Mi corazón dio un salto con sus palabras; todo lo que había dicho antes no era cierto.
Comencé a devolverle sus besos, sus caricias, y antes de darme cuenta, estaba desnuda, tocada por sus manos suaves.
Me entregué por completo, sin dejar nada a la imaginación. No solo era mi primera vez, también era la primera vez en sus cálidos brazos.
Sentí un leve dolor que desapareció lentamente con sus movimientos suaves, con sus besos y caricias en mi cuello.
—Creo que esto debería pasar cuando estés más cuerdo— Dije en voz baja, pero en el fondo deseaba que no se detuviera.
—Shh— Puso su dedo sobre mis labios y me hizo callar.
Lo último que recuerdo fue quedarme dormida sobre su pecho, con la mayor felicidad que había sentido en mi vida.
A la mañana siguiente, abrí los ojos y todavía descansaba sobre su pecho.
No pude evitar sonreír y sentirme completa, pero de manera inesperada, me empujó tan fuerte que caí al suelo.
Sobresaltada, me levanté sin entender lo que pasaba, hasta que lo vi de pie, mirándome con decepción.
—¿Qué hiciste? —preguntó con desilusión.
—No hice nada. Dijiste que querías hacer el amor con la persona que amas.
—¿Qué? Fui muy claro contigo, te dije que no te amo. Nunca te amaré, Anne. Entiéndelo de una vez por todas.
Lo que había sido felicidad se convirtió en una tristeza aplastante.
—Pero me besaste, me hiciste tu mujer, fuiste el primer hombre en mi vida —le respondí, apenas pudiendo respirar.
—Lo hice porque estaba borracho. Pero con la mente en su lugar? Nunca. Nunca dormiría contigo —respondió furioso.
No podía creer lo cruel que era conmigo.
—Ethan… ¿hiciste el amor conmigo pensando que era Olivia? —pregunté, desesperada por la verdad.
—Por supuesto que sí. Pensé que estaba haciendo el amor con Olivia, no contigo. Nunca te tocaría con mi mente en su lugar.
No quise escuchar ni una palabra más. Corrí al baño y cerré la puerta con llave.
Me quedé frente al espejo y vi cómo mi dolor se transformaba en lágrimas. El hombre que había amado profundamente ahora me despreciaba.
Tras una hora, salí del baño. Como representante de mi madre en los negocios, tenía que ir a las oficinas donde se gestionaba la alta administración del aeropuerto, justo en el centro de la ciudad.
Subí al cuarto piso, entré a mi oficina con poca energía, encendí la computadora portátil, intenté abrir una página, pero lo que se abrió fue la puerta, sin mi permiso.
Cuando vi quién era, me levanté rápidamente de la silla y caminé unos pasos hasta quedarme frente a frente con ella.
—¿Qué haces aquí? —pregunté cortésmente.
Pero su respuesta no fue con palabras. Fue su mano impactando mi mejilla, pero la mía cayó sobre la suya con la misma rapidez.
—Sé que dormiste con Ethan, pero quiero que sepas que él me ama, y en dos años se divorciará para casarse conmigo —dijo entre dientes apretados, llena de ira.
Quedé atónita ante sus palabras. Ni siquiera yo sabía que mi matrimonio iba a durar solo dos años.
—Olivia Wilson, es mejor que te vayas de mi oficina. No quiero verte aquí de nuevo —exigí, abriendo la puerta.
Olivia se rió y cruzó los brazos. Ni siquiera movió un pie para irse.
—Cariño, puedo estar aquí todo el tiempo que quiera. Este edificio pertenece a los Baker. No tienes derecho a sacarme.
—Quizá no lo tenga. Pero esta es mi oficina, y yo decido quién entra y decido que tú no.
—¿Crees que has ganado? Déjame decirte que no, yo nunca pierdo. Nunca he perdido un caso como abogada, y no perderé ante una mujer tonta e insignificante como tú.
Di un paso más cerca, riéndome en su cara antes de responder con palabras cortantes.
—Si siempre ganas, entonces ¿por qué no fuiste tú quien se casó con Ethan?
En ese momento, la sonrisa desapareció de su rostro. Su mano golpeó de nuevo mi mejilla, pero no la dejaría salirse con la suya tan fácilmente, así que le devolví la bofetada.
El único problema fue que justo en ese instante Ethan entró y me vio golpeando a su amada.
—¿Quién te crees para golpear a Olivia? —gritó con fuerza.
Me giré hacia él, lista para defenderme, pero la víbora Olivia fue más rápida.
—Ella me pegó. No soporta que no la ames y que sientas asco de ella —gritó mientras se lanzaba a su pecho.
Ethan la abrazó como para consolarla, mientras sus ojos me decían cuánto me odiaba.
—Ethan, ella me dio la primera bofetada. Nunca pondría un dedo sobre ella a menos que fuera para defenderme —dije, desesperada por que me creyera.
Olivia estalló en lágrimas, levantó la mano y me señaló como si fuera la peor mujer del mundo.
—Está mintiendo, Ethan. Yo nunca la toqué.
—No seas ridícula. Aquí hay cámaras, y todo está grabado.
—Ethan, no le creas. Es capaz de cualquier cosa para separarte de mí.
Ethan no respondió. Tomó su mano y salieron juntos de mi oficina.
Pero apenas pasaron tres segundos cuando la puerta se abrió de nuevo y allí estaba Ethan, furioso.
—No permitiré que lastimes a Olivia. Ella no te ha hecho nada —dijo, más enojado que nunca.
—Ethan, podemos revisar las cámaras de seguridad. Ella te está mintiendo.
—Aunque exista ese video, no lo miraré. No perderé mi tiempo contigo. Créeme, no lo haré y por cierto, esta noche Olivia cenará en la mansión.
—No aceptaré que Olivia cene en la mansión. Mientras viva allí, nunca será bienvenida —respondí con dureza.
Ethan se rió, una risa cruel, burlona, de esas que golpean el alma en lo más profundo.
—Tú no decides eso, es mi mansión y yo lo decido.
Caminé hacia la puerta y la abrí, no quería seguir hablando con él, porque ¿para qué?