En el salón había un grupo considerable de personas mejor vestidas que yo, estamos en una empresa multimillonaria así que no me extrañó. Estoy aquí para hacer un pastel y no creo que Lucy nos exija usar un vestido de noche para eso.
Beatriz corrió hacia mí cuando se dio cuenta de mi presencia.
—¿Dónde rayos estabas Mady?
—Lo siento, debí volver ayer de Danbury, hoy se me hizo muy tarde.
—Bueno, está bien, lo importante es que ya estás aquí.
Ella me arrastró hacia nuestros mesones de trabajo mientras platicaba como le fue el viernes cuando salió con el resto de nuestros compañeros. Este salón era inmenso y muy elegante. Las paredes eran de un color crema suave y había plastas naturales en macetas. También hay dos candelabros muy hermosos de cinco bombillas que iluminaban el acogedor salón.
Compartiríamos un mesón Mía y yo, mientras que a Beatriz le tocó con Rixton. Era perturbador hasta para mí que ellos siempre tuvieran que estar cerca, pero seguro Rixton se lamentaba más.
—Bien, me tengo que ir. Nos vemos al final y te deseo suerte—dijo Beatriz con los pulgares arribas.
Le devolví una sonrisa y me centré en Lucy.
—Tienen dos horas para hacer un pastel digno de la exposición del sábado por la noche—anunció Lucy Stewart, rodeada de Angie, otras dos mujeres y un hombre—. No hace falta decir que tienen que recordar lo que hicieron hoy porque ese mismo pastel es el que presentará el ganador en la exposición.
Cuando todos asentimos ella continuó.
—Hoy nos acompañan Elena Pinkman y Shanel Morrison, ellas son parte del departamento de Análisis de investigación y desarrollo. Y el señor Albert Cooper, quien trabaja en el departamento de ventas. Ellos serán parte del juzgado hoy.
Mientras Lucy hablaba sobre el trabajo de los jurados mi mente divagó irresponsablemente en el bello hombre que me encontré en el ascensor. Si volvía quizá él estaría allí. ¡Él está casado! Rodé los ojos internamente al recordarlo.
—Este es un paso importante para ustedes—escuché a Lucy—, pero no estén nerviosos y tampoco se exijan demasiado. Lo principal es que disfruten lo que hacen, que le pongan amor a lo que preparan para que el resultado sea tan maravilloso como lo que se imaginan. Sin más que decir, el tiempo comienza ahora.
Ya me había decidido por hacer un biscocho de chocolate húmedo con textura esponjosa que iría relleno de crema pastelera. Creo que iba a ser un reto con el tiempo que tenía y los nerviosa arremolinándose en mi estómago, pero quería superarme y hacer algo realmente bueno que la empresa Wolden no pueda evitar querer tener en su mesa del sábado por la noche.
Me sentía orgullosa de mi elección, incluso la cantidad de pisos para la rápida presentación de hoy. Lo adorné con glaseado de color y sabor a chocolate con licor. Utilicé algunos frutos secos y cerezas también. Mientras lo adornaba comencé a pensar en el intruso de mi cabeza, no pude evitarlo dado que él olía a chocolate y este pastel era todo sobre el chocolate. Y llegué a la triste conclusión de que si él no estuviera casado no habría ningún cambio, casado o no parece que estoy fuera de su liga, incluso aunque trabaje en un ascensor.
Al cabo de las dos horas separé las manos de mi pastel, pero descubrí que ya no me sentía tan nerviosa como antes.
—Bien, estaremos pasando por sus puestos y luego nos reuniremos para tomar la decisión fi…—Lucy dejó de hablar cuando de repente alguien abrió las puertas y entró al salón—. Señor Woldenberg.
Era él, el intruso en mi cabeza. El hombre casado, no te olvides de eso también.
—Creí que se estaba yendo a una reunión—dijo el señor Albert.
—Ya me conoces, me gusta catalogar el producto de cerca yo mismo—desde la distancia pude notar su mirada sobre mí, ¿me recordaba? Pero rápidamente volvió a concentrarse en Lucy—. Espero no estar importunando.
—Por supuesto que no—Lucy sonrió alegremente y se dirigió hacia nosotros mientras señalaba al intruso—. Todos, él es Alessandro Woldenberg, el presidente de Wolden H. Enterprise.
Oh, cielos. Si antes creí que estaba fuera de su liga cuando pensé trabajaba en un ascensor, ahora siento que estoy fuera de su universo, como si él fuera un ardiente sol y yo una pequeña nave espacial que se quemará si se acerca demasiado.
—No se detengan por mí. Solo observaré, confío en los paladares de mis empleados—dijo Alessandro, con una sonrisa de sincera confianza.
Este no era un buen momento para ser retraída, debía mantenerme cuerda y parecer segura de mí misma y de mi pastel.
—Oh, por favor, pruébelos con nosotros—exclamó Lucy animadamente—. Después de todo es su exposición. Comenzaremos ahora.
Mientras el grupo de jueces y Alessandro probaban los pasteles de Vince y Rosie, Mía se acercó a mí.
—Estoy paralizada Mady, no puedo creer que ese hombre tan bello tenga la edad que dice en la internet. ¿No es guapísimo?
