El aire estaba cargado de electricidad mientras Ariel caminaba hacia la casa. Aunque todo a su alrededor permanecía estático, su mundo interior estaba en plena tormenta. En su mente, imágenes de Alejandro se entremezclaban con recuerdos de tiempos más felices, creando un torbellino de nostalgia y dolor. Aquella casa, aquel lugar, fue lo primero que Ariel conoció como un verdadero hogar en toda su vida, lo más real que había sentido y ahora parecía estar tan en el pasado, que no se podía creer que no había transcurrido tanto tiempo. A medida que se acercaba a la puerta, un nudo en su estómago se apretaba más y más. Alejandro, el hombre que alguna vez había prometido amarla por siempre, ahora era una figura envuelta en sombras de dudas y resentimientos. La puerta se abrió lentamente, re

