Capítulo 2

5000 Words
Pov Emma. Mierda, odio haber tenido ese sueño, no quería recordarlo. Ni siquiera abrí los ojos y estoy pensando en el pasado, eso tiene que ser inhumano. Como sea, al diablo con el sueño. "Tengo que levantarme, me duele todo el cuerpo, anoche dormí tan mal" Eran las palabras que repetía en mi cabeza, sabía que tenía deberes, pero aún así me sentía demasiado cansada. Murmuraba con los ojos cerrados, tratando de convencerme que podía dormir solo unos segundos más. Cuando por fin me decido despertar e ir a la ducha, froto mis ojos y estiro la mano para tomar mi teléfono. Aún marcaba las 06:20, todavía me quedaban 10 minutos así que cerré mis ojos para apreciarlos mejor. Sé que también tengo que pasar por mi nuevo auto, no puedo manejarme siempre en taxi, me olvidé la ropa en la lavandería... —¡MIERDA! Me desperté de un salto, mis diez minutos se habían pasado a treinta y cinco, si llegaba tarde seguro Barbara estaría molesta durante toda la mañana. No es que antes no trabajara ni estuviera acostumbrada a un horario temprano, sino que las últimas tres semanas fueron fatales y dormí realmente mal, ahora que al menos podía descansar más de seis horas sin despertarme, fue una buena señal. Después de todo puse todo de mi parte, pero no había caso. ¡NUNCA FUNCIONA ESO DE LOS DIEZ MINUTOS MÁS! Me metí a la ducha para darme un largo baño antes de comenzar con mi día, al menos el agua lograba despertarme un poco, incluso más que el café. Al abrir la puerta de vidrio me di cuenta de que no había traído nada, ni una bata ni una toalla, por lo que con mucho fastidio comencé a caminar por todo el departamento, totalmente desnuda. ¿Dónde hay una toalla cuando uno la necesita? Mis pies tocaron la fría cerámica, dos segundos después todo mi cuerpo lo hizo, me había resbalado con la misma agua que caía de mi cuerpo. Intenté levantarme pero me dio un tirón en la cintura. —¿ALGO MÁS? —susurré con furia. Escuché sonar mi celular en alguna parte de la casa y realmente no se de donde saqué fuerzas y pude levantarme. Tenía una llamada perdida de un número desconocido así que lo dejé sobre la cama y comencé a vestirme con cuidado, porque todavía me dolía la cintura. Unos buenos masajes me harían bien, eso sin dudas. Llamé a la agencia, preguntando si podían traerme el auto a casa, necesitaba unos minutos más para recuperarme mientras desayunaba. Volver a la empresa no estaba siendo tan fácil como creí, principalmente porque cada vez que caminaba por los pasillos pensaba en mi padre, en aquellas millones de veces en las que me llevó a ese lugar. Sé que él no quisiera que me sienta de esa manera, por lo que me prometí intentar disfrutar de mis horas allí, no quería pasar por un infierno cuando sabía que al menos hasta que consiguiera a alguien que quisiera hacerse cargo o venderle mis acciones debería permanecer. La idea de ocupar un lugar en la empresa nunca fue una opción, al menos no cuando las cosas estaban normales. Si, quizás era una excelente especialista en contabilidad y marketing, pero después desde que me gradué pensé en hacer otra cosa, no estaba lista para trabajar en la empresa y papá lo sabía. En realidad quería viajar un tiempo, tomar fotografías, quizás exponerlas y trabajar con ello o poder poner una academia de baile. No estaban relacionados entre sí, pero era lo que me gustaba. Mientras pensaba en ello, terminé de firmar los últimos papeles y luego de que el chico me entregara el auto simplemente me subí en él y dejé todo eso atrás. Los analgésicos al menos me hicieron bien, me dolía un poco menos la espalda. Mientras cantaba dentro del auto, una llamada entrante me hizo distraer, era Barbara. Ahora mismo no tenía ganas de