Buscando mi destino

Hace más de un mes que siento mi corazón destrozado. No he dejado de llorar, ni de buscar consuelo en los rincones oscuros de mi habitación, donde nadie puede verme. Me siento atrapada en una prisión de recuerdos que me ahogan, como un peso muerto que no puedo quitarme. Cada pensamiento, cada imagen, cada palabra suya parece perseguirme, y no puedo escapar. No puedo olvidarlo. No puedo dejar de pensar en él, en lo que hizo que nos separáramos, en cómo su voz aún resuena en mis oídos, diciéndome que me amaba, que éramos algo más que un simple error. ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué mi corazón late aún por él, por Nicolás, mi hermano? No entiendo cómo todo lo que viví con él, todo lo que sentí, pudo ser parte de algo tan monstruoso y maldito. Pero aún lo siento, lo vivo, y mi corazón no puede dejar de aferrarse a lo que alguna vez fue un amor puro en mi mente. Nicolás, mi hermano… Mi hermano… ¿cómo pude llegar a amarlo así? Las preguntas no dejan de martillar en mi cabeza, y no hay respuestas que puedan calmar este dolor. Recuerdo sus besos, sus caricias, la forma en que me tomaba en sus brazos y me hacía sentir que todo estaba bien, que nada más importaba. El mundo desaparecía cuando estaba con él, como si nos perteneciera por completo, como si nada pudiera separarnos. Y ahora, ahora que todo se ha roto, que todo se ha derrumbado, me encuentro aquí, rota, preguntándome por qué la vida tiene que ser tan cruel. ¿Por qué me llevó al cielo para luego lanzarme al infierno? Todo lo que amaba se desmoronó, y no sé cómo seguir. Las lágrimas caen sin control, y la angustia me consume, me mata. No puedo seguir sin él, pero al mismo tiempo, no puedo estar con él. Mi corazón está dividido, y lo único que sé es que me estoy ahogando en este dolor. Verónica entró a mi habitación, sus pasos suaves, como si temiera interrumpir mis pensamientos oscuros. Se sentó al borde de mi cama, mirándome con esa preocupación en los ojos que sólo las personas que realmente te quieren pueden entender. Intentó sonreírme, pero yo sabía que era una sonrisa forzada, una sonrisa de consuelo. —Mía, todo estará bien —dijo, su voz suave, como si sus palabras pudieran curar la tormenta en mi interior—. La universidad empezará pronto, y eso nos dará un nuevo comienzo. Necesitas salir de aquí, distraerte. Tienes que dejar que el tiempo haga su trabajo. Mi corazón se hundió al escucharla. ¿Cómo podría dejar todo esto atrás? ¿Cómo podría alejarme de lo que siento por Nicolás, de lo que fuimos, incluso si todo era un error? —No lo entiendo, Verónica... —mi voz quebró, y las lágrimas volvieron a caer, sin control—. ¿Cómo puedo dejar de amar a alguien que ha sido mi todo, incluso cuando descubrí que era mi hermano? No puedo seguir adelante. No lo puedo hacer. Verónica suspiró, su expresión llena de dolor y comprensión. Sabía lo que sentía, y aunque quería ayudarme, las palabras parecían no ser suficientes. —Yo sé que es difícil, Mía. Pero tienes que seguir adelante. Eres fuerte. Estás aquí para algo más grande que esto, que esta tormenta. Y aunque ahora te parezca que no hay salida, con el tiempo las cosas se aclararán. No olvides quién eres. No dejes que este dolor te consuma. Me quedé en silencio, sin saber qué decir. Sabía que tenía razón, pero mi mente seguía atrapada en el caos de mis sentimientos. Verónica me miró con una ternura infinita y me dio un abrazo suave, casi como si quisiera envolverme en una burbuja de seguridad, aunque sabía que las heridas en mi alma no sanaban con solo un abrazo. —Lo sé —susurré, apretando mis ojos para contener las lágrimas—. Pero aún no estoy lista. No sé cómo hacerlo. Verónica no dijo nada más. En su lugar, se quedó conmigo, abrazándome, y aunque no había soluciones mágicas, sentí una pequeña chispa de consuelo en su presencia. Al menos por un momento, no estaba sola. Y tal vez, con el tiempo, empezaría a ver una salida. Verónica se acercó a mí con una sonrisa traviesa, y mi curiosidad instantáneamente se despertó. —Te hablaré de algo para que te rías —me dijo, su tono lleno de misterio—. Todas nuestras amigas del colegio están como locas porque vuelve Logan Chrysler... Mis ojos se abrieron ligeramente, sorprendida por el nombre. —¿Logan Chrysler? —pregunté, frunciendo el ceño—. ¿El Logan Chrysler? ¿El hijo de esa familia millonaria? Verónica asintió con entusiasmo, como si estuviera contando un secreto jugoso. —¡Sí, ese mismo! —respondió, acercándose más a mí, bajando un poco la voz como si fuera un chisme—. Se rumorea que busca esposa. Y, para ponerle la cereza al pastel, van a organizar una gran fiesta para su regreso. Ya sabes, el poder que tiene esa familia... Solté una risa irónica, levantando una ceja. —¿Una fiesta? —dije, burlándome un poco—. ¿Y tú crees que todas van a caer como moscas por eso? Verónica me miró con un brillo travieso en los ojos. —Claro, Mía. Las chicas ya están como locas. Es como si la llegada de Logan fuera el evento del año. Ya sabes cómo es el poder de esa familia, tienen todo el mundo a sus pies. Me tiré hacia atrás en la cama, sintiendo una ligera carcajada escaparse de mis labios. —Dios, qué ridículo —dije entre risas—. ¿Y tú qué piensas hacer, unirte a la competencia? Verónica se encogió de hombros, una sonrisa divertida jugando en su rostro. —Tal vez, si no tengo nada mejor que hacer. —Luego, hizo una pausa y me miró con una sonrisa más amplia—. Pero, ¿y tú? Tal vez este sea el momento de olvidarte de todo esto y disfrutar de una fiesta de alto nivel. La idea de una fiesta, incluso una organizada por Logan Chrysler, me parecía tan absurda y fuera de lugar que no pude evitar reírme. —¿Yo? ¿Ir a una fiesta con él? —pregunté entre risas—. Ni en tus sueños, Verónica. Ella levantó una ceja, divertida. —Nunca sabes, Mía. Tal vez esa fiesta sea lo que necesitas para distraerte un poco. Me reí nuevamente, aunque una parte de mí sabía que probablemente tenía razón. Tal vez no fuera tan mala idea después de todo. Notas del Autor: Recuerden que es el segundo libro. El primero es Huyendo de mi destino y el libro de los padres de Mia es: ¿Quien es el padre de mi hija? Esta novela no es recomendada para personas sensibles ya que contiene contenido explícito. Recuerden que es ficción y que siempre intento darles un final feliz a mis protagonistas. Quienes ya han leído mis novelas sabrán mi forma de escribir.