta el parque principal, pero… él tenía un arma, me disparo- su voz había adquirido un tono de histeria mientras hablaba, casi rayaba con los gritos. Sus ojos estaban saliéndose casi de sus cuencas, su cuerpo estaba temblando por el miedo. La estreche entre mis brazos con ternura, mientras pasaba algo de saliva, su llanto iba ascendiendo mientras se aferraba a mis hombros con desesperación. Su corazón estaba pegado al mío, eran como caballos desbocados buscando su libertad, retumbaba con tanta fuerza que parecía mover el mío. Su perfume era embriagador. Pase mis manos por su espalda, deseaba consolarla. Los sollozos se fueron apagando poco a poco, me sentía anonadado, mas allá de abrazarla, nos acerque a la cama para que ella se sentara. -Fue aterrador Noah…cuando me gire para verlo me apunto con el arma, pensé que moriría, mi cuerpo estaba aterrado- su voz estaba agrietada por el llanto – por un momento pensé que no se atrevería a hacerlo por las personas, pero no le importo, las balas salían a diestra y siniestra….no sé si alguien salió herido o no- Me sentía nervioso, ahora podía haber bajas de gente inocente. Lo bueno es que la policía estaba involucrada ahora al menos tendríamos ayuda para atrapar a los rufianes, aunque no podía dar por sentado que las cosas se arreglarían solas. Esta vez fui yo quien la acompaño en el llanto, mi corazón se había partido en dos, estaba desnudo ante el dolor que ella sentía. Casi la pierdo. Zoé no merecía esto. La desesperación que sentía me estaba ahogando. Llore con sentimiento aferrándome a sus brazos. En algún momento, recobro algo de su coherencia y me miro con sus ojos hincados por tanto llorar. -Necesito atraparlos Noah- su voz tenía un tono que nunca había escuchado, un odio tan profundo que escribía en sus ojos la muerte, era aterrador –los quiero muertos- Pase saliva asustado por sus palabras. Nunca había escuchado a alguien decir una verdad tan absoluta, podía imaginármela con sus propias manos haciendo trizas a esos hombres, me sorprendía que no hubiera involucrado a su familia en esto, porque ella podría pagarle a alguien para que los eliminara. Pensé en sus palabras, no había algo que pudiera decir para consolarla. Esos hombres dejaron en ella huellas que nadie podría entender, habían dejado cicatrices que no podría curarse ni con terapia. Permitían que con ella creciera el auto despreció. No deseaba que Zoé pudiera sentirse asi, la quería y no podía permitir que se ensuciara sus manos. ¿Qué podías decirle a alguien que quiere matar a otro con justificación? Si fuera mi hermana o mi madre por mis venas también correría una sed de sangre insaciable. -De acuerdo, haremos lo que quieras- asentí ante sus propósitos- pero necesito que te tomes las cosas con calma, no podemos cometer errores- Podía ver en su mirada que no estaba complacida, pero no podía permitir que por un impulso arruinara su vida. -Noah…- su voz molesta pero al mismo tiempo era un suplica para que cambiara de opinión. -Escucha Zoé, te estimo y por lo que hemos vivido juntos, no dejare que acabe todo por un impulso- necesitaba una solución pronto para que ella no perdiera la poca cordura que le quedaba, fue entonces cuando una idea surgió de mi mente, mordí mi labio por el impulso – hay un lugar al que podemos acudir para conocer la identidad de nuestros atacantes- El circulo de pelea. No solo era una comunidad cerrada e influyente, el gran jefe conocía los secretos de todos en el pueblo, por la clase de negocios que hacia siempre había alguien que le hiciera un favor, si no conocía la respuesta, seguramente sabría de alguien que nos diera un pista clara para encontrarlos. Si Zoé usaba el dinero de su familia podríamos comprar la información e incluso algo de seguridad. Si era necesario usaría las ganancias que había obtenido el fin de semana para ayudarla. -¿De… De que hablas?- su voz tuvo asombro, no creo que ella pudiera considerar aquella opción. -El circulo de pelea donde estoy, el gran jefe conoce a todos y la gente siempre le debe favores, él podría tener una pista- rasque mi cabeza y pase una mano tratando de despejar mi mente, si la conocían podrían tener algo con que chantajearme en el futuro, pero me atrevería a correr ese riesgo – debo decirte que si obtenemos algo, no será nada barato, ese hombre no da puntada sin dedal- Con sus manos limpio las lágrimas de sus ojos. -Eso…eso no es problema- sus palabras parecían trabarse en sus labios –quiero detenerlos, debí hacerte caso cuando me pediste denunciarlos- Asentí sin ganas, ya no tenía caso saber quién era culpable o no. -Ya no tiene importancia eso, solo debemos pensar en cómo mantenerte a salvo- Sorbió un poco y gimoteo. Su mano se aferró a mi brazo. -Noah…- su mirada era suplicante-gracias, por estar para mí, te estas arriesgando mucho para mí- gimoteo un poco más- debo confesarte algo…quiero ser honesta contigo sobre quien soy realmente y una carta que también me llego hoy- Me confesaría que era una Sarmiento Angulo. ¿Una carta? ¿Qué carta? ¿De que estaría hablándome ahora?
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