Lo miré detenidamente.
—¿Qué edad tiene?
—39 años—susurró Mía.
Tragué saliva, tiene sentido que con tanto dinero tenga una cómoda familia de hermosas mujeres, las que lo acompañaban el viernes en el restaurante. Creo que me estaba deprimiendo, pero al menos los nervios comenzaron a cesar.
Unos diez minutos después ellos estaban en nuestro mesón probando el pastel de Mía. No lucieron tan impresionados como lo estuvieron cuando probaron el pastel de Rixton. Sé que mi mayor competencia es Rixton, pero me hacía esforzar más y mejorar.
Creí que los nervios habían desaparecido por completo, pero cuando Lucy y Alessandro con el resto del jurado se detuvieron frente a mi pastel creo que pude haber colapsado.
—Ella es Madeline Stevenson—me presentó Lucy con su emocionante sonrisa que solía ayudarme con los nervios, pero mientras Alessandro estuviera a su lado observándome, no podría relajarme—. ¿Qué nos presentarás hoy?
—Un biscocho de chocolate húmedo y esponjoso con relleno de chocolate y licor—no sé de dónde salieron todas esas palabras tan bien pronunciadas de mi desordenada mente. Quizá se deba a que lo practiqué unas cien veces durante el fin de semana.
Las personas del jurado lucieron curiosos, pero no pude ver lo que había en el rostro de Alessandro porque estaba segura de que mi corazón explotaría.
—Bien, probemos—dijo Lucy.
Este era el momento más exasperante, cuando probaban lo que hacía. Aun así, aproveché el momento distractor de ellos para mirar a Alessandro mientras probaba mi pastel. ¿Le gustará?
—Exquisito, Madeline—Lucy me guiñó un ojo.
—Es una mezcla interesante de sabores—comentó Alessandro, y no tuve otra opción que sostener su mirada ya que me estaba hablando a mí—. Los frutos secos, las cerezas, el chocolate y el equilibrado sabor del licor.
—Madeline siempre nos sorprende positivamente—me alagó Lucy con una sonrisa orgullosa.
El dorado caramelo líquido de los ojos de Alessandro brilló cuando me miró y habló de nuevo.
—Me gustaría tener un sabor como este el sábado—entonces miró al resto—. Tomando en cuenta la originalidad de nuestros productos, por supuesto.
—Completamente—coincidió el señor Albert.
Y el resto hizo lo mismo.
Cuando ellos prosiguieron con los siguientes y Alessandro ya no podía verme más fue cuando comprendí que no había estado tomando la cantidad de aire necesaria para respirar.
¿Por qué tenía que haber visto a este hombre antes de este día? Quizá mi forma de pensar hacia él no sería tan insistente como ahora. Lo habría visto en el ascensor, pero no me habría intimidado porque la repostería y la competencia sería lo más importante para mí. Cuando se apareciera repentinamente para probar nuestros pasteles no lo recordaría y me preocuparía solo por lo que piensa de mi pastel y no de mí.
Resoplé en voz baja. Estaba tan confundida y angustiada porque creo que me gustaba un hombre casado. Me giré hacia él y lo miré furtivamente. ¿Qué mujer no se quedaría embelesada al mirarlo? Lo que menos se preguntarían es sobre si tiene pareja, solo yo pensaba en esas cosas porque quizá soy demasiado tonta y mi sentido de la responsabilidad y culpa es muy fuerte en mí.
Mientras miraba al grupo de jueces regresar al frente del salón y reunirse para tomar su decisión final Alessandro era el único de ellos que destacaba por su porte garrido. Sentía cierta curiosidad por él, de hecho, mi curiosidad aumentaba con el paso de los minutos. Como el hecho de que su nombre es de procedencia italiana, pero su apellido no.
Al cabo de unos largos pero insuficientes veinte minutos de conversación entre los jueces, ellos se volvieron hacia nosotros y Lucy dio un paso hacia el frente.
—Ha sido una difícil decisión, todos ustedes hicieron un gran trabajo en la preparación y decoración de sus pasteles. Pero creo haberles dicho que la finalidad de este pequeño proyecto era el de resaltar el sabor de chocolates Wolden.
Miré la caja del producto que nos ordenaron usar para darle sabor a nuestros pasteles. Se trata de un tipo de polvo refinado color marrón que quizá a primera vista se asemeja al cacao en polvo o a otros productos en polvo con sabor a chocolate, pero este era diferente, había algo en su contextura y olor que resultaba agradable al paladar una vez los mezclabas con otros productos.
—En base a eso hemos tomado una decisión—anunció Lucy—. Hoy decidimos que Rixton Beckett… y Madeline Stevenson rehagan sus pasteles para el sábado.
Los primeros diez segundos fueron una completa conmoción para mi mente, miré a Beatriz en busca de seguridad y ella sonrió completa y sinceramente emocionada con los pulgares arriba. Aunque aun así no lo podía creer.
—Ahora démosle un aplauso a Rixton y Madeline.
Los aplausos me dieron tiempo de volver a la realidad y asentar mis pensamientos.
—Necesitaré la presencia de Rixton y Madeline cuando terminen de ordenar sus puestos.