19

1662 Words
Todo ese tiempo que estuve llorando junto a Evans se hizo eterno pero confortable, me sentía confiada estando con él, realmente necesitaba la presencia de alguien cercano para llorar pero sin decir nada, porque muchas veces las palabras no son necesarias para expresar lo que se siente; en ese momento me sentía transparente, tan sensible, la Joyce susceptible había quedado a un lado en ese instante. Después de haber llorando por unos largos minutos me separé de Evans secando mis lágrimas. -¿Ya pasó?. - Preguntó notablemente preocupado. -Sí, supongo. -Siempre estaré para ti, pequeña leona nunca lo olvides, entiendo si no quieres decirme nada. - Añadió acariciando mi cabeza con su mano. -Gracias por eso, perdón si te aburrí con mi llanto. -No tienes que agradecer, tú eres muy importante para mí, mucho más de lo que piensas, nada de ti me aburre, no creas eso. -Evans... -¿Sí, pequeña?. -No quiero darte falsas esperanzas, tú me agradas mucho y te aprecio pero para mí eres solo un gran amigo; eres un buen chico pero no puedo corresponderte, lo lamento... Y quiero devolverte esto, no lo puedo aceptar, es muy costoso para alguien tan insignificante como yo. Saqué el teléfono de mi pantalón y extendí mi mano con el para devolvérselo. -No lo tomaré, ese es un regalo que nació de mi corazón de dartelo, no te lo di para comprarte, no soy ese tipo de persona, el amor no lo compra cosas materiales... Entiendo que no sientas lo mismo por mi ahora, pero pueda que en un futuro puedas corresponderme. -De todas maneras, ten tu teléfono... -No lo tomaré. -¡Tómalo Evans!. - Repliqué. -¡Que nó!. Él salió corriendo mientras se reía, me irrité y fuí detrás a perseguirlo, ya lo estaba alcanzando debido a que había aumentado la velocidad con la que corría, pero me detuvo bruscamente el choque de mi cabeza con su pecho, pues se había detenido sin contexto. -¡Ash! ¡idiota me lastimé la cabeza por tu culpa!. - Manifesté enojada fijando mi mirada en él. Él no dijo ni una palabra, solo me miraba a los ojos sin expresión alguna en su rostro, comezaba a preocuparme, pensaba que había sucedido algo. -¿Que ocurre?. Empezó a acercarse lentamente hacía mí sin decir nada, yo preocupada me alejaba a medida que él se acercaba. > Retrocedía y ninguno de los dos decíamos nada, un silencio incómodo se apoderó del lugar, hasta que hablé. -¿Por qué te acercas tanto?. - Pregunté nerviosa en voz baja. > Retrocedí tanto que choqué por detrás con la pared, él se acercó a unos milímetros de distancia de mí; aparté mi mirada ya incómoda apretando mis labios. Hasta que por fin se alejó riendo. -¿Que pensabas? ¿por qué te sonrojas? Iba a decirte un secreto, pero tu cara fué la mejor. - Añadió en risas. > -¡Idiota! ¡No te permito acercarte tanto a mí! ¡lo tienes prohibido!. - Manifesté con el ceño fruncido. -Lo prohibido es interesante. -¡Ay demonios, eres realmente una molestia!. -Pero aún así me quieres. -¿Como estás tan seguro?. -Si no, no estuvieras aquí. -¡Ash!. -Te conozco pequeña... Oye, no cargo tu suéter porque lo lavé, la próxima vez que nos veamos lo traigo. -De acuerdo, no te preocupes. -En fin, ¿por qué no te sueltas tus hermosos rizos de leona?. -Ya no me gustan, desde hace mucho tiempo. -Pero si te quedan hermosos. - Hizo puchero. -Ridículo. - Reí. -Espera. -¿Qué?. Se acercó y quitándome la coleta rápidamente se alejó dejando mis rizos expuestos. -Te ves más hermosa así. > -¡Devuélveme mi moñera idiota! ¡no quiero correr de nuevo!. -¿Y si no quiero?. -Serás hombre muerto. Comenzó a reírse apropósito para levantar mi enojo. -Evans no me hagas enojar. -Uy, que miedo. - Añadió en tono de sarcasmo. Estaba intentando contenerme pero si decía algo más no iba a aguantar, así que solo corrí hacia él intentando quitarle la moñera de las manos, pero él levantó su largo brazo para que no pudiera atraparlo, por lo que empecé a saltar para poder alcanzarlo pero era inútil, él era muchísimo más alto que yo, ni siquiera mis saltos eran suficientes para alcanzarlo. -¡Ya dámela idiota!. -Alcanzala. -¿Cómo la voy a alcanzar si subes tu largo brazo apropósito?. -No tengo la culpa de que seas enana. Al escuchar eso me irrité y ya lo iba a golpear en el estómago pero él conociendo mis intenciones tomó mi mano para halarme hacia él abrazándome. -Idiota, eres