Mientras en el mundo de los humanos Mabel lloraba su soledad y lo sucedido en casa, en el mundo de los seres especiales, Elijan —o Bastian, su demonio interno— no dejaba de pensar en ella, en su Mabel. La había poseído durante tres noches seguidas, la había hecho suya en cuerpo y alma. Ahora ella era su amada, su compañera, y él no tenía dudas de que le pertenecía. Pero su deber lo obligó a dejarla. Fue convocado a una de las reuniones más importantes entre los clanes de seres especiales, aquellos que protegían los bosques, los mares, los cielos y las antiguas energías. Reuniones a las que siempre debía asistir. No en vano era uno de los guerreros más respetados de Roma. —¡Sean todos bienvenidos! Pasen adelante, señores. Es un placer anunciar la llegada de Elijan Greco, mejor conocido po

