Séis días, séis días habían pasado desde su secuestro. El constante movimiento del navío comenzaba a volverse un hastío para Gladys. Comenzó a pensar si alguna vez volvería a reencontrarse con su hermana y su madre, ya poco le importaba su destino nupcial. Aunque no le gustaba pensar en esos extremos, hasta se agradeció de que su secuestrador no le había hecho nada. Pero claro está que ella no esperaría hasta que llegue el momento para poder escapar. El movimiento del barco cesó por un instante. Gladys se levanta de la cama para así confirmar con los pies al suelo de que se trataba realmente de lo que ella pensaba. Y efectivamente así fue, lo que parecía ser un crucero sádico de su propio secuestrador, se detuvo. ¿Estarían en tierra firme? Se preguntó. Pero antes de idear cualquier plan