aguantar sus gritos por llegar tarde, así que simplemente la rechacé y seguí con lo mío. La empresa no estaba tan lejos, en menos de veinte minutos estaba abriendo las persianas de la oficina. Acomodé mis cosas personales y le tiré mi perfume favorito, que fue lo que le dio el toque final. Quiero gruñir cuando siendo el sonido de sus tacones acercándose, pero sé que ella está furiosa, no quiero darle más motivos. —Segundo día y llegas tarde —Barbara entra como un perro rabioso y levanto la mirada mientras tomo un sorbo de mi café. —No me sorprende que estés tan pendiente de mi —sonrío y ella clava los tacos sobre el suelo. —Me gusta tener la empresa en orden, pero por lo que veo te piensas que estamos de vacaciones. Odio las imperfecciones y tú eres una de ellas en este momento. —Dudo de ello, pero voy a decirte la realidad. Me caí y me lastimé un poco la cintura. De hecho estaba pensando en que necesito unos buenos masajes y un analgésico, pero con lo primero podrías ayudarme tú. —Ni en un millón de años te tocaría. Deja de fantasear conmigo. —Pensé que te gustaba mi piel, al menos eso dijiste una vez —chasqueé la lengua. —Que ingenua por creerlo —pone los ojos en blanco y suspiro. —¿Podrías decirme a qué viniste? —Vine a darte los buenos días. —¿Tú siendo amable? —Si. —sonrió.Puso unos papeles sobre mi escritorio—. Tienes que leer esto, y firmar los demás. —Muchas gracias, secretaria —guiñé el ojo. —No tienes tanta suerte de tener una secretaria como yo. Y realmente deberías contratarte una Emma, no quiero compartirte a Nic, ella está demasiado ocupada. —¿Tienes algo con la secretaria que la quieres sólo para ti? —Barbara levantó una ceja. —Tengo novio, ¿Recuerdas? —¿Esa cosa es un problema? —¡Cállate! —gruñó—. No le digas así. —¿Tanto vas a defenderlo? —Es mi novio ¡Idiota! —¡Idiota tú! —¡Presumida! —¡Fea! Sonrío y dejo a un lado la taza de café para levantarme de la silla. Esta es una buena oportunidad para darle un jaque mate. Doy la vuelta al escritorio y comienzo a caminar hacia ella, mientras la miro quieta, en su lugar. —¿Te parece que soy fea? —levanto una ceja y noto como ella traga saliva— ¿Entonces no puedes responder eso? ¿Te has vuelto muda? Mis ojos viajan a su boca, sin poder evitarlo. Ella es como un imán en donde me encuentro atraída. Me fascina el color mate de sus labios, ella suele ponerse un labial discreto pero que definitivamente llama mi atención al igual que sus largas pestañas. Puedo notar una pizca de duda en sus ojos, ella se quedó muda y estática por unos cuántos segundos, aunque sé que quiere decir algo. —Deja de hacer esto —ella gruñe de la nada—. No te acerques a mi, Emma. —¿Segura que no quieres que te bese? —¡AGH! ¡ERES INSOPORTABLE! Ella dio una pisada fuerte en el suelo mientras me gruñía otra vez. Solo me limité a sonreírle y mirar como giraba su cuerpo, provocando que su cabello se moviera al compás y saliera por aquellas puertas dobles. Después de que Barbara salió de mi oficina, le pedí a Nic si me podía hacer una cita con un doctor lo antes posible. Así que luego de que me ocupara de todos los papeles, que me llevo mas de la mitad de la mañana, fui a ver que tenía en la cintura. —Fue un fuerte golpe el que te diste Emma, te recomiendo que al menos hagas reposo dos o tres días —dice el doctor. —No puedo hacerlo, tengo cosas importantes que hacer y realmente no puedo tomarme unos días. —¿Es realmente importante que lo hagas? ¿No puedes tomarte unos días libres? —No, no hay posibilidades. —Lo que puedes hacer es conseguir alguna faja para que te haga presión en el lugar. No te esfuerces tanto, no levantes cosas pesadas e intenta descansar en tus momentos libres. Si te duele demasiado toma estas