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1902 Words
Pegué un grito de terror al escuchar esa repentina carcajada por lo que me levanté rápidamente de la silla observando a la muñeca de trapo, resultó ser ella causante de la espeluznante risa, me atemoricé tanto que quedé inmóvil por unos segundos, hasta que reaccioné dirigiéndome hacia la cama para tomar la muñeca que aún reía y comenzar a romperla con una tijera que había tomado de mi bolso, le saqué todo el relleno hasta que finalmente dejó de reír, suspiré de alivio aunque aún estaba nerviosa, lo que me preguntaba era de dónde había salido esa espeluznante muñeca de trapo que parecía un objeto de los que usaban para brujería aunque no estaba totalmente segura de que realmente lo fuera ya que desconocía de esa religión, pues no creía en nada, ya que era atea, sólo creía en el hecho de la expansión del universo debido a la teoría del Big Bang.  Me recosté un rato en la cama mientras observaba el cuerpo destrozado de la muñeca y en eso me di cuenta que dentro de su pierna tenía un pequeño papel viejo, sentí curiosidad por lo que lo tomé y tenía una nota pero en otro idioma que desconocía, me desanimé y guardé la nota en mi diario con la esperanza de algún día poder descubrir su significado; en eso comenzaron a tocar mi puerta y no pude responder, simplemente escondí a la muñeca de trapo junto con el relleno. -¡Joyce! ¿por qué aún sigues despierta? Mañana debes levantarte temprano para ir a clases. -Si ma' ya lo sé, estaba haciendo mi tarea porque estaba retrasada pero yo lo termino en cuestión de segundos. -Dentro de cinco minutos ya te quiero ver dormida. -De acuerdo, no te preocupes. - Respondí. En lo que mi madre se fue, me dispuse a hacer la tarea de álgebra el cual no había hecho absolutamente nada, en cuanto ví el cuaderno, los ojos comenzaron a cerrarse solos, el cuerpo se me hacía pesado, la clase tan aburrida y la cama apetecible; intentaba poner atención sin quedarme dormida pero era casi imposible, estuve en una lucha conmigo misma por no quedarme dormida. La noche era fría; pero un frío grato, aproveché a asomarme por la ventana de mi habitación y ver la hermosa vista nocturna, la luna era llena lucía tan grande y atractiva por lo que quedaba hipnotizada al verla, así que bajé saliendo de la casa para observar el cielo en su totalidad sentada en el tronco de un árbol, solo se escuchaba el chirrido de los grillos y la monótona ululación de los búhos, pero disfrutaba del momento; la soledad y la noche eran mi lugar favorito, el único momento en el que nadie podía verme, juzgarme, ni herirme, por eso amaba la noche. Todo marchaba tan bien, hasta que me sorprendieron por la espalda, resultó ser una niña pequeña. -¿Que haces por aquí sola a estas horas?. -Le pregunté. La niña no dijo ni una palabra, solo hizo un gesto pidiendo que la acompañara, como la vi sola me compadecí y la acompañé. -¿A donde vamos?. - Pregunté nuevamente. Pero ella no respondió nada, solo me agarró de la mano y me condujo hacia un hospital, a medida que avanzábamos comencé a sentir nervios, el hospital apestaba a desperdicio, lucía tétrico y algo solitario. La niña me condujo hacia la sala de espera y allí solo había un hombre sentado con las manos en la cabeza, como si estuviera preocupado, no podía ver su rostro porque estaba de espalda, por lo que simplemente me senté a tres puestos detrás de él junto con la niña, no sabía lo que pasaba exactamente, solo esperaba algo a ver si entendía lo que sucedía. Después de unos minutos de espera, finalmente salió un doctor y le dijo algo en voz baja al hombre que esperaba y esté se tiró al suelo maldiciendo con voz quebradiza, en eso la niña se levantó y se fue acercando a la habitación de la que había salido el doctor, por lo que la seguí, e inesperadamente salieron de la habitación varios enfermeros llevando un cadáver cubierto en una camilla, solo quedaba expuesto su rizada cabellera, por lo que supe que era una mujer. Lo que no entendía era por qué la niña me había llevado a ese trágico lugar que no tenía nada que ver conmigo, tampoco conocía a nadie por allí. -Si, perdió la niña también. -Sí, la perdió. Repetían los enfermeros la pérdida del bebé de la difunta, observé a la niña y vi como ella se señalaba a sí misma cuando los enfermeros repetían esa frase. -¿En-entonces estás muerta? ¿moriste?. - Pregunté completamente confundida y atemorizada. Ella solo hizo un gesto de afirmación con su cabeza, por lo que me atemorice más y observé el cadáver cubierto a lo lejos, en eso uno de los enfermeros levantó un poco la manta y apenas alcancé a ver algo del rostro de la difunta, era una hermosa rubia pero la expresión que cargaba en su rostro era trágica, como si su muerte había sido provocada, no como si fuese sido de manera natural, o como si hubiese visto algo horrible antes de morir. Desde lejos trataba de detallarla, hasta que la niña me tomó por el brazo... Todo lo fúnebre cambió de color repentinamente y me desperté con el fuerte ruido de la alarma. -Que sueño tan loco...