Chen’s POV (Punto de vista)
Samuel me había dicho un par de días antes de este, que lo acompañara a la fiesta de Alex, su enfermiza obsesión y a mí, él me daba igual, pero hicimos un trato. Me prestaría su consola a cambio porque rompí la mía, así que debía ir. Entonces, su papá nos llevó en el viejo Mustang, pusieron música extraña todo el camino y luego, nos dejó en Puerto Colombia.
Fue muy malo cuando entramos. De inmediato, el mal amigo de Samuel me dejó solo en la sala porque corrió tras Alex y entonces, luego de una larga y desesperante espera, en que toda la gente a mi alrededor me aterraba, me intimidaban, quería llorar. Me sentía mal, ansioso y no podía dejar de mover mis manos, odio estar en un lugar lleno de gente que desconozco y bueno… el problema no es la gente, soy yo. Todo me hace sentir incómodo. Las chicas a mi lado me miran de reojo y creo que quiero suicidarme.
Después de lo que pareció eterno, vi a Samuel acercarse y me dio la mejor noticia que podría darme, ¡había mucha comida en la cocina! ¡eso es genial! Quisiera comer una hamburguesa con papas fritas o mejor unas costillas con salsa bbq o alitas de pollo picantes, que ensucian mis dedos, pero los lamo igual. Agarré el trozo de pizza de forma selectiva, era el más grande por supuesto y en menos de un segundo lo mordí, ¡sabía tan bueno que me comería dos cajas! Me sentí muy feliz, como cada vez que como, pero luego sentí atragantarme cuando vi a Hugo, sí Hugo Jiménez, el popular que jamás me ha dirigido la palabra preguntándome si yo era amigo de Samuel. Me llené tanto de nervios que solo pude asentir.
Me dijo que no me había visto antes y no respondí, sé que paso completamente desapercibido, pero después de que le dije que era tailandés me miró de una forma que hizo mi corazón acelerarse de los nervios. Maldición, maldición. ¿Por qué me mira con deseo? ¡se puede percibir a kilómetros a distancia! ¡parece león al acecho!
-Ven, te enseñaré a unos amigos. -Agarró mi muñeca y jaló fuertemente de ella haciéndome salir del lugar. Hugo era más alto y ancho que yo, seguro que también más fuerte, por lo que fácilmente pudo arrastrarme en contra de mi voluntad.
La casa de Alex (el amor de Samuel), es muy cerca del mar, tanto que está a solo unos metros del malecón. Hugo me llevó hasta escasos dos metros del agua, donde todo estaba muy oscuro y no había gente cerca. Sólo se veían las luces del pueblo detrás y las luces de las casas en la montaña de un costado. A duras penas podía ver lo que quedaba del viejo puerto y la luna alumbraba bastante, aunque no tanto como lo necesitaba. Hugo me dijo que lo esperara aquí un momento y yo no sabía qué hacer. Me limité a esperar porque el me lo pidió, tengo la tendencia de obedecer a la gente, aunque lo que más quería en ese momento era huir, pero no… no sabría regresarme. Puerto Colombia no es nada cerca a mi casa. Quiero morirme al tan solo pensar en que estaré solo con un chico como Hugo, él es realmente intimidante, su presencia es imponente y nunca he estado solo con alguien como él. No lo sé… podría decir que tiene una belleza imponente, el sobrepasa por lejos a cualquier chico de la escuela y no sé si me esté explicando bien en cuán aterrante era y ahora él estaba en frente de mí, con una ceja enarcada y extiende una botella hacia mí. La tomo con mi mano, pero no la bebo.
-¿Te gusta esta cerveza?
-Nunca he bebido. -Confesé en voz baja. No entiendo por qué cuando tengo nervios, no puedo hablar normal, es horrible.
-Eres tan… -Bebió un sorbo y luego sonrió. -Tan como Samuel, pero a diferencia de él, eres lindo y no eres mi hermano. -Sujeté fuertemente la botella, mis orejas quemaban, me costaba respirar. -Siéntate. -Hugo se sentó y yo lo hice casi de inmediato.
-No puedo beber. -Le di la botella, pero él, divertido, no la aceptó.
-Anda, pruébala, no pasará nada.
-Me da miedo.
-Chen, ¿Chen? ¿así se pronuncia? -Asentí, puso su mano en mi hombro, inhalé profundamente para mantener la compostura. -Pruébala, confía en mí. No pasará nada si bebes, será nuestro secreto.
Después de mucho insistir, estaba dudoso, pero acepté. Decidí confiar en él pensando que nada podría ocurrir. Creo que podía confiar en él.
A mi tercera cerveza y después de que Hugo terminara de interrogarme sobre mi familia, me sentía bien, incluso a gusto. Descubrí que no debía temerle, él no era tan malo como toda la escuela decía, parecía interesarse en serio en mí y se sentía muy extraño, pero no en mal sentido. Me gustaba como me miraba Hugo, estando sentados tan cerca pude descubrir que tiene unos ojos muy lindos, nunca los había detallado antes porque nunca había estado tan cerca de él, pero ahora que los veía, notaba lo despampanantes que eran. Su color de ojos es casi igual al de Samuel, pero es diferente. Hugo tiene los ojos grises azulados, es un color de ojos poco usual.