pastillas para el dolor, y si en unos días empeora o siguen igual de intensos vuelve. —Muchas gracias, doctor. Se lo agradezco. Después de salir del lugar y conseguir las cosas que el doctor me había indicado, paré en un restaurante para almorzar algo. Esta muriendo de hambre y comer en la oficina no se me hacía muy gracioso. —¿Emma? —mi rostro se giró tan rápido que mi cuello podría haberse roto. Frente a mi estaba un morocho, alto, de ojos claros y sonrisa perfecta. Aquel mismo que había conocido desde pequeño y que habíamos pasado tantas cosas juntos. Mi amigo de toda la vida estaba allí. —¿Justin? sonrío y voy hacia él—. ¡Mira como creciste! —Pensé que jamás iba a volver a verte —dice con una enorme sonrisa, abrazándome—. ¿Puedes explicarme porque diablos te fuiste de la noche a la mañana? —No quiero hablar de eso Jus, mejor cuéntame de ti. ¿Ya almorzaste? —De hecho iba a pedir algo ahora, ¿te molesta si me siento contigo? —Por supuesto que no, ven aquí —le sonrío y una vez más lo abracé, realmente lo había extrañado—. Mira que guapo estás. —Mírate tú, estas hermosa. Estos años han sido buenos, eh. —Meh, hago lo que puedo —digo bromeando— ¿Que hay de ti? ¿Sigues con Luke? —Tú si que te quedaste en el pasado —dice tiendo—. Terminé con ese idiota unos días después de que te fuiste. Al parecer había estado todo el verano acostándose con una de las chicas del equipo. —¿Con Callie? —Exacto. Así que tenías razón respecto a él, era un imbécil. —Como siempre —me burlo. —Veo que sigues siendo igual que siempre —sonrío— ¿Cuándo volviste? —Hace una semana, tuve que hacerme cargo de la empresa de mi padre. —Si, me enteré lo que le sucedió Emma, lo siento. —Gracias —suspiro—. Todo fue muy rápido, pero sé que tengo que seguir adelante. —¿Y tu madre? —Ella se fue a Miami, le di la casa que tenía allá. A mamá le estaba haciendo mal quedarse en esa casa. —Si, me imagino todo lo que tuvo que sufrir. —Voy a intentar convencerla de que vuelva en un tiempo, la quiero tener cerca. Miami es lejos. —Si, eso es cierto. Pero al menos hasta que ella haga el duelo. —Si —suspiré—. Así que ahora la que está de vuelta soy yo y trabajando con Barbara. —Algo me ha comentado —levanto una ceja —¿Ella te habló de mi? —Ella estuvo ladrando sobre todo lo que haces para hacerle la vida imposible. —No le hago nada. Ella es la sensible con esa situación. Ella me odia, bueno nosotras nos odiamos en realidad? —¿Y por odiarse te refieres a tener sexo en la oficina? —No, definitivamente no. Ella en serio está negada a cualquier cosa que suceda. —¿Y tú.... —No. Solo bromeo con ella, pero en realidad estoy en pareja. —¿De verdad? ¿De quién se trata? —Es un médico. Se llama Louis, lo conocí en Miami. —¿Y él dónde está ahora? —Aún sigue allá. No hemos podido resolverlo, pero veremos que sucede. —¿Puedo saber que planeas con Barbara? Nuestra charla siguió por un largo rato, hablamos sobre todo lo que habíamos hecho durante estos años, Justin era mi mejor amigo desde que tenía 6 años, siempre hacíamos todo juntos, ese era el motivo por el cual siempre peleaba con Barbara, por él. Las dos lo queríamos de mejor amigo, pero él siempre decía que los tres juntos éramos mejor. Era una guerra de bromas continua, pero sólo nos llevábamos bien cuando alguno de los tres necesitaba ayuda, era el único momento en el que teníamos paz. Desde que somos pequeñas tuvimos diferencias, Barbara era la princesita de su padre, que le gustaba todo perfectamente ordenado y sin ningún inconveniente, mientras que yo era todo lo contrario, me gustaba divertirme de otras maneras, hacer cosas alocadas y ella lo odiaba. Pero por alguna razón cuando Justin entraba en la ecuación éramos capaces de ser personas