**ALONDRA** Biby me observaba de reojo mientras encendía el motor, con esa sonrisa cómplice que conocía tan bien. Era la misma sonrisa que había usado cuando me ayudó a elegir mi atuendo esa mañana, cuando fingió no darse cuenta de que había cambiado de perfume, cuando se hizo la distraída, mientras yo checaba mi teléfono cada cinco minutos esperando noticias de él. —¿Ya van cinco minutos en que te arreglas el cabello? —dijo, ajustando el retrovisor con movimientos deliberadamente lentos—. Debe ser una reunión muy importante. —Cállate —reí, pero mis mejillas se encendieron—. Solo quiero verme presentable. —Claro, presentable —repitió, poniendo el auto en marcha—. Como cuando te “presentas” ante la realeza. El viaje hacia el centro de la ciudad se sintió eterno y cortísimo al mismo tie

