¿Dejada en el altar?
Punto de vista de Anne.
La noche de nuestra luna de miel fui tratada como un ser despreciable.
Lo que pensé que sería un cambio radical en Ethan, se convirtió en mi peor pesadilla.
Soy la esposa del hombre más rico del país, es dueño del aeropuerto más grande, con varias cede en diferentes ciudades, lo cual lo convierte en el hombre más deseado.
Pero su padre le pidió una sola cosa… Casarse conmigo. Arturo considera que soy la mejor opción para su hijo.
Soy de piel blanca, ojos azules, pelo rubio largo, y mido 5.2, soy la descripción perfecta para un hombre adinerado, como él.
Sin embargo, dos años después, estoy frente a él a punto de firmar el divorcio.
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Flashback.
Hoy es el día más feliz de mi vida, estoy a punto de casarme con el hombre que amo, aunque las cosas no se han dado como quisiera, eso no quita mi felicidad.
Pocas veces he estado de la mano con Ethan Baker, pero él simple hecho de aceptarme como su esposa, me hace inmensamente feliz.
Después de unas horas estoy entrando a la iglesia, todos me miran con asombro, tenía una sonrisa en mi rostro que poco a poco, fui borrando.
Miré con claridad hacia el frente y él no estaba ahí, Ethan, no estaba. En ese preciso momento empecé a asustarme, mi corazón se exaltó dentro de mi.
Cuando finalmente llegué hasta el altar, mi mejor amiga Amelia, se acerca y me susurra en el oído en voz baja.
—Amiga, Ethan no ha llegado— Dijo apenada.
La miré a punto de llorar, parecía que sería una novia Abandonada en el altar.
—El no puede hacerme esto Amelia, no puede dejarme abandonada, no puede destrozar así mi vida y mi corazón— Le respondí tratando de mantener la calma.
Inesperadamente, el padre de Ethan, se acerca, tiene su móvil en la mano y una expresión que me hizo estremecer.
—Señor Baker, ¿Le ha pasado algo a Ethan?— Le pregunté desesperada.
El bajó la cabeza como si sintiera vergüenza mirarme a los ojos.
—Lo siento mucho muchacha, Ethan no contesta, y creo que no vendrá— Finalmente soltó así sin más.
Miré a mi alrededor, todos los invitados me estaban viendo con cara de pena, además los murmullos llegaban hasta mi.
—Hija, es mejor que nos marchemos, no estoy dispuesta a que sigas avergonzándote ante los demás— dijo mi madre Martina, al acercarse con tono autoritario.
Sostuve parte de mi vestido con mis manos, estaba dispuesta a marcharme, pero cuando di el primer paso, lo vi a él entrar.
Es un hombre muy atractivo, piel blanca, ojos azules, cabello castaño, con una estatura de 171 cm.
Se detuvo frente a mí pero su vista nunca buscó la mía.
—Estoy aquí, empecemos con la boda— Dijo sin emoción.
Me giré junto a él para quedar de frente al padre que nos iba a casar.
Yo lo miraba de reojo mientras el padre daba su sermón del amor, pero él nunca lo hizo, jamás volteó a mirarme.
—Señorita Anne Smith, ¿Acepta como esposo al señor Ethan Baker?— Preguntó el padre.
Sentía una fuerte emoción, tanto así que no pude ocultarla. — Si padre, acepto casarme con Ethan Baker— Dije entre risas internas.
—Señor Ethan Baker. ¿Acepta como esposa a la señorita Anne Smith?.
De repente hubo un gran silencio, Ethan no decía nada, solo miraba al frente sin desviar sus ojos a otro lado.
—Señor Baker. ¿Desea que le repita la pregunta?— Preguntó él padre con amabilidad.
Miré a Ethan un poco desconcertada, no entendía que estaba pasando.
Pero inesperadamente, hizo un ruido y aclaró su garganta. —Si, acepto.
Al escuchar su respuesta, no pude evitar respirar hondo y sonreír a la vez.
—Entonces, yo los declaro marido y mujer. Señor Baker, puede besar a la novia— Dijo finalmente el padre.
Ethan se giró hacia mi, levantó el velo de novia de mi cara, se quedó mirándome unos segundos y luego, me besó.
Pude sentir sus labios pegados a los míos, sentía que estaba viajando por el cielo, y que era lo mejor que me había pasado.
Caminamos por todo el pasillo tomamos de las manos hasta llegar a un auto que nos esperaba.
Ethan abrió la puerta y subí mientras levantaba mi mano para decir adiós a todos los presentes.
Una vez que la puerta del auto se cerró, me sentí más cómoda y a la vez algo nerviosa.
—Pensé que no llegarías— Dije nerviosamente.
Creí que recibiría respuestas pero no fue así, durante todo el camino estuvo callado.
Incluso llegamos a su mansión y no dijo nada, simplemente me abrió la puerta y caminó hasta llegar a la habitación.
—Esta será tu habitación ahora— Dijo finamente.
Sonreí al escucharlo hablarme tan serio. —Querrás decir: Nuestra habitación.
Ethan se giró y por primera vez en este día, me miró finamente a los ojos.
—Dije que esta es tu habitación, ni pienses que dormiremos juntos, esto no es un matrimonio para mí— Soltó así sin más.
Me quedé en silencio, tratando de entender lo que estaba pasando, ¿Qué significaba eso?.
—Ethan. ¿Qué pasa? Ahora somos marido y mujer y debemos dormir en la misma habitación.
—Dormirás sola, porque yo no pienso tocarte, no pienso amarte, pero sí pienso mantenerte lejos de mí.
Sus duras palabras me cayeron como un balde de agua fría, sus palabras fueron hirientes, como una estocada justo en el corazón.
—¿No me amas Ethan?— Le pregunté con dolor.
—Debiste preguntármelo antes, ¿No lo crees?— Preguntó en un tono serio.
Mis ojos se inundaron de lágrimas, jamás pensé que fuera necesario preguntar después que nuestras familias quedaron de acuerdo en que lo mejor era que nos casáramos, o al menos su padre insistía en que era lo mejor.
—¿Eso quiere decir que no me amas Ethan?— Pregunté cerrando mi manos con la tela del vestido.