16. El abatimiento de Rex.
García mira a su alrededor, y queda sorprendido al comprobar que la casita de herramientas es más grande de lo que parecía, ahí se guarda una cantidad exagerada de herramientas de jardinería anticuadas, maquinarias oxidadas, una mesa de trabajo igual de oxidado como todo lo que está ahí. El olor a humedad y moho impregna todo el lugar, es repugnante. Nada de lo que ve es de interés.
Es hora de salir.
Gira sobre sus talones y sale al exterior. Desde ahí contempla la casona algo más relajado se aparta de la casita.
Llega cuando Simón Pedregosa, el juez, va de llegada.
—Juez, lo esperan en la primera planta —le dice y lo saluda con cortesía, lo acompaña hasta la puerta de entrada.
En otras circunstancias hubiera subido con él hasta el piso de arriba. Esa es su
