Luego de un desayuno agradable y en compañía de todos, mi padre dijo que debíamos volver. Pero antes que dejara el comedor una vez más Esteban me pidió hablar. Sin resentimientos acepté. Lo acompañé al jardín y ahí al lado uno del otro de pronto surgió la conversación.
—No pensé que me pasaría de idiota anoche.
Mostré una sonrisa.
—No hiciste nada, ya te lo dije. Y no pienses más en eso, para mí no tiene importancia.
Respiró hondo y mostró una sonrisa tímida.
—Has sido muy buena conmigo, Alexia. Lamento no haber sido el hombre indicado para ti, siempre te voy a… Querer mucho. Eres alguien muy especial para mí.
—Y tú para mí. Deseo que seas un padre feliz, un buen esposo, y un gran compañero para ella y para tus propios hijos. Eso fue lo que yo siempre conocí de ti, un gran hombr
