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1644 Words
> Desde la esquina de un árbol observaba a Nick a lo lejos interactuar con aquellos misteriosos hombres, me detuve un tiempo hasta que aquellos sujetos se fueron, Nick se sentó en una banca y aproveché para acercarme, quería llegarle por la espalda para darle un pequeño susto. Me detuve con cuidado al haberle llegado por detrás, él estaba escribiendo un mensaje y no pude evitar ver rápidamente lo que decía: -Ya estoy esperando a nuestro objetivo. > Ignoré lo que había visto y le pellizqué la cintura. -¿Quien...? Señorita sin nombre. - Dijo Nick notoriamente nervioso al voltear su mirada y verme. -¿Te asusté?. -Efectivamente. Me reí leventemente y él sonrió también con pocas ganas. > -Pero al ver este hermoso rostro me siento mejor. - Añadió tocando mi rostro con su dedo. -Eso me alegra. - Respondí alejando su mano de mi rostro. -Bueno, ahora que estamos aquí, acompañame. -¿A donde?. Él levantándose de la banca tomó mi mano y me condujo hacia un puesto donde venden algodones de azúcar, pidió para ambos y me ofreció uno para seguir caminando lentamente por el parque. -¿Estás en último año de preparatoria verdad?. -Sí. -Entonces tienes 17. -Efectivamente... ¿y tú?. -Tengo 19. -Entonces estás en la universidad... ¿Que curso estás estudiando?. -Emmm sí... Medicina general. -¡Woow que bien! Entonces serás médico. -Pues sí, seré tu médico. -Yo odio los hospitales, procuro estar sana para evitarlos. -Pero los médicos son muy importantes. -Sí, pero a mi no me gustan. De pronto se adelantó un paso colocándose frente a mí, viéndome a los ojos. -¿Y yo no te gusto?. > No pude responder nada por el impacto, solo alcé una ceja extrañada, y él se echó a reír. -¿Qué?. -Nada, montémonos en una atracción. -De acuerdo. Él fue corriendo a comprar los tickets mientras me quedé sentada en una banca comiendo algodón de azúcar, trataba de no tocarme el costado ya que cuando lo rosaba me dolía debido a los moretones; estuve divagando en mis pensamientos en todo ese tiempo con respecto a las dudas sobre Nick. > Salí de mi ensimismamiento al ver a Nick hacerme señas desde la esquina del puesto de ventas de tickets, así que me levanté de la banca dirigiendome hacia él. -Ya tengo los tickets, ¿te gustaría La Silla Voladora?. Miré aquella atracción y estaba llena de personas, así que miré las demás buscando una que estuviera menos poblada pero las demás estaban peor, no me quedó de otra que aceptar esa que era la que estaba un poco menos llena. -¿Que sucede?. -Nada, vamos a La Silla Voladora. - Respondí insegura. -Genial, vamos entonces. Nos encaminamos hacia aquella atracción, todos los puestos individuales estaban ocupados, así que me tocó sentarme en uno de pareja y Nick se sentó a mi lado. > -Esto es divertido, tenía tiempo sin subir a uno. -¿Y por qué no habías venido antes?. -Por la universidad y mi trabajo. -¿Trabajo? ¿de que trabajas?. -Emm... De pronto comenzó a vibrar su teléfono, al parecer era una llamada, lo sacó de su bolsillo y volteando mi mirada pude ver que quien lo llamaba era "El 08" nuevamente, pero el canceló la llamada sin atender. -¿Por qué no atiendes?. -Es un amigo fastidioso no vale la pena, quiero disfrutar el momento contigo. > La atracción comenzó a moverse y él rosó mis manos con sus dedos, me incomodé así que junté mis manos introduciéndolas dentro de mi entrepiernas por el frío, no obstante al percatarse sacó mis manos y las adentró al bolsillo de su cálido sobretodo sin decir nada, ambos cruzamos miradas pero aparté inmediatamente mi mirada de la suya. -¡Que divertido esto! ¿verdad?. - Exclamé rompiendo el incómodo silencio. Me voltee nuevamente pero él se había acercado demasiado hacia mí provocando que nuestros rostros quedaran demasiado cerca así que me voltee cambiando de tema para suprimir el ambiente incómodo. -¡Que hermoso está el cielo! ¿verdad?. -¡Pero más hermosa estás tú!. Nada más sonreí tímidamente. > -Que hermosa sonrisa tan cautivadora tienes. -Gracias. > Ya comenzaba a sentir revoltura estomacal y a sudar frío por la ansiedad social que me estaba carcomiendo, intentaba ignorarlo pero no podía, a medida que las