Decir que la vida es justa es la mentira más grande, al menos no desde mi percepción.
Vivir es un juego al azar, a veces te toca ganar otras perder, en mi caso siempre he tenido la maravillosa fortuna de perder, desde que nací todo ha sido difícil para mí.
Crecer en un orfanato parece siempre ser un lugar donde todos los niños, corren, juegan y son amables unos con otros, esa es la creencia por que a todos los han educado de la misma manera, pero también existe la maldad y la bondad.
Vivir ahí ha sido el castigo más grande de mi vida pero no he podido quejarme con nadie, por que no tengo a nadie, mi madre murió al darme a luz en una situación de emergencia, tuvo un terrible accidente en el que perdió mucha sangre por lo que solo una de las dos sobreviviría a aquello y la afortunada fui yo, aunque realmente no creo que a eso se le llame fortuna. Se muy poco sobre los hechos, ya que sólo sé lo que he leído en los periódicos que busque de aquellos años y lo poco que me contó la directora cuando pregunté por mi madre algunos años atrás.
Después de mi nacimiento dure un mes en la incubadora de un hospital, había nacido un mes antes de la fecha establecida, así que fui un bebe prematuro, la fecha de mi nacimiento fue el siete, del mes siete, del setenta y siete, irónico que parezca brujería mi fecha de nacimiento, sumándole que nací a las siete con siete minutos.
Mi madre se llamaba Ana Bea Cortés Domínguez, tenía 33 años cuando murió, no se si mi cumpleaños es algo trágico o algo memorable, pero las señoras que nos cuidan en el orfanato siempre nos dicen que nuestro cumpleaños es la fecha más importante del año, sinceramente opino todo lo opuesto, no conocí a mi madre, por lo que no puedo decir que la extraño, pero tengo ese sentimiento de un amor profundo hacia ella, como si siempre estuviera al pendiente de mi.
Ella era contadora, y futura madre soltera, por lo que no hubo rastro del que pudiera ser mi padre. Nadie pudo hacerse cargo de mi, al parecer mi madre era una mujer solitaria por lo que fui a parar directamente a uno de los orfanatos asignados por el gobierno.
Los ahorros de mi madre y su casa pasaron a ser parte del gobierno como paga de mis cuidados en el orfanato. Mi vida aquí ha sido triste y solitaria, mientras crecía, me daba cuenta que yo era muy distinta a él resto de los niños, por lo que me asigne el título de especial y diferente.
Mientras era una niña de ocho años, me jactaba de ello, para mi era asombroso ser tan distinta pero eso a su vez fue el motivo de mi soledad, nadie se quería juntar conmigo por ser distinta, mi color de piel era un factor, aunque yo no veía nada de extraño en ello, conforme pasaban los años fuí creciendo, siendo el centro de atención para las burlas, los acosos y los maltratos.
Cuando cumplí quince años una de las encargadas que me conocía desde bebe, me regaló una foto de mi madre, era la primera foto que veía de ella, me dijo que le había costado mucho conseguirla y que esperaba que me gustara. Su gesto me pareció de lo más tierno, alguien había hecho algo por mí y me había obsequiado algo valioso, y a decir verdad era la primera vez que alguien me obsequia a algo.
La mujer de la foto era una mujer con razgos similares a los míos, y tenía la piel muy blanca y los ojos color café, ver la foto me hizo dudar completamente si realmente era mi madre o la encargada solo se había sacado la foto de algún lugar, si bien teníamos rasgos parecidos pero mi piel era completamente obscura a excepción de que en mi pecho tenía unos lunares blancos que formaban algo parecido a una constelación, quise pensar que tal vez mi papá era alguien con ojos azules y piel muy obscura como la mía por eso no me parecía mucho a mi madre, la cual era realmente hermosa.
Cuando el resto de los niños comenzó a burlarse de mi, encontré mi refugio en la biblioteca del orfanato, habían muchísimos libros y puedo decir orgullosa, que al menos he leído tres cuartas partes de toda la biblioteca en todos estos años.
Estoy a unos meses de cumplir dieciocho años, y se que ese será mi gran momento, pues cuando eres mayor de edad y no fuiste adoptado, es momento de hacer tu vida, en el orfanato nos preparan para la vida y el trabajo, desde la cocina hasta la carpintería, así como la escuela básica. Ser alguien que se encerraba horas en la biblioteca me ha dado ventaja pues aprendí muchísimas cosas que nunca nos enseñaron a la vez que me asignaron el título de "sabelotodo".
En una semana tendré una junta con la directora de esta institución, quien me preparará para salir de este encierro, que por tantos años fue mi hogar, si es alguna forma de llamarlo. Aunque estoy aterrada de cómo será el mundo afuera, me emociona la idea de poder comenzar a vivir.