(Los dos mundos crecen)
Dos mundos crecen en direcciones opuestas:
uno se extiende en sombras de peligro,
el otro se pierde en espejismos de deseo.
Uno es una llanura sin refugio,
donde la luz del dÃa deja al desnudo,
como un animal que tiembla bajo la mirada de sus depredadores,
sin más opción que huir o rendirse.
AllÃ, el peligro se oculta en cada esquina,
silencioso, acechante, inevitable.
El otro es un desierto de falsas promesas,
donde los sueños se alzan como oasis lejanos
y se desvanecen al acercarte.
Un lugar donde el placer es solo reflejo,
y la satisfacción, una sed interminable.
Cada paso es eco de lo que anhelaste,
pero nunca alcanzaste.
Pero mÃrate. Mira a tu alrededor.
No en el ayer, que ya se ha ido,
ni en el mañana, que aún no nace.
Mira lo real. Lo verdadero.
AquÃ, el mundo se abre como una mañana de primavera,
la luz acaricia cada hoja con ternura,
y el aire es limpio, transparente, eterno.
Cada instante es puro,
cada segundo brilla por sà mismo,
sin prisas, sin carencias, sin más necesidad que ser.
AquÃ, el presente es una pintura infinita,
una obra maestra en movimiento,
con colores más intensos,
formas más perfectas,
y detalles más vÃvidos, más intrincados,
como si todo hubiera sido hecho solo para este momento.
Aquà no falta nada,
porque la plenitud habita en este instante.
Aquà no hay duda,
porque la certeza descansa en lo que es.
Aquà no hay complejidad,
porque la verdad es simple y clara como el amanecer.
Entonces dime:
¿Por qué elegir la ausencia, cuando puedes habitar el presente?
¿Por qué buscar en otro lugar lo que siempre ha estado aqu�
¿Por qué perderse en sombras y espejismos,
cuando la realidad te ofrece todo lo que necesitas?
Quédate.
Respira.
Siente.
El mundo está aquÃ, contigo.
kennifer Hernández...