civilizadas, nos divertíamos los tres. Luego de almorzar y ponerme de acuerdo con Justin de que nos veríamos de nuevo para recuperar lo que era nuestra amistad, volví a la oficina. Apenas saqué un pie del ascensor escuché la voz de Barbara. Apenas me vio rápidamente me llamó para que vaya a su oficina, estaban todos alterados, algo andaba mal. —Emma, tenemos que hablar. —Dime que pasó —me senté en una silla frente a ella. —Hay un problema con la construcción del hotel en Florida, al parecer la obra se paró y no me dan una respuesta. Necesito que viajes y veas que es lo que sucede. —A penas llevo un día aquí Barbara, lo más conveniente es que vayas tú o me acompañes. —¿Y que se supone que haga con las cosas que hay que hacer por aquí? —Podemos adelantar el trabajo y dejar todo listo, Nic se encargará de los contratos y podremos viajar tranquilas. No creo que sea la primera vez que tengas un inconveniente en este lugar. —¿Qué quieres decir? —Nada, sólo quiero ayudarte a resolver todo, para eso también estoy aquí, pero ahora necesito tu ayuda. —Está bien —rascó su cabeza—. Tendremos que adelantar el trabajo de toda la semana y para eso nos quedaremos unas horas de más. —¿Aquí? —¿Y dónde quieres que vayamos Emma? ¿A la playa? —reí por lo histérica que estaba Barbara. —No me molestaría, pero hablaba de ir a otro lugar, estar todo el día en la oficina no creo que sea una buena idea. —¿Y que propones? —levanta una ceja. —Mi casa —digo con obviedad. —¿Tu casa? —No voy a morderte cuando estemos solas Barbara —ella me miró furiosa y fue inevitable reír—. Bueno al menos que tú me lo pidas. —Iré si paras con tus juegos absurdos. Estamos hablando de nuestro trabajo Emma, no de simples trabajos prácticos de secundaria. Tienes que parar con eso —gruñe—. Mejor iré sola y tú te quedas aquí. —¡NO! —digo aguantando la sonrisa—. Prometo no molestarla señorita Stone, hagamos nuestro trabajo como se debe —le guiñe el ojo—. Toma un poco de Whisky y tranquilízate Barbara,Emma está aquí para resolver tus problemas —puso sus ojos en blanco y suspiró—. Iré a terminar algunas cosas. Y por cierto... —la miré—. Jus dijo que lo llames. —¿Justin? —Si, eso creí decir. —¿Desde cuándo tú... Cerré la puerta mientras seguía hablando, no quería escucharla más, me hacía doler la cabeza cuando estaba histérica. Barbara podía volverse bastante insoportable y ahora que mencionaba lo de Justin seguramente comenzaría con su interrogatorio de cómo volví a hablar con él. Niña tonta. Después de enterrarme por horas y horas en el trabajo, decidí tomarme un descanso y hablar con Lou. Él me había dejado un mensaje diciendo que lo llamara en cuanto tuviera unos minutos libres. La verdad es que si lo extrañaba, él era un gran hombre y estar sola en casa era extraño después de compartir al menos la cena con él. Cuando es hora de ir a casa dejo todo ordenado y apago la luz, caminando por los pasillos en busca de mi chica favorita. Veo que la puerta de su despacho está entreabierta y Nic ya no está, entonces me asomo —¿Estás lista? Sonreír cuando vi a Barbara. Ella estaba frente al espejo tocando y mirando su trasero, era tan gracioso. —¿Tú nunca tocas la puerta verdad? —dice ella una vez que nota mi presencia. —¿Debería? —Nunca conocí a nadie igual —murmura—. Vámonos Emma, no tengo todo el día. Sonreí mientras la miraba salir con el ceño fruncido, era increíble lo rápido que se enfurecía. —¿Viniste en tu auto o quieres que te lleve? —le pregunto cuando subimos al ascensor. —Me trajo el chófer, pero él vendrá.... —No. Puedo llevarte, sería inútil que viniera por ti cuando tenemos que ir a casa. —Está bien —suspiró—. Puedo tomar un taxi más tarde. Evito poner los ojos en blanco, porque es obvio