"¡Has venido demasiado! ¡Estoy empapada!", dijo haciendo pucheros. —Sí —dijo Tony con una sonrisa burlona—. ¿Así que volver a tener sexo con las tetas? Louise quería decir que no, pero sabía que sería mentira. Le encantaba cómo sentía su polla entre sus pechos, cuánto lo hacía correrse y el placer que sentía al juguetear consigo misma mientras lo hacía. Aunque no había podido correrse cuando él le folló los pechos, aun así sentía una sensación de ardor mezclada con culpa y excitación. "Supongo que sí", dijo Louise. "Tío, estás regado", rió Tony entre dientes, inspeccionando su obra: sus tetas. Cubiertas y glaseadas con una sustancia blanca, espesa y grumosa, que parecía gelatina en las partes más gruesas y cremosa en el resto. Y apestaba a su semen viril. Aunque apenas soportaba el he