demás personas gritaban me hacían recordar a los murmullos y abucheos que recibí en mi más esperada presentación de pequeña, por lo que me provocaba neuseas, ya mi vista comenzaba a nublarse; era una lucha interna conmigo misma intentando mantenerme en pie a la vez tratando de pensar en otras cosas con la finalidad de ignorar aquel mal recuerdo. -¿Está bien señorita sin nombre?. - Exclamó Nick al verme inquietada. -Sí estoy bien. -¿Está segura?. -Sí, no te preocupes, ha de ser porque comí mucho antes de venir y el estómago se me revolvió. -No debió haber comido tanto, de todos modos esto ya debe estar por detenerse. > Al cabo de unos minutos la función de La Silla Voladora culminó, así que me sentí más aliviada, él se levantó de su asiento extendiendo su mano para ayudarme bajar, tomé su mano logrando bajar pero una pierna me falló y caí encima de él; inmediatamente me sostuvo ayudándome a estabilizarme nuevamente. -¿Estás bien realmente?. -Sí, no te preocupes, eso se me va a pasar en un momento, solo quiero beber agua. -Bien, sientate en la banca de la esquina que está más cerca de la última atracción que en un segundo te llevo una botella de agua. -¿Allá tan lejos?. -Quédate tranquila, solo vé, yo no tardo. Él se dirigió hacia un puesto de bebidas así que no me quedó de otra que irme hacia la banca que me había dicho, estaba relativamente apartada de las atracciones y personas, cosa que me pareció confortante fué el estar distante de las aglomeración, cuando llegué a la banca me senté y respiré profundo, el ambiente ahí se sentía mejor, la vista colorida de las atracciones iluminadas hacia contraste con el hermoso y oscuro cielo constelado por las estrellas adornado con una gran redonda luna; hacía un frío atroz era lo único que me molestaba, lo peor era que no me había llevado un suéter, normalmente los cargo conmigo pero ese día cambié de perspectiva y luego andaba arrepentida. Cerca de mí había un pedazo grueso de rama de árbol, así que lo tomé ansiosa para comenzar a dibujar garabatos en la tierra inclinada desde mi asiento, los borraba y los dibujaba de nuevo, en otra parte hice un dibujo de una bailarina con un gatito en la punta de sus pies, ya me empezaba a doler el costado por la postura, así que me estiré suavemente. > Una repentina voz en mi cabeza me repitió la voz de la mujer en mis sueños: -Cuidado estrellita, huye de ese chico. Pensé que eran tonterías mías así que no le tomé importancia. Aún con la rama en la mano comencé a simular que dibujaba en el aire, mientras pensaba tantas cosas negativas en mi mente, estaba tan cargada de malos pensamientos que giré raudamente el tronco de mi cuerpo con el brazo extendido y a su vez sujetando la rama provocando un fuerte sonido proviniente del contraste entre la rama y el viento, al haber llegado al límite de girar mi tronco había apuntado inconscientemente con el extremo de la rama al brazo tatuado de un hombre; al percatarme de eso me levanté velozmente para echar a correr, pero él halando la rama logró tomar mi brazo a la fuerza, usé mi mano izquierda para golpear su nariz tapada con cubrebocas mientras gritaba socorro, pero nadie podía oírme ya que estaba distante de las personas y había mucho ruido, tampoco podía hacer movimientos bruscos por mis dolores, solo logre por milagro presionar el botón del reloj policial. > El sujeto me cargó por la fuerza intentando meterme en el baúl de un carro, pero aún con mis dolores se lo impedía, le mordí una oreja con todas las fuerzas hasta que me soltó luego de habérsela desgarrado, salí corriendo pero inoportunamente otros dos hombres que aparecieron de la nada me atraparon, comencé a gritar pero taparon mi boca con cinta industridual, intentaban inyectarme un líquido extraño pero se los impedí moviéndome desesperadamente, me moví tanto que provoqué la caída de la inyectadora junto con la ampolla de líquido y estos me golpearon por eso, como no me dejé inyectar me metieron dentro del carro pero estando retenida por aquellos dos hombres, tal cual como en mi más reciente pesadilla, solo que desafortunadamente se estaba volviendo realidad.
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