que me ofreceré a llevarla más tarde. Nunca dejaría que ella se fuera en la madrugada con un taxista que no conoce. Pensando en ello, ni siquiera pensé en que cenaríamos, por lo que rápidamente comienzo a pensar que diablos es lo que tengo en casa —¿Que tienes ganas de cenar? —le pregunto cuando ya estamos caminando hacia el estacionamiento. —Lo que quieras. Me da igual. —¿Fideos con salsa? —ella me mira y levanta una ceja —¿Cocinarás? —Lo haré —sonrío con burla— ¿Que dices? —Suena bien —murmura. Por supuesto que le parece bien, es una de sus comidas favoritas. Por suerte mí madre insistió con dejarme algunas cosas frizadas antes de irse, por lo que mí heladera tenía algunas comidas congeladas, como una rica salga que podría descongelar en un momento. Mierda, tengo que aprender a cocinar decentemente. Ninguna dijo nada mientras íbamos de camino a casa, solo le dije que debía hacer una parada para comprar bebida, por lo que comprar cerveza fue una buena opción. Ella miró todo a su alrededor, parecía inspeccionar mí casa. Ella sonrió cuando notó uno de los tantos cuadros de cuando era niña. Había una foto específica que era mí favorita, dónde estábamos Justin, Barbara y yo, cruzados de brazos, repletos de lodo y mostrando los dientes. Había sido una competencia en el campamento de verano cuando teníamos once, fue una carrera de circuitos dónde terminamos siendo campeones. —Carajo, ese día fue uno de los mejores —murmura ella mirando la foto. —Ese fue uno de nuestros últimos campamentos —le sonrió y me acerco—. Los otros tres años fuimos campeones también, creo que no fue nadie tan bueno como nosotros tres. —Siempre hicimos un gran equipo. —Eso es verdad —suspiro—. Deberíamos hacer algo. —¿Hablas de ir a un campamento? —dice riendo —No. Hablo de hacer algo juntos, como antes. —¿En serio lo dices? —suspiro cuando noto su tono irónico. —Por favor, no comiences a ser malvada conmigo. —Tienes razón. No discutiré contigo —suspira—. Solamente no quiero que pienses que después de que te fuiste por tantos años pretendas que todo siga igual que antes. —Ojalá todo sea como antes. Al menos el último tiempo —froto mí ojo—. Pero estoy intentando recuperar algo de eso y no soy la única que me equivoqué. Ella no responde nada, solo me mira a los ojos. Sé que aunque no lo admita ella sabe de lo que hablo. Aquello solo lo sabemos nosotras, solo estábamos Barbara y yo, jamás de lo contamos a nadie. Estoy segura de que en algún lugar de su memoria y de su razón, sabe que ese fue el motivo por el que me fui ese día, pero no quiere hacerse responsable de ello . —¿Podemos mantener las cosas en paz? —pregunta. «Por supuesto, te conviene» —Si. Después de todo estamos obligadas a mantenernos cerca. —Creo que mejor voy a irme a casa —ella busca su bolso a comienza a caminar. Bien, es muy manipulador de su parte. Ella comenzó la mierda. —Bien. Mejor estemos en paz y listo. Tenemos que trabajar —digo poniendo los ojos en blanco. —No sé si seremos capaces de estar bien del todo en algún momento. —de da vuelta para mirarme. —Al menos no mientras sigas teniendo rencores pasados. Ya deja todo atrás, Barbara. No te hice nada. —Como digas, ya no me importa. —No entiendo cómo una conversación de un bonito recuerdo llegó a esto —suspiro—. Voy a cocinar, espero que pienses un poco en todo esto. No quiero vivir discutiendo contigo, es cansador. Yo no te cuestiono nada, deberías hacer lo mismo. Ella suele ser bastante impulsiva, no piensa lo que hace y es lo suficientemente terca como para no disculparse en el momento, por eso es mejor darle espacio. Sé que quizás no fue bueno irme de un día para el otro, pero ella tendría que darse cuenta del motivo. A pesar de ello, no soy la