el único chico que ha sobrepasado mi límite de distanciamiento. > -Y espero ser el último también. Me alejé y di la espalda con las pupilas inundadas bajando el rostro para secar las lágrimas tratando de que Evans no me viera. -¿Que sucede pequeña leona? ¿hice algo que te hizo sentir mal?... ¡Oh! ¡la moñera ten!. -No es nada, me entró basurillas en los ojos, ya debo irme a casa. - Respondí arrebatándole la moñera de las manos. -¿Segura?, esa mirada me dice otra cosa. -Mi mirada siempre luce así, y ya me voy, hasta luego. - Manifesté dándome la vuelta para irme. -¡Buenas noches pequeña leona! Descansa, cuando llegues a casa me escribes. > -¡Evans el teléfono!. Voltee nuevamente pero ya iba lejos corriendo para que no lo persiguiera. > -¡Ay no quiero regresar a casa!, mejor me quedo un rato más y me voy cuando haya acabado con la caja. - Hablé en mi soliloquio. Metí mis manos en los bolsillos del suéter, en mi pantalón pero no encontré la caja de cigarrillos que me había comprado. > No quería llegar a casa pero ya era tarde y debía volver o si no estaría en más problemas que quería evitar, así que recogí mis rizos con la moñera y comencé a caminar lentamente ya que no quería llegar a casa tan rápido, caminaba observando la hermosa vista nocturna desde el puente; de pronto recordé que cargaba el teléfono así que lo saqué para guardar en mis contactos a Charlie, la registré como Dulcito, luego iba a registrar a Evans, pero me detuvo un extraño escalofrío por la espalda, sentía como si alguien estuviera siguiéndome, tuve un poco de temor por lo que no quería voltear; solo voltee mi vista sin girar el cuello y alcancé a ver una media silueta oscura, no sabía si era hombre o mujer, pero sentí miedo así que acelere un poco el paso. Guardé mi teléfono dentro de mi pantalón, y cada vez iba aumentando la velocidad de mi paso, el corazón se me aceleraba por los nervios, no sabía si me estaban siguiendo, o si era una persona normal que pasaba casualmente, si era un depravado o algún malhechor, así que para comprobar intencionalmente me detuve un rato, pero nadie se me acercó, así que seguí caminando aunque no confiada del todo, al rato volví a sentir que me perseguían, por lo que caminé relativamente rápido hasta llegar a unas tiendas, como estaban cerradas debido a la hora, viré a una vereda colocándome la capucha del suéter para cubrir mi escandalosa cabellera, en eso me escondí presurosa detrás de un contenedor de basura sin que nadie me viera, la vereda estaba totalmente oscura, no habían faros, solo se veían las luciérnagas iluminar con su poca luz el lugar como pequeñas mini estrellas, intentaba respirar por la boca ya que el hedor de la basura era infernal, los nervios me consumían pero trataba de autoconsolarme para no estallar, al rato escuché unos pasos que cada vez se acercaban hacia mis oídos, estaba tan nerviosa que no podía pensar en nada más hasta que recordé el reloj policial y de inmediato presioné el botón. > Los escalofriantes pasos se detuvieron repentinamente como si hubieran escuchado la voz en mi cabeza, los latidos del corazón se aceleraron descontroladamente, así que por la ansiedad comencé a palpar el suelo con cuidado con la esperanza de encontrar algo con que defenderme si llegase a querer hacerme daño; el sujeto retrocedió para irse al no ver a nadie, pero en eso toqué una bolsa sin querer y apenas sonó, por lo que el sujeto se regresó nuevamente dirigiéndose al lugar proveniente del ruido en el que estaba yo, al tanto palpar conseguí un palo de madera, así que lo tomé, cuando el sujeto se me acercó le enterré el palo, no sabía donde le había dado ya que no podía ver nada, el malhechor me tomó por el suéter y me haló, pero comencé a golpearlo más fuerte con el palo, pero en una de esas me lo arrebató para golpearme con el y me sujetó las manos, pero usé mis piernas para patearlo con fuerza haciéndolo caer, por lo que aproveché para salir corriendo, pero se aferró a mis piernas impidiendome caminar, así que me dejé caer a propósito cayendo sentada encima de él apretando mis piernas contra su cabeza para ahorcarlo ya que mis manos estaban atadas, pero se me escapó de las manos el plan al ver venir otros hombres a lo lejos acercarse... >
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD