Capitulo 2

1022 Words
Todos los institutos americanos siguen el mismo patrón, grandes pasillos llenos de taquillas y clases fijas para los profesores siendo los alumnos quien deben moverse, cuando suene la campana, tengas dinero o no, estés en el estado que estés, los colegios son lo mismo, está el mismo sistema educativo, muchas amigas mías, eran europeas que vinieron por nuevas oportunidades a estados unidos con sus familias, ya que en estos momentos éramos el país de la esperanza, el de la novedad donde todos querían emigrar por mucho que nuestra tasa de criminalidad fuera una de las más altas del mundo, y todas decían lo mismo, nuestro sistema educativo era genial a la hora de prepararnos para la universidad, desde temprana edad nos dejaban explorar lo que nos gustaba sin obligarnos a hacer esas asignaturas que no nos gustaban, por ejemplo yo, llevaba años sin dar ninguna asignatura relacionada con las matemáticas, mientras que mi hermana daba matemáticas y cálculo avanzado, mientras ella tenía claro que estudiaría algo relacionado con economía, yo tiraba más por derecho o alguna carrera con la que mi vida no dependiera de saber hacer ecuaciones de segundo grado, pero aunque teníamos muchas cosas malas, desde el fácil acceso a la criminalidad como la forma de evaluarnos que en ocasiones era de risa, ya que se basaba mucho en teses mientras que en Europa se llevaba más lo de memorizar, no sé cómo eran las cosas en el resto del mundo, ya que no me había relacionado con las personas de otras partes, pero supongo que no son para nada como aquí. —Deberíamos comprar protección—comento mi hermana mientras entrabamos al colegio. La miré de reojo. —Creo que ni un arma de largo alcance nos salvaría de esto—comente. —Las armas están completamente prohibidas—nos avisó el director acercándose a nosotras. Mi hermana me miro, agarró mi mano pasando su brazo por el mío. —Era solo una broma—aclaro mi hermana. Estaba claro que era una broma y no pensaba que fuese algo que se debiera aclarar, las armas por mucho que fueran algo relativamente fácil de conseguir, y que la gente lo usara como le diera la gana, no era una cosa que íbamos a usar como si nada, no íbamos a coger una pistola, por mucho que lo deseáramos e ir a matar a las personas de clase, eso lo único que nos iba a dar era una habitación en la cárcel, por lo que no era nada inteligente. —Ustedes deben ser las hermanas Peeves—comento el director. Mi hermana me miro en silencio. —Lo somos—dije. —No sabía que eran gemelas—comento el director mientras nos miraba con atención, pienso que nadie esperaba que fuéramos gemelas por mucho que tuviéramos la misma fecha de nacimiento y edad, está claro que éramos hermanas, pero hasta hace una hora o menos nuestra apariencia era diferente, y está claro que nadie se para a leer los expedientes, solo las fotos. —Pues lo somos—comento mi hermana. La pellizqué por detrás, mientras nadie me veía para hacer que dejara de hacer el tonto, no nos convenía enfrentarnos al director o ponerlo en nuestra contra, no era lo mejor, lo mejor era coger un bajo perfil, no meternos en problemas y menos cuando el colegio en el que estábamos era demasiado conocido por ser el lugar donde estudiaban hijos de criminales. —Os llevaré a vuestra aula—comento el director mientras nos llevaba por los pasillos. Las taquillas tenían doble candado en su mayoría, en las salidas principales había detectores de metales, estaba claro que ni el mismo colegio se fiaba de sus alumnos por lo que nosotras menos deberíamos fiarnos. —Ahora no hay problemas, pero con el comienzo del curso deberán traer el uniforme, están prohibidos todo lo que este fuera del reglamento o las normas—aviso. Le miré. —¿Normas?—pregunto mi hermana—¿Qué normas?—. El director nos dio un libro a cada una. —Las normas y reglamentos de esta gran institución que nos ayudan a funcionar como un máquina perfecta—comento demasiado orgulloso. —Limitaros a respirar cuando os den permiso y así no os castigaran—comento una voz masculina detrás de nosotros. Me giré para ver a un chico alto, de pelo castaño y con cuerpo de deportista, delante de nosotras, estaba claro que era un chico malo por su vestimenta totalmente de n***o, con unos vaqueros apretados, con zapatos negros de cuero, una chaqueta negra de cuero y una camisa con los primeros botones algo desabrochados. Mire a mi hermana y le apreté el brazo en señal de que ese chico me gustaba, mi hermana y yo teníamos códigos demasiado nuestros, teníamos una norma de no pelearnos por un chico por lo que cuando nos gustaba uno, apretábamos el brazo de la otra para decir que nos interesaba, era una forma de evitarnos los problemas, de evitar que las cosas se pusieran mal entre nosotras. Mi hermana me miro impresionada, pero se limitó a asentir no muy convencida, está claro que las cosas no son tan sencillas que sentirme atraída por alguien que parece un criminal no es lo mejor del mundo, pero al final y al cabo es algo que no se puede controlar. —Señor Black, ¿Qué hace aquí?—le pregunto el director. —Suspendí lengua—comento el chico como si nada pasara. —Ellas son dos nuevas alumnas, espero que las trate bien—le aviso el director. El chico nos miró analizando cada parte de nosotras. —Gemelas—comento y nos miró—Jamás he conocido a unas—añadió. Le miré demasiado sorprendida y algo molesta. —Pues no somos monos de feria, así que no nos mires mucho—le amenazo mi hermana. La miré demasiado sorprendida, pero las cosas no eran tan sencillas, eran normal que la gente se impresionara porque fuéramos idénticas, pero era molesta que la gente nos mirara como si fuéramos sorprendentes, no lo éramos.
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