**ALONDRA** Al final, sonrió con esa sonrisa que decía: «sé que me estás mintiendo, pero te amo demasiado para presionarte». No insistió, y yo se lo agradecí en silencio. Ella me conocía mejor que nadie, sabía que si había algo más, tarde o temprano se me escaparía. Siempre se me escapaba. Yo era terrible guardando secretos, especialmente los que me hacían feliz. —Está bien —dijo, estirando el brazo para apretar mi mano—. Cuando estés lista, me cuentas. Pero que sepas que mi radar de amor sigue encendido y en modo detective. ¡Uy, eso da miedo! Terminamos nuestro café entre risas y planes para el fin de semana, esa rutina perfecta que habíamos construido a lo largo de los años. Caminábamos por el pasillo de la facultad, hablando de tareas pendientes, del nuevo color de uñas que quería pr

