
Graciela García no sabía cómo debería de verse una mujer que acababa de perder a su marido, pero seguramente no sería de la forma en la cual ella llegó al funeral de su difunto esposo, vestida con un traje color escarlata y los labios pintados de un rojo brillante. En vez de lágrimas, ella esbozaba una sonrisa. En vez de dar gritos y llorar desconsoladamente, ella reía. Podría parecer una completa loca. Y eso, fue lo que pensó el Detective Marquez y el hombre de ojos grises que no apartaba la mirada de ella durante toda la ceremonia fúnebre.
