Diez años atrás
-... despierta, Ángela despierta, mira que ya amaneció... - aunque mi cumpleaños no es mi día preferido, hoy me siento diferente, escuchando a todos cantarme las mañanitas en el comedor mientras Rocío, mi cuidadora favorita está a mi lado y ha preparado un pastel de chocolate para mi.
Decir que tengo la mejor vida seria una total desconsideración de mi parte, no soy una niña normal, lo sé, no necesito del bulling de los otros niños para saberlo. No sé nada de mi pasado, salvo lo que me ha dicho la directora cuando pregunté por mi historia, por lo que siento que mi identidad es dudosa, tal y como la de muchos de los que estamos aquí.
Generalmente me la pasó en la biblioteca en los tiempos muertos, pues estar a la vista de los demás siempre me genera problemas.
- ¡Ángela, muerde el pastel! - grita Silvana- la niña que peor me trata, no tengo ganas de arruinar el pastel que con cariño me ha preparado Rocío, así que solo la miro y niego.
- No Silvana, nada de mordidas o no alcanzará para todos - dice Rocío y veo como Silvana le hace una cara tierna, en realidad esa niña es el mismo demonio, ella llegó aquí cuando tenía tres años, hija de padres drogadictos y es un año más grande que yo, podría decirse que crecimos juntas.
Después de la hora del almuerzo, decidí ir a la biblioteca a leer mi libro favorito, mi regalo de mi para mi. Antes de llegar a mi destino me interceptan cinco niñas tirando de mi cabello hasta un pasillo solitario, no hace falta que las mire, se que la líder es Silvana, nunca he entendido que he hecho para que me odie, realmente no busco problemas.
Las cinco me acorralan en una pared, es imposible salvarme de esta, ya que en ésta ala del edificio nunca hay nadie porque rara vez vine alguien a la biblioteca, salvo yo que vengo todos los días, gritar sería en vano.
- ¿Por qué temes Angela?, solo queremos darte tu regalo de cumpleaños - dice cínicamente Silvana, solo de escucharla se que nada bueno puede ser - Roberta vas, Lisa y Rosa, ya saben que hacer.
La mencionada tiene una caja, la cual abre y sale un hedor terrible, mi cara es de pánico total, el miedo se apodera de mi, ¿por qué siempre tienen que atacarme?
Mi respiración se vuelve agitada, mi pecho sube y baja con rapidez, sin poder evitarlo estoy temblando, pues veo como Roberta saca un sapo muerto de ella, en ese momento las otras dos me tiran al suelo y me detienen.
Roberta se acerca a mi, las palabras no salen de mi boca, no se que me van a hacer.
- ¡Silvana, no porfavor! - grito horrorizada
- ¡Cállate o te ira peor! Leila, las tijeras.
- ¿Por qué me odias? ¿Qué te hice? - digo entre lágrimas
- Mmm, nada pero tu presencia me perturba por lo que me gusta hacerte llorar, eres una basura, incluso Dios te ha mandado a decir eso con ese color de piel.
Mi llanto sale descontrolado, siempre me hace ver lo diferente que soy, nadie en el orfanato tiene la piel del mismo color que la mía, por lo que eso me convierte en el bicho extraño físicamente.
¿Será cierto lo que dice? ¿Por qué Dios me hizo tan distinta a todos? ¿Por qué no pude ser normal? ¿Mi madre también tenía la piel de éste color? No valgo nada, eso es lo que siempre me dice, que soy una basura, no se quien soy, ni de donde vengo, yo debí haber muerto con mi madre.
Estoy llorando como nunca, Leila comienza a rasgar todo mi vestido con las tijeras mientras que Roberta me restriega el animal muerto por el cuerpo, la peste y el asco que siento es horrible.
- Ahora si vas a parecer lo que eres, una basura apestosa - se burla Silvana que es quien orquesta todo.
No puedo dejar de llorar y pedirle que me deje, lo cual es inútil, si existe algún Dios, me gustaría recibir una señal de que eso es mentira, por lo que pido ayuda a todos en mi mente, esperando que algo suceda.
Mamá si me escuchas porfavor, haz que me dejen de molestar o llévame contigo, ya no soporto todo esto, soy una basura y no valgo nada, ayudame porfavor.
Hija mía, eres muy fuerte y eres valiosa, eres más poderosa de lo que imaginas, confía en ti y tu poder saldrá a relucir, repite todos los días cuando sientas miedo "confío en mi y mi poder"
Sigo llorando pues ahora me están pasando el sapo por la cara, lo que me dan unas tremendas ganas de vomitar, no se si esa era realmente mi madre o una voz en mi subconsciente pero comienzo a desear que el tiempo se detenga para poder huir.
Siento como han dejado de restregarme el animal, pero aún así siento como siguen sobre mi, por lo que abro mis ojos lentamente, todo está en pausa, ninguna se mueve y es como si fueran estatuas.
No se que ha pasado, pero se que es mi momento de huir, no se cuanto tiempo tengo para escapar pero huyó hacia las regaderas para bañarme pues me contengo de vomitar.
Todos se han quedado estáticos, no se que es lo que pasó, ¿acaso yo logre esto? No lo creo, no pude haber sido yo.
Me he metido a bañar rápidamente y me he cambiado, salgo y todo sigue igual, nada ha cambiado, un estrés y miedo se apoderan de mi al ser la única que continúa el transcurrir del tiempo, por lo que huyó al único lugar en el que me siento segura, la biblioteca.
Las niñas que me han atacado siguen ahí, en la misma posición que cuando huí, ¿he sido yo la que ha hecho esto?, no dejo de hacerme preguntas sin respuesta.
He cerrado la biblioteca con seguro y he deseado que todo vuelva a la normalidad, segundos después escucho gritos, lo que me parece extraño pero no pienso salir de aquí.
Estoy pegada a la puerta escuchando si alguien viene y escucho a Silvana gritarle a todas las niñas que quien me ha dejado escapar, ¿todo ha vuelto a la normalidad?, ¿pero que ha pasado?
No salgo de mi lugar sagrado hasta la hora de la cena, me aterra encontrarme con esas niñas que siempre me molestan.