Pasó mucho tiempo, no sé cuánto, pero veía borroso. Hugo me hizo beber cuatro cervezas más y sentía mis mejillas adormecidas, nunca me había sentido de esa manera. Es muy difícil de explicar, es como si estuviera fuera de mí, pero era muy agradable y más por la forma en que Hugo me miraba. No entiendo cómo es que, en tan solo un par de horas, su sonrisa descarada y su mirada fija, habían logrado cautivarme tanto, estaba maravillado ante su presencia. Descubrí que su compañía era tan reconfortante que me gustaba, era como si el supiera exactamente qué decirme para hacerme sonrojar o que mi estómago doliera tanto que tuviera que apretar con mis brazos mi cuerpo.
-Tu piel es distinta. -Comentó, no sé a qué se refería. -Cómo no te vi antes. -¿Cómo me verías antes con tanta gente rodeándote a todas horas Hugo? Pensé. -¿Quieres meterte al mar?
-No traje ropa para eso.
-Eso no importa.
-Hace frío.
-Se te va rápido.
-Ve tu primero.
-Está bien. -Me miró con una sonrisa de malicia y se puso de pie, lo vi quitarse su jersey azul y sus jeans, desvié la mirada cuando lo vi en ropa interior. Incluso… incluso podía ver su m*****o marcado a través de la ropa interior, Dios, Dios, Dios, Dios, esto estaba sucediendo. -¿Te gusta lo que ves?
-No veía nada. -Mierda, mierda. Quiero morirme. Se sentó a mi lado y me miró fijamente, no entiendo su mirada, es muy penetrante, sobrepasa lo intimidante, no sé qué hacer con esos ojos puestos en mí.
-Dame tu mano.
-¿Por qué?
-Confía en mí. -Dudoso, le di mi mano derecha. La agarró y me hizo ponerla sobre su duro m*****o. Todo mi cuerpo temblaba y mi garganta se cerró, creí que moriría de tantos nervios, ¡Dios! Movía mi mano haciéndome acariciarlo y mis mejillas se encendieron como focos. Esto tardó unos segundos, no sé cuánto, pero podía sentir como este crecía cada vez más y ardía, ardía tanto que no tardé en tener también una erección. -Mira cómo estoy de duro por ti, me haces enloquecer.
-¿No es raro… no es…no es raro… esto?
No respondió. Introdujo mi mano en su ropa interior y me hizo tomar su erección con mis manos. Abrí mis ojos como platos y empecé a hiperventilar, mi corazón palpitaba tan rápido que me impedía hablar o moverme, tenía la erección palpitante y ardiente de Hugo en mi mano, quién me miraba con deseo y gemía mientras lo masturbaba. Dios, dios, este es el momento más caliente de toda mi vida.
-¿Te gusta verdad? -Preguntó, asentí, de inmediato me arrepentí de hacerlo. Me gustaba tanto que no quería soltar nunca su erección. -¿Te gusta mucho mi polla verdad?
-Hugo…
-La quieres en tu boca, ¿verdad putita?
-No lo sé…
-Eres una puta deseosa de una polla, lo eres. -Se sentía tan extraño que me llamara de esa forma, no me gustaba, pero al tener su duro m*****o en mi mano no puedo pensar en otra cosa más que en probarlo, deseaba hacerlo tanto que me costaba mantener la compostura, pero no sé si podía. Nunca he hecho algo así, puedo hacer un desastre y odiaría que Hugo notara mi inexperiencia. -Anda, métela en tu boca. Toda.
Me quedé perplejo, inhalé profundamente y sin pensarlo, introduje toda su erección en mi boca. Lo escuché gemir. Sabía… sabía diferente, no lo sé, pero me gustaba tanto que sentía que podría correrme de solo tenerla en mi boca. Hugo guiaba mis movimientos, sujetaba mi cabello fuertemente haciéndome subir y bajar sobre toda su longitud, me sujetaba tan fuerte que dolía, pero no quería parar. Su enorme m*****o me atragantaba, con cada embestida profunda me impedía respirar, pero esto parecía encantarle porque me movía más y más rápido, más hondo, más duro. Adoraba el rostro de Hugo, adoraba sus jadeos ahogados y su ceño fruncido, adoraba hacerlo sentir así.
-Chen, dime cuánto te gusta tragarte mi polla.
-No puedo…
-Dilo, dime cuánto te gusta.
-Hugo…
-Dilo o te castigaré. -Sujetó tan fuerte mi cabello que mis ojos se aguaron, movió su m*****o sobre mis labios, haciendo círculos sobre ellos. Lo miraba fijamente. -Mira cómo te pones al tener mi polla en tus labios, dime cuánto te gusta pequeña puta.