única que hizo las cosas mal y nadie le dice absolutamente nada. Me cansé de ser la chica mala por hoy, solo quiero estar tranquila en casa, tengo mis propios demonios y mí dolor personal. Sonrió con nostalgia pensando en qué me diría papá en este momento. Él siempre supo que estaba enamorada de la hija de su mejor amigo, por lo que intentaba aconsejarme en cuanto podía. No fue hasta después de unos cuantos meses que me fui que dejamos de hablar de ello. —Lo siento. Suspiro cuando escucho su voz. Ella regresa más rápido de lo que pensé y no quiero ser una idiota y volver a discutir, así que solo me giro y la miro. —¿Comenzamos de nuevo? —pregunto y la veo apoyándose en el umbral, ella parece estar pensando algo en su cabecita. —Si. Lo siento. Tenías razón con dejar las cosas a un lado, discutir no los llevará a nada. Comencemos de nuevo —le doy un media sonrisa y asiento. —¿Cerveza? —pregunto tomando una mientras que comienzo a guardar lo demás en la heladera. —Gracias. ¿Todavía piensas que es buena idea que ambas vayamos a Miami? —Si. Supongo que arreglaremos las cosas mejor y podremos ver el terreno también. —Me gusta viajar —admite con una media sonrisa mientras le dan un primer trago—. Es la mejor parte de trabajar. —¿Eres de las que se quedan a disfrutar un poco del lugar o solo vas por el trabajo? —Me gusta recorrer, pero a veces no hay mucho tiempo. Supongo que debo admitir que ahora que estás me quitas un poco de trabajo y estoy menos estresada. —Por eso lo digo. Todo es mejor conmigo. —sonrío y ella pone los ojos en blanco. —Deja de alagarte tanto. —da un paso al frente y comienza a mirar lo que hice anteriormente—. En serio no puedo creer que en tu casa haya comida. —Todo es mérito de mamá. Insistió en congelarme algunas cosas, así que sobrevivo por ahora. —Siempre creí que tu madre ganaría la batalla de enseñarte a cocinar. —Supongo que se lo pediré en cuanto quiera regresar. —¿Tu no extrañas Miami? —Si, en parte si. El lugar en donde tenía mí casa era muy lindo y mucho más tranquilo que aquí, pero sacando a Louis, no hay mucho que extrañar. ¿Y tú? —¿Yo qué? —¿Que hiciste después de la secundaria? —Oh. Nada importante, me metí en la universidad y luego solo comencé a trabajar. Nada emocionante. —Eso es triste. Tenemos que hacer algo enérgico —ella comenzó a reír— ¿De qué te ríes? —¿Que es lo emocionante y enérgico que quieres hacer? —No lo sé. Deberíamos ir a alguna fiesta o hacer algo —levanto los hombros— ¿Hace cuánto no sales? —Bastante tiempo. El trabajo ha sido pesado el último tiempo, pero no soy una bruja amargada. —No digo eso. Pero ahora que estoy aquí y puedo ayudarte en todo, tendrás tiempo para salir. Tendremos. —¿Tendremos? —dice burlona— ¿Y a dónde quieres ir? —¿Cómo se llamaba ese lugar donde salíamos? ¿Warren? —Ese lugar cerró hace años. El dueño se metió en la cocina y lo fundió —tuerce su bca—. Pero quizás podamos encontrar un buen lugar, solo debemos preguntarle a Justin. —Lo haré —sonrío— ¿Comemos? —Te ayudo. Fue un buen tramo de complicidad y sonrisas pequeñas en donde ordenamos la mesa y buscamos una película para mirar. Al menos si trabajaríamos un buen par de horas, tendríamos que estar bien alimentadas y un descanso como ese era bueno. Cierro los ojos y gimo en voz baja, pasó demasiado tiempo en el que lo probaba la comida de mí madre y esa salsa era la mejor cosa del mundo. Cuando miré a Barbara se encontraba en la misma situación, ella estaba más que satisfecha. —En serio amo a tu madre —murmura—. Hace años que no pruebo su comida. —Estoy igual que tú, pero no sé si años. Ella solía dejar algunas cosas cuando me visitaba en Miami. —¿Puedo preguntar que hacías en Miami? —Trabajaba para una empresa