Capítulo 2

1237 Words
Demian Black , era un exitoso juez de cuarenta y tres años. Su familia lo molestaba constantemente para que se estableciera y tuviera una esposa, un par de hijos. No tenía tiempo para eso, ni tenía tiempo para tener citas. No podía hacer todo a su manera, por eso ahora se encontraba sentado en la mesa de un pequeño restaurante esperando que apareciera la mujer que había visto en el sitio web cuyo nombre era Olivia. Demian asistía a ese restaurante con regularidad para tomar un café, y esta era la primera vez que se tomaba el tiempo de mirar alrededor del lugar. La mitad del tiempo tenía la cabeza en su teléfono celular, respondiendo un correo electrónico y haciendo su trabajo en la corte. Le encantaba cada segundo de estar en la sala del tribunal o lidiar con los detenidos y sus abogados. Miró hacia la puerta. Era consciente de las mujeres que lo rodeaban. Algunos le lanzaban miradas coquetas. Realmente no pensaba mucho en la diferencia de edad entre él y Olivia. Ella era una estudiante de veintiún años. Eso era todo lo que sabía. Miró por la ventana, y la vio instantáneamente. Su largo cabello castaño caía en cascada por su espalda, luciendo salvaje y libre mientras su cabeza estaba inclinada hacia abajo. Sólo cuando entró miró hacia arriba y miró alrededor del lugar y lo vio. Él había prometido reservar la mesa de la esquina izquierda aparte de describirle su vestimenta. Él la observó. La fotografía que había tomado no le hacía justicia en absoluto. Los jeans que usaba se adaptaban a cada curva, y los había combinado con una camisa negra que solo enfatizaba el tamaño de sus senos. Eran enormes, y no podía esperar a verla desnuda. Esa fue su primera reacción inicial. Quería desnudarla. Ella también usó un par de anteojos hoy, y él notó que sus manos seguían apretando y relajándose. Ella se acercó y tomó asiento, se notaba nerviosa. Pero le sonrió al hombre. Vio una química fácil entre los dos que le hizo preguntarse si se conocían. Le había pedido un café a ella anticipadamente. —Hola, Olivia—dijo él. Las mejillas de ella se tornaron de un rojo brillante, lo que ayudó a Demian descubrir que era el color más sexy que jamás había visto. —Hola—respondió ella—. No se como llamarte no se tu nombre—agregó. —Soy Demian—contestó él. Le tendió la mano y ella la tomó, sonriendo. Su agarre fue suave, y notó que seguía metiéndose el cabello detrás de las orejas. —¿Has hecho esto a menudo?—preguntó ella. —Para nada. Puedes decir que acabo de escuchar a un par de hombres hablar sobre el sitio. Sentí curiosidad y luego te vi. ¿Y tu? ¿Tienes muchos ... —preguntó a medias, miró alrededor y se inclinó hacia adelante—. ¿ Sugar Daddy? Ella sacudió su cabeza. —No. Esta es la primera y única vez que hago esto—contestó ella encogiéndose de hombros—. Fuiste el primero en interesarte en mi—añadió. —Me parece difícil de creer—comentó él. —¿Estás coqueteando?— preguntó. —Quizás. ¿No se trata de eso el sitio web?—interrogó. —Si, pero también involucra otras cosas como el dinero—respondió ella. Él vio la culpa y la vergüenza cruzar su rostro, y no pudo evitar estirar la mano por encima de la mesa y tomar su mano. —¿Necesitas dinero?— preguntó. Ella asintió con la cabeza pero no dijo nada. — Estoy pasando por tiempos realmente difíciles —respondió. —Eres una estudiante. Me imagino que estas ganando poco dinero. Esta bien. Podemos ocuparnos de todo eso pronto—le dijo Demian, Olivia apartó la mano y bebió un sorbo de café. Vio que ella no tenía ninguna intención de acelerar las cosas. Ella era... reservada, y eso le gustó. A Demian no le interesaba una mujer que se dedicara exclusivamente a llamar la atención. Olivia le agradaba, a pesar de que habían sido solo unos minutos. Todo lo que necesitaría era una llamada telefónica para saber todo sobre ella—. Soy un hombre ocupado. Soy Juez. A si que seré directo, quiero a alguien con quien follar. Necesito a una mujer a la que pueda llamar sin importar la hora, si es de día o de noche. No me gustan las cosas peligrosas, pero me gustan la emoción. Si aceptas, te lo prometo, te encantará todo lo que le hago a tu cuerpo. Habrá ocasiones en las que te dejaré instrucciones y las seguirás. Haré arreglos para un lugar, y ahí es donde espero que estés cuando te llame. Si quiero que estés en cualquier otro lugar, ahí es donde estarás. Yo soy el que está a cargo. No estarás con otro hombre, y antes de continuar, mi médico te hará un chequeo completo y yo seré quien lea su informe. Obtendrás lo mismo de mí. Si estás de acuerdo con esto, espero que elimines tu imagen del sitio web. Serás mía en todos los sentidos de la palabra —agregó. También le dio una cifra de lo que le pagaría mensualmente y ella abrió mucho los ojos—.¿No es suficiente?—preguntó. —No, no, está más que bien. Perfectamente bien. Todo lo que has dicho, estoy de acuerdo— respiró hondo y asintió con la cabeza—.Has sido muy directo. Muy honesto. —Descubrirás que no intentaré enloquecer las cosas en absoluto. Tengo la intención de conseguir lo que quiero, y tampoco lo espero —dijo. Miró su reloj y vio que había pasado diez minutos más de lo que pretendía—.Tengo que irme, tengo un caso que atender. Tengo tu número de teléfono celular y haré los arreglos necesarios para todo. Hablaremos más después de que se hayan realizado todas las comprobaciones y, hasta entonces, mantente a salvo — se puso de pie —. Este es el resumen de las reglas—mencionó, y le entregó una hoja de papel con una caligrafía perfecta—. No veremos pronto—finalizó. Se fue sin mirar atrás, sabiendo que había tomado la decisión correcta. Una mujer más joven no querría establecerse, tampoco una mujer universitaria. Olivia era la elección adecuada para él, tenía las curvas adecuadas. Ella también era un poco sumisa. No era un hombre dominante en absoluto. No hizo látigos, esclavitud o reglas con palabras seguras. Era solo un hombre al que le gustaba tener siempre el control sin importar nada. Algunas de las mujeres de su pasado no podían soportar que él controlara sus vidas. Se preguntó cuánto duraría esto con Olivia. Era nuevo incluso para él, y estaba emocionado por ello. Para saber exactamente qué le gustaba y qué no. Esperaba saber qué botones presionar y cuáles dejar. Sacó su teléfono celular, y envió un mensaje. Una vez que terminó, se subió al auto y echó un último vistazo a la cafetería. Olivia tenía la hoja de papel en las manos y la estaba leyendo. Sonrió al recordar sus propias reglas: 1) Debes obedecer mis ordenes. 2)Exclusividad, no puedes salir o tener sexo con alguien más. 3) Recibir el placer que te proporcione sin objeciones. 4) No enamorarte. Luego de eso se marchó hacia la corte.
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