¡La tarea!. - Fué lo que grité al despertarme. Me levanté raudamente para buscar el teléfono de mi madre el cual se estaba cargando en la sala, lo tomé y entrando a mi habitación llamé a Charlie. -Dulcito, necesito un favor urgente tuyo. -Sí Joyce. -Que me pases la tarea de álgebra ahora mismo por favor, anoche me surgieron tantas cosas que ni te imaginas por lo que no la pude hacer y realmente necesito esos puntos. -No te preocupes Joyce, yo se que tienes una vida difícil, no me tienes que explicar, ya te lo mando, copialo rápido para que no llegues tarde hoy a clases. -Te amo tanto, gracias por salvarme, siempre me salvas, eres la mejor. -Lo sé, también te amo. -Rió. -Espero la tarea. - Corté la llamada. Al rato me envió los ejercicios y los copié presurosamente, vi la hora y eran exactamente las 06:30 am, y la entrada era a las 7:00 am, así que corrí a cepillarme y ducharme, me cambié y me maquillé para cubrir las heridas, preparé mi desayuno, como ya se hacía la hora me llevé el pan y me lo fui comiendo en el camino, el instituto quedaba relativamente cerca por ende me iba caminando siempre, a veces cuando me levantaba mas temprano me topaba con Charlie y nos íbamos juntas, pero mayormente sus padres le pagaban un transporte.  Después de unos cortos pero eternos minutos de caminata por fin llegué a la preparatoria, como no cargaba teléfono no tenía idea de la hora, pero al parecer había llegado minutos tarde porque la entrada y la cancha estaban vacías, ya todos habían entrado a sus salones. Subí las escaleras corriendo hasta llegar a mi salón que era el último año, en el último piso, abrí la puerta para entrar y me llevé la gran sorpresa, teníamos un nuevo compañero de clase justamente era el mismo idiota mimado que le había arrebatado el teléfono a Charlie así que me detuve en la puerta. -Hola a todos, es un placer y honor ser ahora compañero de clase ustedes, conozco a la mayoría, pero para los que no me conocen soy George Miller, me cambié de sección por razones personales, espero y creo que nos la llevaremos muy bien.- Concluyó de hablar y volteó a areno mientras sonreía. Una vez terminado de dar su pequeño discurso todos aplaudieron, por mi parte, aparté mi mirada de la suya y entré. -¡Señorita Holmes!, llega cinco minutos de retraso, si esto ocurre dos veces más, no se le permitirá su entrada a la institución por tres días no importando si pierde exámenes o entrega de evaluaciones, por otro lado, se le restarán tres puntos a las materias a las que falte el tercer día de haber llegado retardada, aquí se es puntual si o sí, además usted vive cerca de aquí, por lo tanto no tiene excusa, una vez dicho esto puede tomar asiento. Esa era la profesora Kristal de álgebra, sentía que ella me odiaba, siempre estaba pendiente de algún error por más mínimo que fuera para pisotearme y humillarme frente a todos, pero yo nunca le demostraba miedo y ese hecho le provocaba mas ira, buscaba siempre perfeccionarme para no darle motivos de críticas y aún así hacía todo por hacerme sentir mal. Entregamos las actividades de álgebra y vimos las clases de las demás materias. Charlie pasó toda la clase viendo a George, no paraba de verlo, casi ni se concentraba en la clase debido a él, y las demás chicas también estaban como Charlie, se hablaban en susurro sobre él, y a mí solo me irritaba, me caía mal porque era solo una cara bonita por dentro tenía excremento en el cerebro, era un egocéntrico mimado, no se concentraba en las clases, pasaba el día coqueteando a las chicas más bonitas y populares del instituto, en fin, no tiene nada en especial. A la hora de salida exactamente 12:00 pm, le dije a Charlie que me acompañara en todo el trayecto hasta mi casa para contarle todo lo que me había sucedido el día anterior porque en la clase casi no tuvimos tiempo de hablar, ella no se negó, aceptó pero con pocos ánimos. -Vé adelantándote Joyce, más ahora te alcanzo. - Me dijo Charlie mientras su mirada se movía como loca buscando a alguien, que obviamente era George. -Cuidado con él Charlie, ese chico solo busca jugar con caras bonitas y mimadas como él, claro que tu eres bonita, pero no eres mimada e idiota como las demás, es por eso que no se debe perder el tiempo fijándose en ese tipo de chicos, cuidado Charlie. - Manifesté preocupada. -Joyce no hables así de él, casi ni lo conoces, él simplemente es caballeroso con todas... Se me calentó la cara por la furia que agarré al escucharla decir eso por lo que me dí la vuelta para irme, pero choqué inoportunamente con George que venía por mi mismo camino, y para irritarme más, me abrazó fuerte. -¡Joycee!. -Gritó Charlie. -Es bueno reencontrarnos, y ahora como compañeros de clases, Joyce. - Susurró burlándose. -¡Suéltame imbécil!. - Exclamé pisándole con fuerza el pie. Él gritó de dolor y me soltó. -¡Que salvaje!. -Así soy ¿y qué?.- Añadí eso para finalmente salir del instituto y dirigirme a casa. Al salir, estaba furiosa por la noticia de que George sería nuestro nuevo compañero de clase y por la actitud infantil de Charlie, iba caminando con la capucha del suéter puesto mientras veía hacia el suelo perdida en mis pensamientos, pero salí de mi ensimismamiento al sentir el ruido de una moto acercarse, levanté la mirada y ví a un hombre con un tatuaje de un tigre en el brazo derecho pasar por mi lado en una moto, y de pronto en cuestión de segundos la furia se convirtió en repentinos ataques de nervios.
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