pequeña, hacía todo el trabajo de marketing. Era tranquilo, no tan estresante. —respondo luego de tragar el primer bocado— ¿Hace cuánto estás en la empresa? —Estoy desde que me gradué, papá me enseñó todo lo que sé. Trabajé todo este tiempo con tu padre también, él era un gran compañero. —Él lo mencionó muchas veces —sonreí con nostalgia—. Papá siempre te elogiaba, eras su favorita. —Siento mucho todo lo que pasó —menciona con su rostro triste—. Lo quería mucho. —Y él a ti. Aún se me hace difícil, pero no quiero pensar tanto en ello. Cada vez que pienso en su muerte, el recuerdo de haber recibido un llamado es inevitable que regrese. La noticia había estado por todos los noticieros de Miami, el accidente fue tan violento y sorpresivo que fue una gran primicia. Estuve pérdida por varias semanas, mí padre era demasiado importante para mí y perderlo de un día para el otro fue una completa mierda. Después de nuestra breve charla emotiva decidí que lo mejor era cambiar el ambiente, así que en cuanto terminamos de comer, la invité a la sala para comenzar a revisar los papeles mientras que me mensajes a con Justin. Justin. ¿Que hacen en tu casa? Emma. No empieces. Estamos revisando algunos contratos y papeleo aburrido. Tenemos que viajar a Miami mañana. Justin ¿Y cuando piensas venir a verme? Emma Deberíamos hacer algo en cuanto volvamos ¿A dónde sugieres ir? Justin Tengo un buen lugar ¿Confias en mí? Emma. Depende. No estoy segura de qué lugares frecuentas ahora mismo. Para estar segura ¿Barbara lo aprueba? Justin. No, a ella no le gusta eso. Pero podemos ir nosotros dos. Emma. Entonces tengo que... —¡Emma! —¿Que? —levanto la mirada y ella tiene el ceño fruncido. —¿No piensas prestar atención? —Si, lo siento —suspiro—. ¿Quieres mejor un café? —Si. Me estoy quedando dormida —dice en medio de un bostezo. —Esperame un segundo, iré por un café. No me había puesto a pensar en ella en todo este tiempo hasta ahora. Barbara está en mí sillón, con las piernas cruzadas y mirándome con una media sonrisa. No estoy segura de que si pueda seguir aguantando esto, así que me decido por ir a la cocina. Tengo que pensar en otra cosa, quizás enviarle un mensaje a Lou. Quizás mañana pueda verlo y olvidarme un poco de la locura que mí cabeza está pensando ahora mismo. No quiero responderle a Justin ahora, quizás tenga que hablar con él en persona, tiene que ayudarme. Como sea, parezco una maniática hablando sola para no pensar en que tengo a una castaña increíblemente hermosa en mí sillón. Tomo ambas tazas de café y comienzo a caminar hacia la sala, pero me encuentro con Barbara totalmente dormida. —Bar, vamos a la cama —intento despertarla pero no hay señales de ella—. Dormirás mal —murmuro. —Shh, cállate. Déjame dormir —ella ni siquiera abre los ojos, solo me responde dormida y vuelve al estado zombie de hace un momento. No me queda otro maldito remedio que buscar una manta para ella y dejarla allí. nada en el mundo podía despertar a Barbara cuando estaba profundamente dormida Me arrodillo y acomodo su cabeza. Termino acariciando su mejilla sin poder evitarlo, hace tanto tiempo que No estoy tan cerca de ella desde hace años y ahora mismo me siento como una idiota. —A veces me rompo la cabeza pensando en cómo serían las cosas si no lo hubieras elegido a él —murmuro—. Te juro que lo intento, Bar. Pero no sé si algún día dejaré de sentir esto cuando te veo. Cierro los ojos y me inclino para besar su cabeza, no quiero seguir a su lado de esta manera. Seguir mirándola solo terminará por matarme, sé que nunca podré volverla a tener. Se supone que puedo vivir con ello. —Emma —escucho cuando terminó de apagar la luz.
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