¿Por qué me llamas así maldición? Sujetó aún más fuerte mi cabello.
-Me gusta, me gusta mucho.
-Voltéate. -No, no, no. Quiero hacerlo, pero esto me va a doler. No sé cómo se sentirá, no tengo idea, pero me aterra, no creo que sea fácil.
-Me dolerá, no estoy seguro.
-Solo al principio, luego me rogarás que no me detenga.
-Soy virgen.
-No debiste decir eso, ahora te voy a follar con más ganas.
Lo pensé unos segundos, la verdad es que no estaba seguro de nada de lo que hacía, estaba muy mareado, desvariando y no podía pensar con claridad. Tampoco tenía estabilidad y me costaba hasta mantenerme sentado, no podía controlar lo que me sucedía. Incluso me costaba hablar, tenía el rostro y la lengua adormecida, vocalizar era todo un desafío. Estoy totalmente ebrio.
-No quiero Hugo… -Dije temeroso por su reacción.
-Sí quieres. -Se subió sobre mí y a la fuerza, sacó mi suéter, también mis jeans, le dije que no lo hiciera, pero no me escuchó. Retiró mis boxers, intenté detenerlo, pero me costaba tanto moverme que perdí toda fuerza, no podía hacer nada, Hugo tenía el control, al parecer él no se sentía como yo.
Sentí sus dedos en mi entrada y le rogué mil veces que no lo hiciera, no quería hacerlo así, no aquí, cualquiera que pasara podría ver y no sintiéndome así, quería que mi primera vez fuera especial… no me sentía listo y agarré con todas las fuerzas que tenía en ese momento las muñecas de Hugo, pero me alejó, untó lubricante que sacó de los bolsillos de sus jeans en mi entrada y de un solo movimiento entró. Grité tan fuerte que Hugo puso su mano sobre mi boca, esto dolió tanto que sentí que me desgarró. Quería que se detuviera, pero no lo hizo. Empezó a embestirme muy rápido y las lágrimas no tardaron en acumularse en mi rostro, es que esto dolía, dolía tanto que no podía pensar más en otra cosa que el dolor que sentía, pero escuchaba sus fuertes gemidos y sus manos fuertes me impedían moverme.
-Por favor, detente… -Le rogué casi entre susurros porque casi ni podía hablar con el llanto, pero no me escuchó y, por el contrario, apretó mi cuello e incrementó sus movimientos haciéndome gritar aún más de dolor.
-Qué apretado estas, eres delicioso.
-Detente… -Me apretó más, me mordió fuertemente en el cuello haciéndome gritar y sin previo aviso salió, jaló mis brazos fuertemente haciéndome poner de rodillas, lo vi masturbarse solo un par de segundos cuando su corrida se derramó sobre mi rostro… no podía creer que esto en verdad me había sucedido.
-Te gusta verdad, te gusta tenerlo por todo tu rostro putita.
No pude responder, me sentía tan humillado que no podía hablar, mis piernas temblaban, me dolía moverme y mi cabeza quería estallar. Tenía las marcas de sus dedos en mis muñecas. Esto se sentía… tan… extraño, no sé cómo debería sentirme, pero me costaba dejar de llorar.
Hugo empezó a vestirse, yo hice lo mismo luego de unos minutos cuando logré estabilizarme un poco y meterme al agua, porque debía lavar mi rostro… caminé de regreso y me puse mi ropa interior, también mi ropa que se mojó un poco. Hugo se puso su camisa negra y lo miré… es precioso. En verdad lo es. Tal vez… tal vez no debo sentirme mal, él fue mi primera vez. Entre más lo miraba, más extraño me sentía. Era una mezcla de emociones que no podía identificar, quería llorar, quería esconderme, pero… sentía un extraño apego hacia él, era como si… fuera suyo ahora, no sé por qué me siento de esta manera. Tal vez las cosas sean diferentes ahora, no sé nada de la cuestión del sexo, tal vez esto debía ser así, es normal y yo simplemente no lo sabía. Creo que ahora Hugo me mirará como a las chicas con las que sale, la sola idea se sentía reconfortante. ¿Será que es mi momento ahora?
No podía evitar mirarlo diferente, no entiendo por qué, pero todo había cambiado. En tan sólo una noche, todo cambió y era consciente de eso. Caminé hacia él y lo abracé, su pecho era cálido y olía bien, me gustaba.
-¿Qué es lo que haces Chen? -Preguntó agarrando mis hombros, me alejó.
-Quería abrazarte.
-¿Estás adolorido?
-Sí. -Admití en voz baja, me avergonzaba.
-En dos días ya no dolerá, esto fue divertido. Se repetirá bebé. -Encendió un cigarrillo, lo observé embelesado unos segundos. Sonó su teléfono. -Bye. -Lo vi alejarse.
¿Por qué te fuiste? No quería que te fueras, no aún. Me puse mis zapatos, me costó hacerlo, estaba más adolorido a cada segundo que pasaba.