Un largo silencio cayó en nosotros en esa tina. Quería respuestas, quería sinceridad. Pero la expresión extrañada de Michel me hacía suponer que me diría alguna excusa como: “Nada”, “Estoy cansado”. —No me pasa nada Doris, es que estoy cansado del largo viaje — dice jugando con la espuma de la bañera. —¿Por qué sabía que responderías eso Michel? Es molesto. Antes de la aparición de Ana estábamos pasándola bien — le devuelvo exhausta. Él niega como si estuviese equivocada — ¿Quieres volver con ella es eso? —Sí. Es decir, sería muy inteligente volver con una mujer capaz de maldecir a un bebé no nacido, y agredir a una embarazada. Muy profesional tomando en cuenta la rama de sus estudios — agrega irónico. —¿Qué se supone que es? Mi esposo me mira con maldad y una sonrisa macabra.

